Capítulo 78

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Narra Lali

Han pasado tres semanas y fueron horribles, tenía miedo, mucho miedo, hace poco me enteré del ataque de parte de los vampiros a la base de resguardo el día en que tuve mi primera cita con mi novio. Todos pensamos que no pasaría de nuevo, pero nos equivocamos.

Los vampiros aparecían en este lado cuando se les daba la gana y armaban todo un show cargado de sangre a la vista de todo el mundo.

Los ataques no eran frecuentes, pero sí totalmente inesperados.

La situación estaba más o menos controlada, los guardias sabían que protocolo de seguridad seguir para proteger a los ciudadanos, pero siempre los vampiros lograban su cometido; asesinar a personas inocentes.

La gente empezaba a protestar y a querer respuestas, pero el gobierno se negaba a decir la verdad.

En estas semanas no he visto a Peter, y eso me aseguraba que algo grave pasaba y que Peter no quería decírmelo para no asustarme más.

Los guardias y las criaturas sobrenaturales me vigilaban todos los días y para lo único que salía de mi habitación era para ir a la facultad, no me permitían hacer alguna otra cosa debido a las sorpresivas masacres que ocurrían, y eso sólo lograba aumentar mi preocupación. Le ordené a Julián que también velará por la seguridad de mis amigos, porque de otro modo yo no me sentiría tranquila.

Tenía a todo un ejército atrás de mí mientras que Peter y otras personas estaban sin protección sobre sus espaldas.

Mi novio solía escribirme todos los días para ver cómo estaba y para decirme que se encontraba bien y con muchas tareas por hacer del otro lado, pero ni una sola vez me ha llamado y eso me alteraba.

Julián y Stefano trataban de calmarme viniendo todos los días para informarme que Peter estaba a salvo y seguro, pero no podía controlar mis nervios. Gas también me visitaba y me hacía compañia cuando Euge no estaba, él puso distancia con mi mejor amiga después de la pelea y no entendía el por qué, sabía que si le preguntaba a alguno la razón no lograría nada, así que preferí no meterme en sus asuntos.

Lo único que me impedía perder por completo los estribos y conducir yo misma hasta la guarida de los licántropos, era mi preparación para presentarme a la audición que me había propuesto mi profesor de la Facultad. En dos semanas más estaría pisando el lugar de mis sueños, debido a la influencia que tienen mi maestro y sus colegas que llevaban acabo el proyecto, las audiciones serían en el teatro más grande y prestigioso de toda la ciudadela.

Aquello añadía más presión sobre mis hombros, pero sabía que lo lograría.

Esta vez lo conseguiría. Lo presentía, por primera vez en mucho tiempo me sentía diferente, confiaba totalmente en mí, en mi talento y en mi pasión.

Me importaba un bledo lo que mi padre opinara sobre lo que decidí hacer por el resto de mi vida.

Deje de repasar mis diálogos cuando noté que Rufina despertó de su profundo sueño llorando, y de inmediato fui a la cuna que estaba a lado de la cama de Euge y la tomé en mis brazos para mecerla despacio de un lado al otro. Mi mejor amiga me  dejó a cargo de ella después de irse a comprar cosas que su hija necesitaba con Agus y Cande.

Ya era de noche y empezaba a creer que mis amigos me dejaron a la bebé, para que ellos se diviertieran sin mí. Pero no me quejaba, adoraba a Rufina, tenía un encanto natural que me atraía y hacía que me quedara más embobada con ella cada día.

Cuando paró de llorar, la dejé en su cuna y me puse a resitar en voz baja mis diálogos para no despertarla de nuevo.

Alguien tocó la puerta y fui a abrir rápidamente para que quien sea que fuera, dejara de golpear con tanta fuerza la madera.

No Cruces Los LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora