32.5 Un encuentro inesperado

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༒Victoria ༒

Odiaba a mi esposo.

Iba a divorciarme de él en cualquier momento.

Seguro, como si no supiera que por más que lo intentara no podía estar separada de él, por más enojada que estuviera jamás iba a dejar de amarlo. Jamás me había sentido de esa manera y me aterrorizaba.

Honestamente, no supe en qué momento me enamoré tanto de él, que sería capaz de hacer cualquier cosa para que esté bien y a mi lado.

Pero, volviendo al tema, estaba muy molesta, tanto amor no lograba que no me sintiera herida y enojada por lo que me ocultó por tanto tiempo, me hacía sentir estúpida pensar en que lo que me dijo sobre como se sintió con la muerte de su hermana era todo falso.

Porque su hermana no estaba muerta, estaba frente a mí.

—Tú eres la esposa falsa— la voz de Vera era tranquila y dulce, incluso un poco infantil, se veía demasiado joven, aunque si no estaba equivocada y Joseph no me había mentido en eso también, debía de tener 19 años.

—Y tú la hermana muerta—, respondí, sin pensar demasiado en mis palabras.

La chica me observó detenidamente, abalizándome, así que hice lo mismo; sus ojeras estaban demasiado marcadas, aunque lo que más sobresalía de su rostro eran los ojos azules tan característicos, igual a los de Joseph. Y a los de Dante. Y no conocía al resto de su familia, pero podría asegurar que también los compartían. Su cabello castaño claro, casi llegando a un rubio oscuro, caía en ondas por sus hombros, por un mechón pude deducir que le llegaba a la cintura, a pesar de que se veía físicamente agotada y con un gran peso sobre su espalda, era preciosa. Tenía una especie de belleza trágica que me ocasionó lastima. Solo sabía de ella lo que mi esposo me había contado cuando creía que estaba muerta, pero una tristeza y empatía por su historia me inundó.

Sacudí mi mente de esos pensamientos, no quería sentir lastima por ella, sabía que lo ultimo que quería un persona era la lastima de un desconocido, y si estaba ahí era para intentar conocerla mejor, ahora éramos familia y como planeaba pasar el resto de mi vida con Joseph, quería ayudarla a ella también.

—Sí, legalmente estoy muerta— mencionó, ¿de qué estábamos hablando?

—Lamento mucho que tengas que fingir tu muerte, no me imagino tener que dejar todo para esconderte.

Se encogió de hombros, queriendo restarle importancia—. Abandonar mi antigua vida fue lo mejor que pudimos haber hecho, lo que no es tan divertido es estar encerrada aquí.

—¿Cuánto tiempo llevas...mmm, encerrada aquí?

—Dos años y siete meses.
Abrí los ojos, sorprendida, ¿casi tres años?

—¿Puedo preguntar cuál es tu diagnostico?

—Estrés post traumático, trastorno adaptativo, trastorno limite de la personalidad, entre otras cosas. En pocas palabras... soy algo inestable. Aunque tuve una buena racha de casi ocho meses sin ninguna crisis, hasta anoche.

—Yo tengo trastorno explosivo intermitente, estuve un año y medio encerrada.

Me miró sorpresivamente, aunque luego sonrió burlescamente.

—Me agradas, ¿por qué te casaste con mi hermano?

—Me estaban obligando a casarme con alguien, era él o cualquiera de mis pretendientes que eran idiotas, aburridos, o viejos. Así que le ofrecí dinero a tu hermano para casarse conmigo.

—Entonces en eso no me mintió.

—No—confirmé—, no lo hizo. Contrario a mí, a la que si mintió.

Cuando la corona se rompeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora