Joseph
Empaqué muy pocas cosas para volver a America después de abandonar a el palacio, únicamente había guardado ls cosas de Juan Gris, muy poca ropa, mis documentos oficiales y nada más, llevaba una maleta incluso más vacía que con la que llegué siete meses atrás.
Dejé los trajes, las coronas y mi corazón roto guardado hasta el fondo del cajón.
Juan Gris maulló cuando lo metí en la jaula transportadora, negándose a moverse de ahí, pero no podía dejarlo porque jamás iba a volver.
Subí a la camioneta destinada a llevarnos al aeropuerto dando un último vistazo al palacio, en especial a la torre en la que sabía que Victoria estaba trabajando justo en ese momento. No se despidió y no me despedí. Tenía la sensación de que todo había sido demasiado apresurado, pero comprendía que las circunstancias lo habían hecho así, a pesar de que era consciente de ello algo no terminaba de encajar en mi mente. Seguía sin procesar del todo que me iría y no volvería nunca más.
Titubeé antes de decirle al chofer que podíamos partir, dudando si bajarme y despedirme del amor de mi vida una vez más o aceptar la cruda realidad de que nuestro amor no había sido lo suficientemente fuerte.
Al final, preferí no arriesgarme a que se negará a verme, si hubiera querido decir algo más antes de partir, lo habría dicho en la sala mientras firmábamos el divorcio.
Una vez estuvimos en el avión me permití soltar el aire que había estado deteniendo, Vera dormía en el sofá frente a mí y yo me dediqué a únicamente ver por la ventana, Dagraophem se veía cada vez más lejano a mí. Con nostalgia delineé el país desde la altura, ese que había sido mi hogar durante varios meses, pero era el momento de seguir adelante.
Un mes después.
Ver a toda mi familia reunida otra vez fue un golpe bajo. Uno que me dolía como una herida vieja sin sanar. A pesar de todo el pleito legal al que nos habíamos enfrentado el último mes, no había habido ninguna audiencia en la que se nos enfrentará. No hasta ahora.
Mis abogados habían hecho un gran trabajo posponiendo este encuentro lo más que se pudiera por Vera (y en parte por mí), pero ese momento era inevitable. Así que ahora estábamos aquí, frente a frente, mi padre se veía más viejo que la ultima vez que fue a verme al palacio, y mi madre rompía en lágrimas cada vez que intentaba hablar. Mis hermanas seguían tan frías y ajenas a todo, como siempre.
A mi lado estaba Vera, quién tras un mes de volver a comenzar un nuevo tratamiento volvía a estar estable. Yo también había comenzado a ir a terapia, fue una sugerencia de los abogados pero tras las tres sesiones necesarias para presentar a la corte, decidí continuar con las terapias. Mi psicólogo era un hombre que no se reía de mis chistes, pero que a pesar de ello no me juzgaba y me hacía sentir comprendido. Sabía que me estaba haciendo bien.
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Cuando la corona se rompe
RomanceJoseph tiene cuatro empleos, hace malabares con las cuentas cada mes y cada día qué pasa se siente más y más atrapado. Victoria es la heredera de uno de los reinos más ricos del mundo, pero para poder acceder al trono necesita un esposo. La propue...