23. Secretos y dudas.

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Cuando escuché la voz de Victoria me entró alivio y preocupación en la misma intensidad, me alegró saber que estaría pronto con ella, pero me preocupé de que se hubiera puesto en peligro solo para salvarme, así que a pesar de no ver nada por tener...

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Cuando escuché la voz de Victoria me entró alivio y preocupación en la misma intensidad, me alegró saber que estaría pronto con ella, pero me preocupé de que se hubiera puesto en peligro solo para salvarme, así que a pesar de no ver nada por tener la cabeza cubierta, caminé torpemente al frente, con esperanza de llegar rápido hasta ella.

Sentir sus manos en mi piel se sintió como estar en casa.

Intenté orientarme rápidamente, pero Victoria ordenó que nos subiéramos a la camioneta, lo hicimos con rapidez y arrancaron fuera de la bodega tan rápido como fue posible, me quejé por el dolor de algunas heridas, jamás en la vida me habían golpeado, ni siquiera había estado en ninguna pelea y era una mierda, estando ya a salvo la adrenalina estaba abandonando mi cuerpo dándole paso al dolor.

—¿Te duele? ¿Te sientes muy mal? Aguanta un poco, ¿sí? Te llevaré con Galia, ya la llamé. Te dará algo para que resistas el vuelo hasta el regreso a Dagraophem—. Victoria acarició mi cabello con preocupación, y me ordené a mí mismo no seguir quejándome para no angustiarla.

—Estoy bien—, mentí descaradamente—, no debiste venir por mí. Te pusiste en peligro.

—¿Quieres que hablemos de ponernos en peligro? ¿En serio? Eres un inconsciente, ¿qué no te dije que te cuidaras? ¡Pudieron haberte matado! Imbécil.

Me reí de su enojo, lo que ocasionó que me dolieran las costillas, pero Victoria mantenía a su expresión molesta, o más bien diría preocupada.

—Lo siento, en serio. Fue estúpido salir sin avisarle a Dave ¿Dónde está, por cierto?

—Lo despedí.

—¿Por qué hiciste eso? —, pregunté verdaderamente disgustado.

—Porque su trabajo era mantenerte a salvo, y te secuestraron. Si no hace su trabajo hay que contratar a alguien más.

—No contrates a nadie más, yo lo quiero a él y a todo mi equipo de seguridad que ya tengo. Es en serio, Victoria.

—Lo hablaremos en casa.

—No, lo hablaremos aquí. Vuélvelos a contratar, en serio, lo qué pasó fue totalmente mi culpa, yo me expuse e ignoré todas sus indicaciones. Ellos hicieron bien su trabajo.

—Si los vuelvo a contratar no volverán a perderte de vista ¿estás de acuerdo?

No, pero diez personas no perderían su trabajo por culpa mía.

—Sí, ahora llámales, si siguen en Londres que regresen con nosotros.

—Bien, le diré a Félix que les notifique. Ahora descansa, te quiero bien.

Me quería. Bueno, me quería bien, pero eso no evitó que por un momento, mi corazón se acelerara con sus palabras.

Asentí, cerrando los ojos por el resto del camino hasta que llegamos al edificio anaranjado que me trajo un enorme deja vù.

Cuando la corona se rompeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora