Cuando eres niño las personas suelen preguntarte qué quieres ser de grande; mis respuestas siempre solían ser variadas: fui médico, profesor, aviador y hasta astronauta, pero en ninguna de esas veces contesté que quería ser un rey. Y al final de todo fue lo que terminé siendo. Aunque fuera solo por unos meses me iban a coronar. Tendría un título. Un título real.
El palacio vestía de verde y dorado que eran los colores de la nación, había incluso más seguridad que en la boda y la entrada mucho más exclusiva, el primero en llegar había sido Lavi, que no había estado presente en nuestra unión pero para la coronación se sentó en primera fila.
Con la información que tenía, sabía que Lavi había intentado conquistar a Victoria para convertirse en rey, así que probablemente debía ser masoquista para asistir a lo que tanto añoraba y ver cómo coronaban a otro, que además, se trataba de un perfecto desconocido.
Observé mi reflejo en uno de los espejos decorativos del pasillo donde esperaba a Victoria para salir a la sala donde se llevaría a cabo la coronación, en otro contexto parecería que estaba por asistir a una fiesta de disfraces, aunque una muy cara.
El traje de lujo era negro y a mi medida; se complementaba con una cinta verde Dagraophem. Además llevaba dos medallas colgando del saco, no tenía la mínima idea de a qué se debían, pero una de ellas estaba marcada con el sello de la nación; los guantes blancos que cubrían mis manos tenían costuras en dorado, al igual que el traje.
La mujer qué pasó a mi lado llevaba el cabello suelto, pero perfectamente peinado, un vestido verde con destellos dorados que le hacía competencia al de la boda que había usado tres días atrás, en un escote disimulado la piel brillaba bajo la luz del candelabro.
—¿Lista para convertirte en reina?
—He estado esperando por esto más de diez años, créeme, estoy lista.
Félix se colocó a nuestras espaldas, nos pasó un pequeño auricular a cada uno, ya con la experiencia anterior lo coloqué en mi oído y escuché la información que nos daba Ruder a través de él.
—Atentos a cualquier indicación nueva— habló—, hay demasiada seguridad, pero jamás se sabe, no creo que te dejen convertirte en reina con tanta facilidad, Victoria.
—Han revisado a todos seis veces en la entrada y no vamos a comer nada hoy.
Era verdad, por precaución no debíamos de comer nada en todo el día, había demasiadas personas en el palacio y si bien había alguien que se encargaba de probar toda nuestra comida, esas habían sido las indicaciones para el gran día.
—El rey ya está en el salón, su turno será en cinco, cuatro, tres dos, uno entren ya.
Comenzamos a caminar, tomados del brazo, yo temblaba un poco por los nervios pero Victoria iba tan firme como un robot. Con la cabeza en alto y sin mirar a nadie, atravesamos la alfombra de la entrada hasta las escaleras donde dos tronos nos esperaban.
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Cuando la corona se rompe
RomanceJoseph tiene cuatro empleos, hace malabares con las cuentas cada mes y cada día qué pasa se siente más y más atrapado. Victoria es la heredera de uno de los reinos más ricos del mundo, pero para poder acceder al trono necesita un esposo. La propue...