— ¿Qué diablos pasó aquí?
A las faldas de Astilon, Eiron, Paris, Ryu, Ark, Silver y su dragón encontraron restos de huesos, armas y armaduras. En toda la planicie rocosa, se mostraban los vestigios de lo que antaño, había sido una cruenta batalla, ahora, los años y la naturaleza se habían encargado de la zona.
Los jóvenes avanzaron contemplando el lugar, ahora solo quedaban trozos de huesos rotos, espadas oxidadas y protecciones rotas, todo sepultado por las inclemencias del clima y la naturaleza caprichosa.
Mientras andaban, notaron una hendidura en un costado del volcán y al acercarse, encontraron una enorme puerta negra, sellada.
El dragón miraba con desagrado todo el paisaje, intentando comprender lo que había pasado en aquel sitio. A lo lejos el bosque cubría la mayor parte del paisaje y levantar la vista al volcán, notó marcas de impactos y algunas áreas dañadas en el terreno.
— Esperemos que esto no nos pase a nosotros — expresó Ark moviendo con el pie una espada carcomida por el tiempo.
— Llegamos hasta aquí vivos, ya es un avance — consideró Eiron animado.
— Toquemos un par de veces — se adelantó Paris.
El pequeño llegó a la puerta, lisa, sin aldabas, cerraduras o asas, solo una división en medio separando ambas placas. Intentó abrirlas, sin éxito, de inmediato Eiron llegó a ayudarle, nada. Ark y Silver tomaron una de las placas y empujaron, nada. Ryu se colocó en medio y esforzándose, su gema destelló y abrió la puerta de par en par.
— ¿Cómo hiciste eso? — replicó Paris.
— Fue su gema — explicó el dragón llegando a su lado —, sentí su efecto activarse al empujar las puertas.
Sin decir nada más, el dragón entró al lugar. Ahí, tras paredes de piedra naranja, la escena del exterior parecía repetirse, huesos, piezas oxidadas y huellas de lo que había sido una gran batalla. El ambiente del amplio lugar era extraño, opresivo y frio, apenas iluminado por la abertura del techo. Al fondo, cuatro puertas similares a las del exterior, destacaban por su negrura.
— Amo, ¿qué sabe usted de esto? — preguntó Norte —. Fuera hay cientos de cuerpos y aquí hay muchos otros más, lo que haya pasado aquí, debió ser importante — expresó mirando el lugar.
— No recuerdo nada que hablara sobre alguna batalla en Astilon — consideró Silver —, quizá la cofradía del tiempo sepa algo — consideró.
El dragón sintió una presencia resonar con él y miró las puertas. Caminó pisando y rompiendo algunos huesos hasta acercarse a una de las puertas y antes de acercarse un feroz viento emanó de la puerta y lo arrojó con violencia contra uno de los muros. El dragón a penas tuvo tiempo suficiente para girar, y antes de impactarse, extendió su aparente capa, abriéndola por la mitad y desplegando por completo un par de fuertes alas, de inmediato, colocó ambos brazos delante de él y usando su magia, creó una ventisca de hielo que contrarresto su velocidad, permitiéndole recuperarse de la sorpresa.
El suceso tomó a los jóvenes por sorpresa, quienes asimilaban lo ocurrido.
— ¿Alguno de ustedes tiene un corazón de viento? — preguntó, Eiron levantó la mano — Esa es su puerta — le indicó al joven quien no dejaba de mirar al dragón, a sus alas relajadas ni a la enorme capa de hielo que había creado en la pared.
— ¿Estás bien? — Silver llegó con su dragón.
— Todo bien, amo. Me tomó por sorpresa — el dragón estiró sus alas y con suavidad, las relajó para que cayeran como capa y las asentó sobre sus hombros —. Sentí mucho dolor emanar de ese ataque — reconoció —, sea lo que les haya pasado, sufrieron demasiado.
Eiron caminó a su puerta, sintiendo una brisa rodearle con curiosidad mientras avanzaba, hasta que, delante de aquellas placas negras, llegó mucho mas cerca de lo que había logrado Norte.
— Estará bien — consideró el dragón.
— Un momento — consideró Eiron, regresando con prisa con sus compañeros —. Dragón, ¿las otras puertas son igual de peligrosas, no es así?
— No tengo la certeza, pero es lo más probable. Su deber será encontrar la puerta correcta.
— ¿No podrías ayudarnos? — exclamó Ark perplejo.
— ¿Y arriesgar mi vida o la de mi amo? — refutó cruzando los brazos y levantando una ceja —. Si en verdad sus corazones han resonado con las gemas, podrán encontrar sus puertas y llegar a ellas sin ponerse en riesgo.
— Lo haces sonar fácil — alegó Paris.
— Lo es, si no se sienten capaces, lo mejor será que les den sus gemas a esos decretos — sentenció Norte.
— ¡Jamás! — replicó Ryu, mirando con detenimiento las puertas restantes.
— ¿Qué haces? — preguntó Silver extrañado mirando a Ark.
Sentado con las piernas cruzadas y los brazos sobre sus muslos, Ark, con los ojos cerrados, intentaban concentrarse.
— Silencio — pidió confundiendo a sus compañeros mientras que Norte le miró, interesado.
Intentando replicar lo que Dutro le había enseñado, Ark aguzó sus sentidos y se permitió creer, así, entre la negrura de su mente, logró identificar a lo lejos una brisa ligera emanar de la puerta de Eiron, concentrándose más, intentó buscar agua, su sonido, su humedad, su liquidez. Sin éxito, colocó su mano sobre la tierra y usando un poco de magia, dejó que esta fluyera, que siguiera su camino. Norte sonrió y vió cómo el agua avanzaba hasta una de las puertas. Ryu y Paris miraban sorprendidos.
— Nada mal — reconoció Norte.
Ark abrió los ojos y ante él observó un rastro de agua emanar de él hasta una de las puertas.
— ¿Cómo? — preguntó Ryu perplejo.
— Dutro me enseñó — reconoció —, deja que te explique como hacerlo.
Así, Ark explicó a su amigo la forma, las sensaciones y percepciones que tenía que identificar. Ryu no dudó, aplicó todo, se sentó en el suelo, cerró sus ojos, abrió su mente, sintió su entorno y sin dudar, levantó la mano. Al crear una llama, algunas ascuas danzaban en dirección de otra de las puertas.
Mientras miraba con agrado como los jóvenes resolvían su predicamento, el dragón sintió una presencia a lo lejos, cosa que no pasó desapercibido por Silver.
— ¿Qué pasa?
— Algo se acerca — expresó con incomodidad —. Si van a liberar a los dragones, es buen momento — pidió a los jóvenes sin dar mayores explicaciones, caminando hacia la entrada del volcán.
Silver miró a su dragón preocupado y antes de ir con él, miró de reojo a los jóvenes.
— Mucha suerte — pronunció antes de alcanzar a Norte.
— ¿Serán decretos? — consideró Paris.
— Lo sean o no, no podemos perder más tiempo.
Tras mirarse, Ryu, Ark y Eiron caminaron a sus puertas, mientras que Paris tomó la descartada. Ninguno fue repelido y colocando su mano al frente de ellas, sus gemas resonaron y, abriendo las puertas de par en par, entraron.
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Erasus Drakone
FantasyCuando obtenemos lo que más deseamos ¿crecemos? ¿cambiamos? ¿mejoramos? ¿nos volvemos avariciosos? ¿morimos en paz? El reino entero se encamina a su destrucción, la sociedad busca lo suyo y cada uno busca su propio bienestar. ¿Para qué salvarlos s...