36.5 Desenterrando el pasado.

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V I C T O R I A

Tenía que controlarme. Esta era la noche de mi esposo. Había trabajado por esto demasiado tiempo y todo tenía que salir perfecto, definitivamente no iba a ser yo quien le arruinara la noche, aunque mi mente me estuviera destruyendo despacio desde adentro, vale, quizás no era para tanto, podía controlarme.

Mi padre me enseñó a hacerlo y de entre todas las cosas que le había aprendido, controlar mis emociones era la que mas apreciaba. Joseph hablaba lentamente con Kyle, uno de sus colaboradores, mientras que yo respiraba ordenándome a mi misma a poner todo en orden.

Aunque el hecho de que hubiera tantas personas con máscaras no ayudaba nada a mi ansiedad, no dejaba de imaginar que entre los presentes estaba el hijo de Amira, mi madrastra,quien parecía haber desaparecido de la tierra, no había registros de quién se había quedado con su custodia, o si seguía en Dagraophem. Nada.

A pesar de que lo intentaba, no recordaba mucho de él. Sabía que era un par de años mayor que yo, pero cuando vivió en el palacio no convivíamos, y yo tenía la memoria dañada por los constantes ataques de ira después de la muerte de mi familia, luego del accidente de Amira pase un año en China disciplinando mi mente y al volver, ni siquiera cuestioné donde había quedado el niño, solo enterré el recuerdo de aquella desastrosa noche, y no volví a indagar en él hasta hace unos meses que se lo conté a Joseph.

Y fue Ruder el que comenzó la investigación, cuando descubrimos que era un traidor la pase a mi cargo, solo para encontrar que no había nada. Ahora no podía confiar si realmente él desapareció de Dagraophem, O Ruder mintió sobre eso también.

Además, que la maldita familia D'Visia estuviera aquí tampoco ayudaba, una de las primas de Lavi estaba platicando animadamente con un noble perteneciente a la corte. Si no fuera un elemento valioso, buscaría un plan para poder correrlo el lunes por la mañana, pero no podía hacer las cosas por berrinche y miedos infundados. Bueno, si que podía, pero no era muy ético.

Después de hablar con los políticos y saludar a los presentes que tenia que saludar me sentí agotada. Últimamente estaba mas cansada de lo común y no sabía a que se debía, aunque tenía una sospecha que prefería no indagar.

Probablemente el estrés me iba a ocasionar un colapso físico.

Decidí enfocar mi energía en algo más, como podía ser mi nueva cuñada recién salida de la tumba. Vale, eso fue un poco cruel incluso para mí, y mejor evitar el recuerdo del enojo que sentí cuando descubrí que Joseph me estuvo mintiendo por tanto tiempo.

Vera parece un ciervo bebé asustado, mira a todos lados preocupada de que alguien le preste demasiada atención, sus preciosos ojos azules van ocultos tras unas lentillas castañas, y su cabello bajo una peluca totalmente rubia. Su antifaz, además, es dorado con destellos que arruinan el propósito de hacerla pasar desapercibida.

—Liam, ven— llamé al conde teniendo un plan en mente.

—Majestad, te ves radiante esta noche— halagó colocándose a mi lado, yo sonreí. Ni siquiera recordaba como había conocido a Liam, quizás fue en uno de los múltiples eventos a los que ambos teníamos que asistir, pero me alegraba que se hubiera vuelto un aliado, y que fuéramos tan afines el uno del otro.

—¿Por qué no vas y halagas a mi amiga, que esta por allá sola? Le encanta bailar.

Liam levantó una ceja como interrogante—¿Cuál es tu amiga? ¿Y por qué te dio de hacerte la casamentera?

—La rubia del vestido azul y la mirada temerosa— la señalé con la cabeza.

Siguió la seña hasta llegar a Vera, recargada en una de las paredes.

Cuando la corona se rompeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora