38.5 La hija de mi padre.

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Lo siento, hija. Te amo

Cinco palabras.

Cinco malditas palabras que me habían arruinado la poca paz mental que tenía.

Cuando el rey murió, porque me negaba a seguir llamándolo mi padre, leí esa carta sin saber a qué se refería, en un principio, y por los últimos meses pensé que se disculpaba por haberme dejado. Creí que era una especie de mensaje en el que lamentaba haberse ido de este mundo.

No tenía idea de que significaba más allá de eso y que era un maldito acertijo.

o s j a
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Él me había enseñado ese código cuando era niña, y hubo un tiempo que le escribía cartas en él para comunicarnos, lo recordaba perfectamente solo que no pensé en él hasta esta noche. 2 = ABC 3= DEF 4= GHI 5=JKL 6=MNO 7= PQRS 8=TUV 9=WXZ
La anoté una vez más en un papel al que luego prendí fuego.

O S J A
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La maldita combinación de la caja fuerte que encontré entre sus cosas. Creí que estaba alcanzando un nuevo nivel de locura cuando leí la carta una y otra vez el pasado domingo. Creí que era solo que la tinta se derramaba más en esas cuatro letras, y no que era un mensaje oculto. Excepto que algo muy dentro de mí, quizás la parte que conocía mejor a mi padre, me decía que tenía que analizarlo más.

Ojalá no lo hubiera adivinado. Ojalá no me hubiera confirmado aquello que me contó Lavi antes de morir.

Pero lo había hecho, frente a mí tenía la caja fuerte, tan pequeña como una lapicera, y tan valiosa como un diamante. En el fondo, escondía otra carta. La verdad de mi padre. La verdad que me destruyó.

Querida Victoria.

Si estás leyendo esta carta es porque eres tan inteligente como siempre espere que fueras. Y porque yo no estoy en este mundo mortal más. Pero no te pongas triste, sé que estoy en un lugar mejor, y que dejo lo más importante de mi vida, el reino, en buenas manos: las tuyas.

Te preguntarás porque hice un acertijo tan improbable de ser descubierto para decirte mi último adiós, y la verdad es que no estoy seguro, quizás fue que en el fondo de mí tengo suficiente miedo de confesarte la verdad, pero sé que eres fuerte, valiente, fría y sabrás afrontarla. Así como igual espero que me entiendas, aunque sospecho que lo harás porque en el fondo somos iguales y sé que en mi lugar habrías hecho lo mismo. Al final de todo, eres mi hija. Mi única hija.

En efecto, querida hija, Mariela, tu adorada hermana, nunca compartió mi sangre, y por consecuencia nunca fue digna sucesora al trono, contrario a ti. Descubrí el engaño de tu madre una tarde de abril, y ellas dejaron este mundo en julio. Y es que, tú dime, ¿qué opciones tenía? Tu madre, la mujer que más amaba en el mundo, a la que incluso consideré querer tanto como a mi pueblo, me engañó, en mi propio palacio. En mi país. Y no sólo tuvo la osadía de revolcarse con su chófer en nuestra cama, sino que además me mintió diciéndome que tu hermana era mi hija. Mariela era una buena niña a pesar de la sangre bastarda que corría por sus venas, me dolió despedirme de ella, pero ese dolor no fue ni un cuarto de la alegría que sentí al confirmar que tú si eras mía. Al final de todo, siempre fuiste mi favorita.

De cualquier manera, te confieso esto ahora porque aunque consideré llevarme este secreto a la tumba, sabía que lo mejor era que tú lo supieras. Alguien está tratando de arrebatarnos el reino, aunque no se quién sí confío en que lo resolverás, porque eres capaz de hacerlo, es por ello que quiero que tengas toda la información posible. Quiero que tengas todas las armas que necesites para defender tu país y tu patria tanto como yo. Tienes que defender Dagraophem incluso de las personas que amas, así como lo hice yo.

Cuando la corona se rompeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora