Capítulo Cuarenta y Siete.

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-¡No, mis cachorros no por favor!, ya.. ya basta se los suplico.. -El Omega lloró desconsolado mientras sus pequeños bebés eran otra vez arrancados de sus brazos, nunca podía conservarlos por más de dos meses y ya había.. perdido la cuenta de cuántos le fueron arrebatados-.

Como siempre fue ignorado y se dejó caer sobre su nido pisoteado sintiendo su corazón desgarrarse por el dolor, pero no era más que una incubadora viviente y jamás podría ver crecer a sus bebés como tanto soñaba. Su hermano menor llegó a dos doras horas después lleno de moratones y con la ropa sucia, ninguno dijo nada ya sabiendo lo que les había sucedido; Norte nunca podía proteger a su hermano y Sur siempre callaba su llanto para no hacerlo sentir mal, después de todo haber sido castrado de niño le quitó gran parte de la fuerza que poseían los Alfas.

Todos los criaderos debían tener un guardián Alfa que pudiera usar su voz de mando para mantener el control pero.. que no tuviese el instinto sexual para "Tocar la mercancía", el desafortunado había sido él... tras ofrecerse voluntariamente con tal de que no lo separaran de su hermano.

Se acurrucaron otra vez entre la oscuridad hasta que la puerta de su pequeño espacio se abrió al amanecer poniéndolos alerta, normalmente solo eran molestados para cuando un nuevo Celo del albino se presentaba y debían sacar al menor para evitar que interrumpiera mientras algún desconocido lo tomaba. Pero esta vez se asomó un hombre enmascarado sin Aroma que los observó en silencio durante un buen rato antes de asentirle a alguien tras la pared y entraron a sacarlos a rastras hasta subirlos a un auto grande en el que se arrinconaron a un extremo sin saber qué hacer, el extraño dio la orden de irse por lo que así un largo viaje comenzó hasta llegar a una mansión al otro extremo de la ciudad en donde los bajaron con algo más de cuidado en medio de un jardín de césped bien cortado. Sur comenzó a llorar, estando tan impresionado de ver algo más que paredes grises, ni siquiera sabía cómo se veían las flores reales o lo bien que olían.. el hombre los dejó jugar entre la fauna hasta que cansados se acostaron sobre el basto verde de la propiedad.

-Me alegra ver que se sientan cómodos, esta es su casa ahora, son libres. -El de traje costoso les tendió un vaso con jugo de naranja a cada uno, que se bebieron maravillados casi al instante en que lograron probar un sorbo, aquellas pobres criaturas esclavizadas por el sistema injusto de los Alfas-.

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-¿Un grupo, dices?.. -La voz del mayor sonó tranquila en la amplia oficina, ya había pasado algún tiempo desde que compró a esos dos hermanos para sacarlos de la miseria que vivían, les había tomado bastante aprecio al convivir con ellos a diario-.

-Si señor, para rescatar a más como nosotros, si nos lo permite -Norte respiró profundamente esperando una respuesta, por todos lados habían Omegas y otras castas siendo doblegadas sin piedad como si fuesen simples objetos, los cachorros seguían siendo separados de sus madres para venderse al mejor postor-.

-..Pueden hacer lo que gusten, los ayudaré en todo lo que pueda influir con este maldito dinero -El Gamma entrecerró los ojos, casi escupiendo en la memoria de su imbécil difunto esposo quien había sido el dueño de todo eso antes de ser asesinado por la yakuza debido a sus negocios turbios con estos- Pero con un grupo no bastará, deber ser algo que haga la diferencia.. algo que acabe con este este orden injusto en el que estamos condenados a vivir.

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-¿Y... qué significa "OCOI"? -El Omega de largo cabello ladeó la cabeza sin entender bien, el tablón de notas estaba lleno de muchas cosas con fotografías y direcciones de lugares horribles donde prostituían a las castas más bajas-.

-Organización de Cambio del Orden Injusto. -Señaló el de parche oscuro con calma, no quería exponer a su querido hermano a esos lugares otra vez pero no tenía de otra pues nadie confiaría en un Alfa así como así debido a lo que viven- Comenzaremos reclutando a los Omegas del barrio septentrional, si les pagamos lo suficiente podrán salir sin ataduras de ese infierno.

-Está bien, si nuestro señor está de acuerdo entonces ayudaremos a esas personas como él a nosotros -Sonriendo leve asintió el más delicado, incluso ofrecería su vida si el de máscara oscura lo pedía.. así de grande era su lealtad luego de todo lo que les había otorgado, incluso pudo encontrar al primer cachorro que tuvo.. Seoul era un niño ya grande que vivía con una familia al parecer muy amorosa, eso le trajo paz a su corazón y solía visitarlo a la distancia para ver cómo crecía sano-.

Cuando el día llegó nadie quiso escucharlos, estaban demasiado amenazados como para detenerse a pensar en lo que decían esos desconocidos, excepto un Omega rubio que se acercó tímidamente preguntando si ellos con todo lo que decían lograrían contactar a su hijo. Pagaron una cantidad media por él y se lo llevaron a la mansión para asearlo y darle una habitación en la que pudiese descansar mientras su jefe volvía a la propiedad para conocer al nuevo integrante de lo que tiempo después se convertiría en un grupo significativo y de castas variadas, siendo todos victimas de distintas maneras.

Según sus habilidades fueron separados por Tonalidades, Colores y Sombras. En orden respectivo se encargaban de capturar al paso, rastrear Alfas con registros de agresión y asesinar a quienes se debiera, el orden debía ser sumamente cuidadoso para evitar ser descubiertos o atrapados por la policía que comenzaba a seguir sus pasos. Desde el primer día no se habían detenido.. logrando salvar cachorros de criaderos, Omegas incubadoras y Alfas aprisionados para ser reproducidos contra su voluntad, las leyes de ONU no alcanzaban a los lugares más recónditos donde solo quien tuviese más dinero podía decidir. Pero eso estaba ya cambiando, la castración química estaba siendo un éxito para humillar a todos aquellos que se aprovecharon de inocentes solo por no tener la misma fuerza para defenderse.

-Estoy.. buscando a mi cachorro, se llama América, tenía un ojito negro y por eso se lo llevaron lejos... -Un Omega de piel azul marino llegó a la puerta de la mansión cargando a su pequeño hijo mayor en brazos, estaban cansados por su viaje intentando escapar cuando oyeron en un barrio bajo que en cierto lugar ayudaban a localizar niños robados a cambio de algo que nadie más sabía- Ayúdenme a encontrarlo, daré lo que sea..

Un Buen ALFA (RusGer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora