27. Fantasía

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Advertencia: contenido sexual descriptivo.

Cuando recién llegué a Londres tuve una temporada en la que me sentía demasiado vacío, a pesar de que Harry estaba ahí para lo que necesitara fue difícil adaptarme a mi nuevo estilo de vida

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Cuando recién llegué a Londres tuve una temporada en la que me sentía demasiado vacío, a pesar de que Harry estaba ahí para lo que necesitara fue difícil adaptarme a mi nuevo estilo de vida... sin mis amigos, sin mis hermanas, sin dinero e incluso sin mis abuelos de los que ni siquiera me pude despedir. Sentí que había perdido todo de golpe y lo único que deseaba era algún día dejar de sentirme así.

Ese día había llegado.

Luego de la plática reveladora que tuve con Victoria, nuestra relación se volvió, de cierta manera, más íntima. Nuestras rutinas volvían a ser parecidas a antes de mi secuestro.

Dios que raro se siente pensar en que fui secuestrado, esa era mi vida ahora.

De cualquier forma, Victoria y yo pasábamos cada día juntos, desayunábamos en su oficina o en la mía, comíamos con Ruder y Circe y luego volvíamos a cenar juntos mientras que veíamos alguna película, ya habíamos terminado todas las de Harry Potter y habíamos comenzado las de Narnia, cada noche dormíamos juntos y podía asegurar a este punto que me estaba enamorando de ella.

No, ya estaba enamorado de ella. Y sabía que había muchas partes de su vida que desconocía y cuyos detalles jamás descubriría, pero yo mismo seguía ocultando información, aun así, no creía que para amar a alguien tuvieras que saber todos sus secretos, solo tenías que amar lo que conocías y saber que seguirías amando aún lo que te sorprendería. Y era lo que yo sabía.

Pensaba en decírselo, de hecho justamente pensaba en aquello la mañana de ese viernes en el que Dave tocó mi puerta y me dijo lo que menos esperaba escuchar.

—Hay un hombre en la entrada del palacio que exige hablar con usted, dice que es su padre.

—Dile que soy huérfano— dije burlonamente. Me sorprendía la cantidad de personas que decían tener un parentesco con alguien del palacio para querer entrar.

—Está más insistente de lo normal, dice que se llama John Miller. Los guardias van a arrestarlo si sigue insistiendo.

—Mierda— susurré, comenzando a cerrar el documento que checaba sobre el presupuesto de restauración. —¿La reina sabe que está aquí?

—Lo sabe, hablé con ella primero y me dijo que usted se haría cargo.

—Está bien, Dave. Dame 10 minutos y estaré ahí en la entrada. No lo detengan solo... déjenme llegar.

—Eso haremos, Joseph.

—Y Dave— lo llamé — dile a los guardias que no es mi padre, solo quiero evitar un escándalo.

—Como ordene.

Con mucho pesar y maldiciendo a John Miller por aparecer justo cuando las cosas en mi vida parecían ir bien, salí de la oficina con decisión, me dirigí a la entrada del palacio, había un grupo de guardias vigilando y entré a la casilla de seguridad.

Cuando la corona se rompeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora