Narra Peter
Me llevó varias horas, pero encontré el camino. Fue un tanto difícil ya que no recordaba muy bien la ubicación de mi propia ex guarida que solía comandar hace dos años atrás. Traté de entrar, pero me di cuenta que había dos tipos vigilando la puerta.
Me acerqué por detrás de los dos hombres, los golpeé a los dos en la cabeza, para que después caigan al suelo inconscientes, no soy capaz de quitarle la vida a alguien, a menos que eso sea absolutamente necesario.
No soy un asesino.
Cuando logre entrar, me escondí tras una pared; cuando me di cuenta que no había nadie seguí caminando hasta llegar hasta una puerta grande de metal, donde creo era algo así como la sala de reuniones; allí decidimos si expulsar a alguien o secuestrar alguien y ya saben lo demás, claro esos eran otros tiempos ahora no nos alimentábamos con sangre humana, sólo con sangre de animales, pero eso seguramente ya pasó otra vez o va a pasar con Eugenia. Así que si ya la mordieron no tiene caso sacarla de aquí puesto a que probablemente en unos días o horas muera.
—Sé que estas aquí, Lanzani. —dijo Victorio en frente de mí.
—Déjenla en paz. —me puse delante de él y le di un empujón—. Es una chica inocente, no ha hecho nada.
—Llegas tarde, ya todos se divirtieron, excepto tu hermano, creo que heredó también lo poco hombre que era tu padre al igual que tú.
—¿Me creés tan estúpido como para confiar en ti? Sé lo que hacen con los humanos, estuve durante un tiempo aquí. —palmeé uno de sus hombros—. Un dato curioso sobre mí por si no lo sabías.
—Claro que sé que estuviste aquí, pero esta ves aceleramos el proceso ya que sabíamos que vendrías. —sonrió.
—¿Y están felices con esto? ¿Qué ganan haciéndolo?
—No lo sé, pero la sangre humana es muy adictiva. Y tu hermano sabe eso de relleno, deberías preguntarle.
—No lo metas en esto, es muy influenciable y tú sólo te aprovechas.
—No lo obligamos a estar aquí, él puede irse cuando quiera.
—¡¿Dónde está!? —grité enojado refiriéndome a la chica.Se volteó y abrió la puerta que estaba detrás de él, al otro lado estaban Joaquín, Nico, Rochi y un par de chicos y chicas, que se congelaron al verme.
—Aquí lo tienes. —anunció Victorio con las manos abiertas—. Buscabas a tu hermano, ¿no? —rodé los ojos.
—La chica. Buscó a la chica. —aclaré y miré al grupo de chicos que estaba con mi hermano—. ¿Qué hicieron con ella? —pregunté y todos se echaron a reír incluso mi hermano—. ¡Madita
sea! ¿Dónde la tienen?
—Muy lejos se aquí, amigo mío. —respondió Nico, ¿qué le pasa? Él no es así—. No sabes lo que chillaba y lloraba, pero su rescatista nunca llego y tampoco tú. —le encajé un golpe en el ojo derecho, se lo merecía.
—¡Basta, Peter! —exclamó Rochi alejando a Nico de mi alcance—. Vete.
—Ustedes no eran así. Creí conocerlos pero ya no los reconozco, ustedes no son mis amigos ni siquiera son mis conocidos. ¡¡Qué mierda les pasó!!
—Largo. —pidió Joaquín—. No necesitamos tu maldita opinión, no eres nuestro padre. —aún no podía asimilar que mi hermano éste a favor de estos imbéciles—. Es nuestra decisión, no tuya así que; largo.
—No sabes en lo que te estas metiendo.
—Te equivocas, sé muy bien en lo que me he metido y me estoy divirtiendo mucho. —sonrió maliciosamente y Victorio se puso a su lado—. No nos vamos quedar sin hacer nada mientras los del otro lado se divierten y nosotros la pasamos mal.
—Quieren, ¿venganza? ¿Esto es un maldito chiste o qué? Más de la mitad de los humanos, ni quiera sabe de nuestra existencia. —reí—. El gobierno de todas las ciudadelas se encarga de eso y nos tachan de loquitos asesinos.
—No son inocentes, son tan culpables como los demás. —dijo Victorio sentándose en una silla—. Pronto te darás cuenta que tenemos razón.
—Podríamos vivir en paz si tan solo se controlaran todos los que están aquí.
—Ya intentamos eso una vez y no funcionó. —habló un chico pelirojo.
—Peter, no tienes más respuestas que decir, así que lárgate de aquí antes de que te maté. —Victorio, se levantó de la silla dispuesto a darme un golpe—. Lárgate.
—No me voy a ir. —lo fulmimé con la mirada y con mis manos apreté su cuello con fuerza—. No estoy de humor para tus juegos, te metes conmigo y la pasas increíblemente mal, ¿oíste?Lo solté y lo estampé contra una pared para luego darle una patada en la boca del estómago.
—Ya oíste, no estoy de humor. Y no creo que tu grupito de ridículos sea rival para mí cuando ni tú lo eres. —gruñí y lo volví a tomar por el cuello sólo que esta vez lo elevé a unos cuántos centímetros del suelo—. Ahora, contesta mi pregunta; ¿dónde está la chica?
—No te lo diré. —escupió y me dio un cabezazo, logrando zafarse de mi agarre—. Cualquiera de estos chicos acabaría contigo en segundos.
—¿Dónde esta la chica? —pregunté de nuevo, pero no cometí el mismo error que antes. Tomé por el cuello a uno de los chicos del grupo y amenacé con matarlo—. Lo mataré, sino me dicen.
—Hazlo si te atreves. —se encogió en hombros, Victorio—. Todos, sabemos que eres incapaz de matar a alguien pero de algo si estoy seguro. Tienes potencial y eres letal a la hora de pelear en una batalla, quieras o no matar a tu contrincante. Tu papel de vampiro pacifista solo es una pantalla para ocultar lo que eres; una perfecta máquina para matar, ¿o me equívoco, Juan Pedro? —cuestionó.Suspiré.
—¿Dónde esta la chica? —solté al chico empujándolo lejos de mí.
—Esto recién empieza, ¿sabes? Eugenia es la primera de muchas y muchos que humillaremos y torturaremos hasta que mueran siendo drenados por nosotros. —dijo mirándome fijamente—. Y bueno ya si no te quieres ir, puedes quedarte. —volvió a irse por la puerta por la que entramos aquí hace un rato y todo el grupo de sus secuaces me miró.
—¿Qué prefieres irte por las buenas o por las malas? —preguntó Nico con receló en sus ojos—. Te aguanté muchos años pero ya no más. —me golpeó con tanta fuerza que caí de rodillas al suelo—. Eso es por lo de hace rato.
—Hazme lo que quieras, no voy hacerte daño. —respondí levantándome del suelo rápidamente.
—Puedes quedarte. —cedió—. Pero no te quiero ver cerca de ninguno de nosotros, ¿entendido?Asentí, siempre pensé que Nicolás padecía de bipolaridad y ahora confirme mis dudas. Joaquín, se acercó a mí con una expresión preocupada, puede que no estemos de acuerdo en muchas cosas pero eso no quita que seamos hermanos y que siempre estemos pendientes el uno del otro.
—¿Estás bien? —preguntó
_Fue un solo golpe, no es nada del otro mundo. —respondí—. En serio, ¿quieres estar aquí? —susurré—. ¿No te obligaron?
—No espero que me comprendas, pero me agrada estar aquí. -—contestó en voz baja—. Como dijo Victorio; una vez que pruebas la sangre te vuelves adicto.
—Consumir sangre no te hará más o menos fuerte de lo que ya eres, ¿quieres terminar como papá y mamá?------------------------------------
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Espero les guste
Mil gracias por leer 🌈
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No Cruces Los Límites
ספרות חובביםLali muere de curiosidad por ver qué hay detrás del muro que rodea su ciudadela, pero al cruzarlo descubrirá un recóndito secreto que saldrá a la luz tarde o temprano.