Capítulo 28

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Narra Lali

Al final en la noche hablamos sobre lo que teníamos pendiente de contarnos, estuvimos charlando como por 2 horas y nos dormimos algo tarde.

Todo estaba tranquilo hasta que Euge aún con las miles de pastillas que tiene que tomar para dormir, no consiguió cerrar los ojos ni un poco después de tener una pesadilla. Le sugerí en medio de la madrugada que venga a mi cama y duerma conmigo para que así pueda descansar, pero no funciono. Lo que la atormentaba  todas las noches y lo que nunca sabré ni lograré comprender como alguien es capaz de cargar con semejante peso en su espalda, no la dejo en paz ni un momento.

-¿Cómo amaneciste? -le pregunté a Euge sin querer abrir los ojos por la luz que entraba por la ventana, sin embargo no hubo una respuesta de su parte. Abrí los ojos y ladeé la cabeza al mirar su cuerpo a mi lado quieto y en calma, pensé que estaba despierta porque hace veinte minutos atrás lo estaba pero al parecer de algún modo el sueño la venció por fin-. Está bien, te dejaré domir. No hace falta que me contestes. -murmuré haciendo que ella comenzara a gruñir y mejor decidí callarme.

Fui al baño a ducharme y cambiarme de ropa, no había dormido mucho en la noche. No obstante qué importaba eso mientras Euge se encontraba plácidamente dormida luego de haber pasado llorando y sin pegar un ojo durante como 7 horas sin parar.

Salí y fui al lobby para el buffet de desayuno que siempre había todos los días para los que viviamos en este edificio, antes de irme pedí para llevar un par de tostadas, algo de mantequilla y una bolsa café para que Euge comiera cuando se levantara. Sabía que estaría con hambre ahora que siempre lo estaba porque era una mujer embaraza.

Entré a la habitación con la comida como pude y mi amiga estaba justo  despertando haciendo un desastre las cobijas y las sábanas casi tirandolas al piso.

-¿Dormiste bien? -le pregunté poniendo lo que tenía en mis brazos en la mesa centrar que teníamos en medio de la habitación-. Te traje algo de comer.
-Sí, y buenos días. -dijo bostezando mientras removía de su cara unos mechones de pelo-. Tuve un sueño.
-¿Bueno o malo? -agarré un plato de la alacena de la cocina y puse leche en una taza para vertir el café y mezclar todo-. Espero que haya sido algo bonito.
-Fue bastente bonito aunque no recuerdo mucho, pero lo importante es que soñe con cosas agradables y no espantosas. Hace mucho que no tenía esa clase de sueños.
-¿Qué soñaste? -coloque las tosdas en un plato al igual que la mantequilla-. ¿Con Peter?
-Contigo. -respondió rodando los ojos por mi comentario.
-Oh, Euge. Me halagas pero no creo que sea tu tipo, ya sabes. -bromeé y le guiñe un ojo, mi amiga se cruzo de brazos con su ceño fruncido-. Era un chiste, lo sabes, ¿no? 
-No seas tonta, no esa clase de sueño. Soñe con el día en que nos conocimos cuando tenías dieciocho y recién acababas de mudarte aquí, ¿recuerdas?
-Pues claro cómo olvidarme cuando me caí en un charco de lodo con tacos y con un vestido apunto de entrar a una charla estúpida sobre los del otro lado. -dije sacandole una sonrisa a Euge-. Ese día se ganó un puesto en el ranking número cinco de los peores días de mi vida ni me lo recuerdes.
-Debes admitir que fue gracioso estuviste varios minutos tratando de pararte y no podías hasta que decidí ayudarte y acompañarte a limpiarte.
-Mi padre se enojo tanto conmigo ese día. -rodé los ojos recordando-. Te culpo a ti por lo que pasó.
-Y yo lo mandé a la mierda.
-Y yo te felicite por ello.
-Y así comenzó nuestra linda amistad.
-Ha pasado tanto tiempo, ¿no? Digo Gas y yo estamos en la universidad, tú estás embarazada y Agus sigue siendo Agus solo que ahora es más rico que nadie en el puto mundo.

Tocaron la puerta y fui a abrir yo porque Euge no quería hacerlo, ella tenía miedo de que fuera Peter así que volvió a meterse en las cobijas de mi cama demostrandome que tal vez ese hábito que desarrolló después de su secuestro, de realizar aquella acción cada vez que algo le provocaba desconfianza no se iría en un buen tiempo o lo más probable es que no se iría jamás. Para la mala suerte de mi amiga eran Peter y Pablo.

No Cruces Los LímitesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora