Capítulo 46

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Narra Lali

-Mariana Esposito.

Pablo asintió con la cabeza y empezó a escribir; en ese momento me di cuenta que llevaba un uniforme de enfermero y en su pecho estaba un pin con su nombre completo en él.

-¿Edad?

Suspire una vez más mostrando lo irritaba que estaba al contestar información básica sobre mí que seguramente ya sabían, después de todo soy la hija de Carlos Esposito y seguramente tienen todo un historial y registros sobre que he hecho y que no he hecho hasta ahora con mi vida.

-Veinticuatro. -gruñí mirando el reloj que colgaba en una de la muchas paredes de la gran sala
-¿Alergias?
-No, a nada5

No fue para nada un cuestionario rápido más bien fueron horas las que estuve sentada frente a Pablo mientras me preguntaba más y más cosas sobre mí que realmente no eran relevantes.

-¿Tienes una alimentación balanceada?
-Sí. -mentí

Pablo elevó una ceja y yo rodé los ojos, tomó su bolígrafo y anotó lo que parecía ser ya la última pregunta.

- ¿Malos hábitos?
-Ninguno. -volví a mentir, quería acabar el cuestionario y mencionar todos y cada uno de mis malos hábitos sólo prolongaría más este castigo.
-Terminamos. -anunció Pablo y automáticamente me levante de mi silla dispuesta a irme pero el tomo mi brazo, impidiéndolo-. ¿Podemos hablar?
-No.
-¿Por qué no?
-¿Acaso, tienes alzhéimer? -forsejee y me solté de su agarre.
-Ya te pedí perdón más de mil veces.
-Y yo ya te dije que un simple perdón no arregla las cosas.
-Lo siento mucho, ¿si? Soy un completo idiota y un desgraciado que no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Además te envíe regalos y muchos mensajes que tú nunca volviste a contestar devuelta.
-Vuelve a tu trabajo -ordené-, Y dejame en paz
-Es Peter, ¿verdad? Por eso me ignoras y no contestas mis mensajes.
-¡No! -exclamé negando con la cabeza

Pablo fruncio el entre cejó y se cruzó de brazos. No mentía, decía la verdad.
Peter me gustaba mucho, lo admito pero el no es la razón por la cual no quiera volver con Pablo, me engaño y eso es suficiente como para no querer volver a estar con él, nunca más.

-Mientes. -acusó.
-Creé lo que quieras, esa es la verdad y no miento.
-Más te vale, Lali estar con él es correr un riesgo innecesario.
-Si yo quiero estar con el o con quién se me de la gana, lo haré y sin pedirte permiso porque no necesito tu aprobación.

Camine a toda prisa hacia la salida para librarme de Pablo pero no lograba que me deje en paz ya que seguía detrás de mí, llamándome y soltando palabrotas porque no le prestaba ni la mínima atención.

-¡Lali! ¡Maldita sea! ¡Detente!

Pero no le escuche. Seguí mi camino.

Llegué al estacionamiento y alcé mi mano e hice una señal con esta para que Stefano encendiera el auto y así no tener que hablar más con Pablo.

-Por favor, Lali -suplicó desesperado y yo contení una carcajada-. Haré lo que sea con tal de que me perdones y vuelvas conmigo.

Esto me divierte y demasiado para ser sincera, Pablo un mujeriego que en su a vida nunca había suplicado algo a una mujer.

Ahora lo estaba haciendo y además se estaba humillando frente a sus compañeros de trabajo que en un rincón apartado del amplió estacionamiento lo estaban filmando mientras reían y comentaban cosas sobre la escena que montaba Pablo tratando de convencerme.

-¡Lali! Por favor aún no he terminado de hablar contigo.
-Pues yo sí, ¡ADIÓS! -grito con todas mis fuerzas y me subo al auto de Stefano

El auto arranco rápidamente dejando atrás a Pablo desconcertado y con la palabra en la boca.

No Cruces Los LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora