El clima en Dagraophem era algo raro, por ejemplo, un día anterior hacía demasiado frío y aunque no llegó a nevar, incluso dentro del palacio teníamos que usar abrigo. Hoy, ya estábamos a 18 grados, que no es precisamente caluroso, pero tampoco es que sea demasiado frío, por lo que podíamos estar tranquilamente en uno de los jardines de la propiedad, sin congelarnos las pestañas en el proceso.
Y precisamente eso estábamos haciendo. Me arreglé con los cocineros para preparar algunas tartas, quesos y tomé un vino de la reserva del palacio. Esperaba que nadie se molestara o pensara que era tomarse demasiadas atribuciones, aunque en teoría todo aquello que era de Victoria, también era mío.
Victoria se veía tranquila, incluso se sentó en la manta sin protestar y cuando comencé a sacar todas las cosas de la cesta se mostró sorprendida.
—¿Tú preparaste todo esto? —Preguntó, tomando uno de los platos pequeños.
—A ver, en teoría recibí ayuda para hacer las tartas, ni siquiera se hornear galletas. Pero ordené la canasta ¿te gusta?
—Todo se ve delicioso, y hace muy buen clima. Jamás había estado en un picnic.
—Yo tampoco. Es la primera vez que lo hago, así que si resulta malo o aburrido, dame una segunda oportunidad ¿de acuerdo?— reí levemente comenzando a sacar el vino.
—¿Alguna vez haz patinado en hielo en un lago? —Preguntó de la nada, observando el lago que estaba frente a nosotros, que no estaba congelado, aunque si que lo estuvo días anteriores.
—No, jamás he patinado ni en una pista artificial. ¿Tú si?
Negó levemente, —Tampoco, cuando era más pequeña quise hacerlo, pero mi padre no me lo permitió, creyó que era muy peligroso. Ahora soy demasiado grande para eso.
—Victoria... solo tienes 22 ¿sabes? Además nunca se es demasiado grande para hacer las cosas. Cuando vuelva a congelarse el lago, vendremos a patinar ¿qué dices?
—Está bien, ojalá se congele pronto entonces. Será la primera vez de ambos y lo haremos juntos.
A pesar de que sólo me había prometido una hora, Victoria y yo estuvimos charlando por casi dos, cuando se nos terminó la comida y nos quedaba media botella, mandamos traer algunos dulces, no queríamos que el tiempo se nos terminara, o que tuviéramos que tener alguna excusa para entrar.
—No me puedo creer que jamás en la vida has jugado Monopoly ¿de verdad?
—Es que ya te dije que no tengo mucho tiempo libre, deja de juzgarme—. Se victimizo, empujándome levemente con su hombro.
—Venga ya, haré una lista de todo lo que nunca haz hecho y entonces lo haremos juntos, para haber conquistado dos pueblos y terminado una maestría, haz vivido muy poco.
—Vivía de manera distinta a la tuya, cierto. Pero apuesto que a pesar de no haber jugado nunca, soy más buena que tú.
—No es lo mismo ser estratega en la vida real que en el monopoly, Victoria. Acá hay que saberse bien las reglas, y tener buena suerte en los dados.
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Cuando la corona se rompe
RomanceJoseph tiene cuatro empleos, hace malabares con las cuentas cada mes y cada día qué pasa se siente más y más atrapado. Victoria es la heredera de uno de los reinos más ricos del mundo, pero para poder acceder al trono necesita un esposo. La propue...