Dos meses después.
Joseph.Posé frente al espejo antes de colocarme correctamente la corbata, mis manos nerviosas temblaban al intentar hacer el nudo, mientras que Harry me juzgaba desde el sofá donde cargaba a su recién nacido el cual se mantenía dormido.
—No entiendo por qué estas tan nervioso, hombre— dijo en voz alta al momento que Liam pasaba a la sala— no es como que sea tu primera vez casándote.
—No, pero es la primera real.
—Hasta donde recuerdo, la otra también fue real—se unió Liam a la conversación—, yo estuve ahí, hasta lloré con los votos.
Harry rió por el comentario de Liam y si no hubiera tenido al bebé cargado le habría lanzado algo a la cabeza, desde que esos dos se conocieron y comenzaron a llevarse bien no había nadie que los soportara. Especialmente yo.
—Bueno, fue real— suspiré estresado—, pero tenía fecha de caducidad, no es lo mismo. Esta vez es para siempre.
—¿Y te estas arrepintiendo? — preguntó dudoso Liam lo que negué rápidamente.
—Para nada, pero me da miedo que Victoria se arrepienta. Ya se casó una vez conmigo y eso le trajo muchos problemas, ¿Qué tal que ahora decide que es mejor idea sacarme de su vida, esta vez para siempre?
Liam soltó una carcajada enorme ganándose una mala mirada de mi parte.
—He conocido a Victoria durante toda mi vida, y créeme, es más probable que venda la nación, antes de dejarte ir otra vez. Debiste verla cuando estuviste lejos.
Asentí, a pesar de que seguía siendo la misma Victoria que le costaba hablar sobre sus sentimientos, durante la platica que tuvimos tras nuestro reencuentro y arruinar a Circe, me contó lo mucho que me había extrañado, y aunque me dolía pensar que incluso lejos le hice daño, me subió el ego enterarme que no solo yo la había extrañado con locura.
Durante esa charla también aclaramos los problemas de confianza, fue un momento revelador al poner las cartas sobre la mesa, nos amábamos, sí, pero queríamos estar juntos sabiendo que nuestra alianza sería mas fuerte que nunca, y sobre todo, que nuestra relación sería inquebrantable.
Y aquí estábamos, un par de meses después, fortaleciendo esa unión, mostrándonos más estables que nunca.
No era una boda secreta, pero si demasiado intima, ahora no había nada que aparentar, no teníamos que fingir amor frente a toda la corte y con transmisiones para el reino, solo éramos las personas que nos querían, ella y yo.
Por eso mismo habíamos decidido la locación de la boda en base al nivel de privacidad que deseábamos, lo último que queríamos era que la prensa interrumpiera nuestro momento especial, así que habíamos comprado una casa frente al lago Voreal, uno de los mas bellos y grandes de Dagraophem. Además, cuando el palacio fuera demasiado grande y asfixiante para nosotros, este lugar sería nuestro refugio, la casa era grande, sí, pero nada comparado al palacio de Hanet, además tenía unas vibras hogareñas e íntimas que amaba, el jardín era lo bastante grande e incluía un muelle, perfecto para celebrar este día.
Llegado el momento, caminé hasta ponerme frente al altar que habían montado sobre el muelle, estaba a punto de caer el atardecer, así que la luz natural que daba ambientación al día era perfecto, los rayos dorados del sol bajo caían sobre las flores blancas que decoraban el camino por el que Victoria caminaría en unos minutos, vi al frente para dar un último recorrido a las personas que estaban ahí.
No eran más de veinte, de mi parte estaban Vera, Harry, Sonia, y la señora Lara. No necesitaba a nadie más ahí. Y de parte de Victoria estaba Liam, Francis, Zaida, Dave y en algún momento esperaba ver a Ruder ahí, había salido de nuestras vidas muchos meses atrás y ahora ni siquiera tenia permitida la entrada a Dagraophem, pero me había acostumbrado a su presencia como una molesta sombra que no verlo sentado con me pareció extraño.
Los presentes se pusieron de pie cuando la musica comenzó a sonar, la version instrumental de la canción que Victoria y yo bailamos por primera vez bajo las estrellas inundó el espacio abierto.
Y entonces la vi.
Se veía radiante, incluso más hermosa que la última vez que la había visto y no sabía como demonios era eso posible, además estaba sonriendo, y no era únicamente una sonrisa socarrona o una media sonrisa con la ceja elevada como solía hacerlas normalmente, se veía genuinamente feliz, y yo no podía ni siquiera comenzar a describir lo que me hacía sentir.
Mi corazón latió con fuerza al verla acercarse a paso lento hasta mí y la recorrí de arriba abajo hasta capturar cada detalle de ella en ese momento en mi mente, lo quería mantener como un recuerdo eterno. Sentí mis ojos humedecerse ante le emoción que me suponía unir mi vida, esta vez para siempre, a la mujer que más había amado jamás. Lleve mi mano hasta mi cuello, desesperado porque llegara hasta mi lado, aunque los siguientes segundos se sintieron como una eternidad, se posó frente a mí, dándome una mano para que pudiera tomarla.
La sujete con firmeza, asegurándome que no la voltaria jamás.
—Te ves sublime.
Victoria elevó una ceja intentado no reírse— ¿sublime? ¿es en serio?
Yo sí que me reí nerviosamente— Hermosa, preciosa, perfecta, ninguna de esas palabras son suficiente para describirte.
—Te amo— contestó ella, haciéndome sonreír aún más.
—Si, te amo es una palabra aceptable.
—Creí que saldrías corriendo, Liam me dijo que estabas muy nervioso.
—¿Recuérdame por qué lo invitamos?—me quejé, menudo traidor— ¿tú no estabas nerviosa?
—¿Por qué lo estaría? Yo ya sé que eres mío y soy tuya.
—Tienes razón.
Sonreímos, aun tomados de las manos nos dimos la vuelta al frente para comenzar la ceremonia, el ministro dio inicio a todo y continuamos cada paso necesario para llegar hasta el punto en el que decíamos los votos mientras que colocábamos nuestros anillos.
—Victoria— comencé—, me siento el hombre más afortunado del mundo por estar este día, y el resto de mi vida a tu lado, por ello prometo estar siempre a tu lado, sujetar tu mano siempre que me necesites, acompañarte en cada decisión que tomes, serte fiel siempre y venerarte en cada momento, amarte incondicionalmente y no mentirte jamás.
Coloque la banda de oro sobre el mismo dedo donde posaba su nuevo anillo de compromiso, luego ella tomó la otra sortija y comenzó sus votos.
—Joseph, cuando no estoy a tu lado me siento perdida— suspiró— no quiero volver a pasar un solo día en el que no estes a mi lado, es por lo que prometo siempre tratarte con respeto, pensar en ti en cada momento, serte fiel, acompañarte en los mejores y peores momentos, ser tu luz cuando lo necesites y ser tu musa siempre.
Sonreímos uno al otro, sin poder apartar nuestras miradas, ni siquiera cuando aquellos que nos acompañaban vertieron los aplausos indicando que se había terminado la ceremonia, me acerque lentamente a mí, nuevamente, esposa, hasta capturar sus lábridos entre los míos sellando nuestro matrimonio con un beso.
—¿Esas listo para para pasar el resto de tu vida a mi lado? —Preguntó con una sonrisa una vez nos separamos.
—No puedo esperar— le aseguré.
Fin.
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Cuando la corona se rompe
RomanceJoseph tiene cuatro empleos, hace malabares con las cuentas cada mes y cada día qué pasa se siente más y más atrapado. Victoria es la heredera de uno de los reinos más ricos del mundo, pero para poder acceder al trono necesita un esposo. La propue...