Capítulo Treinta y Siete.

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El ruso detuvo sus pasos a mitad del pasillo del vigésimo nivel cuando estaba rumbo al elevador disponiéndose a bajar en busca de su pareja siendo ya hora de almuerzo, algo no estaba bien.. la marca le indicaba que su Omega estaba muy asustado y emitiendo el gemido de auxilio. Así que corrió hacia las escaleras siendo esta opción más rápida que esperar el elevador, llegó hasta el décimo sexto nivel en dos minutos motivado por su instinto y al entrar a la oficina usual notó que no había rastro de su tricolor.

-¿Rusia, estás bien? -Se acercó el de ojos marrones tras levantarse con cuidado de su silla, el mencionado se veía sumamente alterado y miraba hacia el escritorio de su mejor amigo ausente-.

-¿En dónde está Alemania? -El eslavo intentó no gritar debido a que conocía al de sol rojo y además estaba esperando un cachorro por lo que no podía alterarlo, aunque por dentro estaba al borde de la desesperación con el lazo dándole un horrible dolor de cabeza-.

-Creí que ya estaba contigo, salió hace veinte minutos.. -Japón lo vio pensativo, tal vez el otro Omega fue llamado por alguno de los jefes a último momento o algo similar, pero no se explicaba el Aroma a estrés del más alto-.

El de piel roja sintió como su corazón casi se detiene unos segundos hasta que una alerta a su radio hizo reaccionar a ambos.

-Rusia, baja al sótano ya mismo, es Alemania. -La voz del italiano salió del aparato con un ligero tono a interferencia debido a la profundidad del subsuelo en lo que se oyeron ligeros llantos bajo esta-.

El eslavo nuevamente volvió a correr desesperado hacia las escaleras y el Omega de pancita pronunciada se dirigió nervioso hasta el elevador pues no podía imitar al otro por obvia razón, llegaron relativamente al mismo tiempo y Serbia los recibió para guiarlos hacia el lugar donde el europeo había llevado al rubio.

-¡¿Qué sucedió?! -Rusia corrió otra vez hasta dejarse caer de rodillas junto a su pareja que apenas lo sintió se aferró a sus brazos escondiendo la cabeza en su pecho aún bastante tembloroso y sin dejar de sollozar-.

-No lo sé, solo lo encontré parado en medio del camino y apenas me vio se me lanzó llorando, no tiene ninguna herida visible o algo -Explicó el de cabello miel levantándose del suelo pues había decidido sentarse para intentar calmarlo con sus feromonas de confort pero no tenían el mismo efecto en alguien ya marcado así que solo se mantuvo abrazándolo en lo que el serbio iba a revisar las cámaras y su otro amigo llegaba-.

-Ale querido, ¿Qué sucedió, te hicieron algo? -La pequeña mano albina de su mejor amigo se colocó en la espalda del de corbata roja para hacerse saber que todos estaban con él para cuidarlo-.

-Mi.. mi padre... quiere, quiere un.. un cachorro Alfa.. a cambio de.. mi madre.. -Alemania balbuceó con la voz acuosa y frágil, apegándose lo más que pudiera a su ruso intentando sentirse protegido por él entre sus brazos-.

Hubo un silencio sepulcral entre los demás presentes, conocían ya la historia pero.. si su amigo estaba así era claro que el otro padre no iba a ser Rusia, el cuál estaba rígido sin soltar al menor.. oír esa detestable oferta había sido como recibir un balazo directo al corazón, él... no podía decirle que renunciara a su madre.

•   •   •

-Yo.. te llamé para.. disculparme por lo que sucedió ayer -El de parche azul apretó los puños apoyándose en el escritorio de su oficina privada, había estado evadiéndolo todo el día en las reuniones de OMS y ONU pero no podía seguir actuando como un cobarde-.

-¿Hm, disculparte? -Weimar ladeó la cabeza extrañado aún de pie a unos pasos de la puerta, para él no había sido algo del otro mundo a pesar que era la primera vez que parecía sentir algo por alguien de su misma casta- Pero si solo entraste en Celo, no es nada raro aunque supongo que era fuera de fecha.

-Eso no debía pasar, no con otro Alfa.. -Suspiró el americano cerrando los ojos, aún más avergonzado por la mención de ese estado en particular-.

Luego de que comenzaran a besarse empezó a sentir mucho calor, sin pensar siquiera acorraló al de ojos cielo levantándolo y apretando su tarsero de manera posesiva, frotándose un par de veces contra su cuerpo hasta que una gemido bajo ajeno lo hizo volver en sí y se alejó respirando agitado.. apenas pudo mirarlo antes de salir de allí tomando sus cosas, abandonando el edificio rumbo a una farmacia para comprar un supresor en lo que llegaba a su casa aún sumamente confundido.

-Tal vez.. no tenga nada de malo.. -Bajó la mirada el de piel amarilla sintiendo una presión en su pecho, le dolió un poco así que se llevó una mano allí atrayendo la atención del contrario, respiró profundo e intentó disimular- Pero si te sientes incómodo, entonces yo.. no voy a insistir y me alejaré.

¿Realmente quería mantener la distancia?, el de uniforme oscuro se removió ansioso ante la idea sintiendo un mal sabor de boca y un creciente picor agudo en su pecho que lo hizo resoplar, todo era tan extraño pero cuando el de hebras doradas abrió la puerta para retirarse de allí ante su silencio.. sintió un pinchazo en el meñique al igual que el germano que se detuvo mirando sorprendido su mano ahora alzada.

-No.. no te vayas.. -Murmuró América por reflejo, acercándose con prisa a la entrada de su oficina para atraer al contrario hacia él con el instinto resonando en su cabeza, la puerta se cerró y rodeó con sus brazos al otro Alfa-.


Ellos, eran Destinados.

Un Buen ALFA (RusGer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora