39. Respira

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Luego de pasar toda la tarde haciendo que aquellos que estaban en el palacio y sabían de la existencia de Vera firmaran el acuerdo, me sentía tremendamente agotado y sin duda no lo suficiente relajado sobre el asunto, sí, ahora nadie de aquí podría ir a vender más información sobre la estancia de mi hermana en Hanet, pero seguían existiendo tantas amenazas sobre nosotros que mi mente no me daba un descanso.

Victoria estaba con Vera cuando volví a la sala medica, ambas platicaban en una voz tan baja que ni siquiera alcanzaba a comprender que era lo que se decían, carraspeé para llamar su atención y voltearon discretamente.

—Hablábamos sobre lo que pasará ahora— explicó mi hermana— Victoria me decía que nuestra mejor arma ahora es el silencio.

Por supuesto que Victoria ya tendría un plan mientras que yo estaba persiguiendo empleados obligándolos a firmar.

—¿Y si ellos dicen primero algo que no es verdad? ¿Si intentan poner al mundo en contra nuestra?

—¿Y si no dicen nada?— Replicó Victoria— Estaríamos dándoles información de más por nada. Hay que dejarlos que den el primer ataque, y a partir de ahí evaluamos como responder.

—No estoy de acuerdo— protesté.

—Tú dijiste que debía mantenerme escondida— recordó la ojiazul.

—Pero ya no estás escondida, Vera. Ahora todos saben que estas viva, y que no hayan dicho nada aún me pone de nervios, ¿hace cuantas horas que lo saben? ¿Seis?

—Liam está pendiente de todos los medios locales de Nueva York, por si hacen alguna declaración.

Fruncí el ceño confundido —¿Liam? ¿El Duque? ¿El mismo que metió a Vera en esto?

Él salía en la fotografía, aunque a penas se alcanzaba a percibir porque toda la atención, como era de esperarse, recaía en ella, yo lo había reconocido.

—Él no sabia quién era ella antes de todo esto— murmuró Victoria en su defensa— y si estaba con ella fue porque yo lo mandé para que le hiciera compañía.

—Ah, entonces ha sido culpa tuya,, ¿no?

—Joseph no— Victoria se puso de pie mientras que Vera solo nos observaba—, no intentes culparme a mí, o a Vera, y mucho menos a Liam. Estas son cosas qué pasan, no hay culpables en esto.

—Yo les dije que no era buena idea nada de esto. Nunca debí dejar que me dejaran convencer.

—¿Tú te dejaste convencer? Lo siento pero Vera es una mujer ya que puede decidir por sí misma y no era justo que por culpa tuya estuviera encerrada en ese lugar.

—No fue por culpa mía— reí irónicamente— era por su seguridad, pero tú tenias que interceder, ¿no? Como siempre tenías que controlarlo.

—Ni siquiera vayas por ahí Joseph, que no estamos en los mejores términos ahora ni somos la pareja mas estable de Dagraophem como para que agregues más conflictos a nuestra relación.

La miré fijamente a los ojos, estaban llenos de rabia y cansancio. Sabía que tenía que detenerme.

—No estoy agregando mas problemas, estoy poniendo las cartas sobre la mesa. Yo conozco a mis padres, y sé que si no nos adelantamos a los hechos van a joderlo todo aun más de lo que ya está.

—A lo mejor no dicen nada— intervinó Vera luego de mantenerse estos minutos solo escuchándonos.

—¿Tú crees, Vera? Siguen siendo los mismos que quieren aparentar que todo esta bien, incluso con tu suicidio dijeron a los medios que estabas enferma del corazón.

Cuando la corona se rompeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora