Capítulo 5

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Narra Lali

Me olvidé por completo mi enojo contra mi padre por la situación que se estaba presentando ante mis ojos y de la cual no entendía nada. Me puse nerviosa con la presencia de personas extrañas y altamente peligrosas.

—¿Qué está pasando? —le pregunté confundida al guardia—.  ¿Los conoces? —Pablo ni siquiera me prestó atención y se acercó al hombre llamado "Riera"—. Ahg...

Antes de que pudiera hacer otra pregunta, un chico joven y una mujer  saltaron de entre las sombras y otro hombre se quedo atrás apoyado en un árbol observándome.

—Carlos y yo lamentamos mucho lo que pasó en la base de resguardo, Peter. —se disculpó Pablo, dirigiéndose al hombre apoyado en el árbol—. No nos quedó más opción que hacer eso, no fue nuestra culpa. No queríamos levantar ninguna sospecha y por eso lo hicimos. No porque no estemos de tu lado; te apoyamos a ti y todos los de este lado.

Apagué la linterna de mi móvil y caminé unos pasos para ver bien al hombre en el árbol, era Peter que estaba con sus brazos alrededor de su pecho, casi perdido en las oscuridad como si no quisiera ser visto por nadie. Pero tenía una presencia poderosa. Sus ojos resplandecían grises en la oscuridad. Nos quedamos mirándonos detenidamente durante unos minutos y después centramos nuestras miradas en la conversación que mantenían Pablo y sus supuestos amigos.

—¿Los conoces? —pregunté de nuevo  una vez que nos fuimos lejos de esas personas desconocidas para mí—. No me ignores...Pablo...

No obtuve respuesta, siguió dirigiéndome a través del bosque hasta que encontramos la camioneta y mi padre ya se encontraba dentro.

—¿Por qué tardaron tanto? —dijo mi padre encendiendo la camioneta.
—Tú tuviste la genial idea, de que Pablo y yo montáramos una guarida y... —Pablo me miró y me pidió con los ojos que no diga nada—. Pero no nos topamos con nada. Fue una perdida de tiempo.
—Eso no es lo importante, importa que regresaran sanos y sin ningún rasguño. —explicó mi padre acelerando.

Condujo por unos 20 minutos y cuando llegamos a la ciudadela, me devolvió mi móvil.

—Bueno, el resto de la noche pueden  hacer lo que quieran, ambos quedan libres por hoy. —Pablo y yo nos bajamos de la camioneta sin decir nada y mi padre se despidió de nosotros sonando el claxon mientras se iba por otro lado.
—Quiero explicaciones sobre lo que pasó hoy. —le exigí a Pablo con mi expresión seria.
—Vamos a comer, yo invito.

Ambos fuimos a una cafetería que quedaba justo a lado de nuestro edificio. Una señora mayor se puso delante nuestro en el mostrador.

—Yo querría un café caliente con pastel de chocolate, por favor. —
ordenó Pablo y me miró—. ¿Y tú?
—Lo mismo.

Recogimos nuestra orden y Pablo pagó por mí. Nos sentamos en una de las mesas del local que casi estaba vacío, pues solo había un par de personas más y nosotros.

—¿Y? —bebí de mi café y Pablo se comió un pedazo de su pastel—. Me debes una explicación. —asevere.
—Los conozco porque crecí con ellos.
—comenzó a contarme y puse todo mi interés en él—. Ellos estaban de este lado, creerías que lo único que les pasó fue que los mordieron exactamente cómo ocurre en las películas y no es así. Es algo genético, las personas que viste allá eran normales como tú y yo antes de que ocurrirá su "transformación".  Que se da a cualquier edad y eso te conviertes quieras o no en una criatura peligrosa que vive de sangre humana, todas las personas que lo padecen las envían al otro lado. —bebió de su café y se comió otro pedazo de pastel—. Por eso "no cruces los límites" es muy peligroso andar por ahí solo o sola sin ningún guardia atrás tuyo.
—¿Por qué nadie menciona esto? ¿Por qué viven ocultándonos estas
cosas? —cuestioné indignada.
—Para protegerlos. —contestó—. ¿No es obvio?
—Pero, ¿por qué?
—Lali, los vampiros son peligrosos, no podemos convivir con ellos, al menos no por ahora hasta que encontremos una cura o logremos negociar con ellos y llegar a un tratado de paz entre los dos lados. —terminó de comer su última media luna y me miró a los ojos—. Solo tienes que saber que así son las cosas y punto. En fin, tu padre te explicará mejor esto algún día así que... —se levantó y se despidió de mi con un beso en la mejilla—. Buenas noches.

No Cruces Los LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora