25. Pidiendo la verdad

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—Llegaron los reyes de Baréin, y Victoria y tú tienen que atenderlos, cenarán con ellos en el comedor principal del palacio, es a las 7— Ruder me informó luego de afrontarme en uno de los pasillos del palacio, era sábado y Victoria y yo seguíamos ...

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—Llegaron los reyes de Baréin, y Victoria y tú tienen que atenderlos, cenarán con ellos en el comedor principal del palacio, es a las 7— Ruder me informó luego de afrontarme en uno de los pasillos del palacio, era sábado y Victoria y yo seguíamos sin dormir juntos, bueno, sin hablarnos siquiera.

—¿A caso Victoria no puede decírmelo por ella misma?

—Mira, a mí me importa muy poco lo que pase entre ustedes, sí quieren pelear háganlo, pero que no se te olvide que se te está pagando para ser un buen esposo al menos frente al pueblo y demás políticos, y te toca fingir hoy a las 7.

—¿Y tú quien te crees que eres para hablarme así? — Vale, seguía enojado y lo estaba pagando con él.

—Mejor amigo de Victoria, y miembro de la corte, a mí lo único que me importa es que ella consiga quedarse en el poder, y si te tengo que hablar mal a ti lo haré.

Y se fue, sin dejarme decir nada más. Ruder cada vez me soportaba menos y el sentimiento era mutuo.

Traté de seguir mi camino hasta la habitación, pero nuevamente fui detenido, esta vez por Circe, que iba con una sonrisa en el rostro.

—¡Joseph! Que maravilla encontrarte ¿ya escuchaste que los reyes de Baréin vendrán a visitarnos? Seguro será una comida entretenida, sobre todo porque Victoria tiene un mes esperando hablar con ellos, aunque seguro eso ya lo sabías.

—¡Claro!, no soy muy seguidor de las políticas públicas de Victoria, pero algo me mencionó— vale, ya estábamos de vuelta con las mentiras en automático.

—Sí, esperemos que la cena sea productiva y podamos conseguir que cedan para que la exportación de fresas pueda pasar por su territorio, nos ahorraríamos mucho en transporte.

—Sin duda, habrá que ser muy hospitalarios ¿no crees?

—Por supuesto, iré a prepararme, tú deberías hacer lo mismo llegarán en un par de horas.

—Para allá iba— volví a mentir, aunque sí que tenía pensado ir.

Me despedí rápidamente de Circe ¿a caso Ruder no pudo haberme explicado las cosas así como ella?

En mi habitación individual tenía muy pocas cosas, ropa más casual que era la que usaba en mi día a día y eso porque la había sacado de la habitación conyugal a escondidas. Pero la ocasión ameritaba un traje, y todos los que tenía estaban en esa habitación.

Fui allá por medio del pasillo secreto, y cuando llegué al armario sonreí al ver que estaba vacío, la meta era encontrar un traje. ¿Debería combinar mi ropa con la de Victoria como veníamos haciendo? Pero no había forma de saber que usaría, y yo no pensaba preguntarle.

La puerta del pasillo se abrió repentinamente y Victoria entró unos segundos después. Llevaba un vestido verde ajustado y ya estaba maquillada, se quedó congelada cuando me vio frente a ella.

Cuando la corona se rompeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora