Capítulo 1

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Narra Lali

Era de noche y salí para aclarar mi mente un poco pues había sido un día difícil y cansado.

Caminaba sin rumbo alguno hasta que encontré con una pequeña banca y descansé ya que había caminado por mucho tiempo y me empezaban a doler las piernas.

No me había dado cuenta de lo mucho que había avanzado hasta que me percate de que ciudadela cientos de guardias estaban enfrente de mí rodeando el muro y vigilandome para que no vaya lejos.

¿Qué hay del otro lado?

Me gustaría saber pero mi mente se llena de una solo advertencia "No cruces los límites"

¿Y si cruzo el muro? ¿Qué pasaría?

La respuesta es simple y sencilla podría ir a parar a la cárcel y nunca más poder siquiera salir a caminar de nuevo. Acá es considerado un delito grave cruzar el bendito muro.

A menos que seas un guardia o tengas una autorización para salir.

Si no lo eres y sales sin una autorización firmada por la directora de tu ciudadela, vas a la cárcel.

Simple.

Muy lindo donde vivo, ¿no?

Me encantaría salir de aquí y vivir mi vida sin que me digan "No cruces los límites" Siempre me pregunto, ¿por qué nos retienen aquí? ¿Por qué no dejan que crucemos? Debe de haber una buena razón, ¿no?

Mis pensamientos fueron interrumpidos por mi mejor amigo Gastón o como yo le digo Gas.

—Qué haces aquí? —Preguntó Gastón acercándose a mí.

—Pensando... —Le contesté haciendo un espacio en la banca para que me acompañe—. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí?

—Te seguí, ¿pasó algo? —Se sentó a mi lado, y por el tono de voz que utilizó pude distinguir que estaba realmente preocupado por mí—. ¿Por qué te alejaste tanto de la ciudadela?

—Por nada.... Sólo necesitaba salir a caminar y pensar. —Me encogí de hombros sin darle importancia al asunto—. Ir a la facultad es agotador, ya sabes, lo normal.

—No creo que quisieras alejarte de todo principalmente por cosas de la Facultad. —Desvié mi mirada, a veces odiaba que Gastón me conociera hasta tal punto que no hacía falta decirle lo que pasaba por mi mente para que lo supiera—. Son los problemas con tu padre, ¿no? No le hagas caso a lo que sea que diga tu padre sobre tu vida. —Rompió los pocos metros de distancia que nos separaban y me rodeó con sus brazos, yo posicioné mi cabeza en su pecho conteniendo las ganas de llorar por la horrible relación que mantenía con mi padre—. No sé, por qué últimamente su pasatiempo favorito es criticar lo que decidiste hacer con tu vida. Pero ignóralo, él no tiene razón, hiciste bien al elegir estudiar teatro que es algo que te apasiona y te hace feliz, en lugar de hacer caso a las estúpidas sugerencias de tu padre. —Acarició mi cabello suavemente, adoraba estos momentos que tenía con mi mejor amigo en donde él hacía su mejor esfuerzo por hacerme sentir bien—. Tú no estás mal, él lo está. Además ya verás, pronto estarás siendo protagonista de alguna película importante o siendo una cantante exitosa. Estoy seguro de eso porque creo en ti, Lali. No le hagas caso a tu padre, él no es mas que un imbécil contigo. —Sonreí ligeramente deseando que en algún futuro realmente sucediera lo que estaba diciendo mi mejor amigo—. Mejor hablemos de otra cosa, ¿te aparece? — Asentí y Gastón besó mi frente tratando de calmarme un poco y brindándome la seguridad que tanto necesitaba en estos momentos —. ¿Te gusta alguien? —Su mano no dudó en tomar la mía en una muestra de total y sincero afecto, él no tenía segundas intenciones conmigo ni yo con él, teníamos una relación de amistad pura y sólida como ninguna otra.

No Cruces Los LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora