171 - Astros

1 1 0
                                    

— Han tomado su tiempo para llegar, pero al fin nos conocemos.  

La voz de Shatten, profunda e imponente, impresionó a todos. La noche había caído y tras la última puerta, una gran explanada dejaba ver al fondo, a lo lejos, el muro de los elementos, arriba de ellos un manto de noche y estrellas agobiaba con su silencio.

— Veo, Ark, que has tomado tu decisión — habló con serenidad.

— Espero no equivocarme — respondió Ark al lado de Bravo.

— Ya somos dos — Shatten mostró una sonrisa triste tras lo cual suspiró y miró a todos —. En cualquier caso, solo falta una sola gema, una gema y mi deseo se verá realizado. Esta gema fue de gran ayuda, ya no la necesito.  

Shatten de sus ropas tomó la gema del fuego, opaca, sin brillo y la arrojó delante de ellos. La gema se mostraba opaca. Algunos miraron a Conato quien, se mostraba agotado, respirando con dificultad. Fue Paris quien, sin dejar de mirar a su adversario, la tomó y de inmediato se la dio a Ryu.

— Un joven valeroso, sin duda. Reconoció el hombre, tu gema podría ser la indicada para mi meta — Shatten estiró la mano —. No tenemos que convertir esto en una carnicería.

— ¡Ya lo has hecho, Shatten! — gritó Paris molesto, sorprendiendo a unos y poniendo en alerta a otros — No vengas con tu falsa amabilidad, fuiste tú el que ordenó la destrucción de todo WindRose.

— Fui yo quien ordenó limpiar este mundo inmundo, solitario y triste. No te justifiques alegando de que todos eran unos santos, dragón.

— Muchos inocentes murieron — alegó Roger.

— Murieron siendo inocentes, Katrina lo sabe. Ellos no podrían ser más afortunados.

Roger armándose con su dragón, levantó su espada y sin dilación, lanzó un corte de luz que se impactó justo frente a Shatten, levantando una cortina de polvo.

Fue hasta ese momento que los dragones, notaron otra presencia, se contaron entre ellos, eran siete, pero faltaba alguien. Al lado de Shatten, tras proteger a su amo bajo el abrigo de su ala, un dragón comenzó a adquirir color saliendo de su estado mimético.

— Ese es... — Norte miraba asombrado.

— Es un dragón — Aisac lo veía, todos lo veían.

Las escamas del dragón se tornaron obscuras, resaltando algunos tonos azules y dorados.

— Maestro — habló aquel dragón con una voz tersa y profunda — ¿Se encuentra bien?

— Mejor que nunca, Alba — sonrió el hombre —. Estoy más que gozoso, varias gemas se han reunido frente a nosotros. Hoy se romperá la barrera.

— ¿Una barrera? — habló Aisac sintiendo el terror en su cuerpo — Shatten ya tiene un dragón con él... ¿para que desea las gemas?

— Estimado príncipe, las gemas permitirán abrir la barrera que aprisiona aquello que más añoro. Incluso la sortija Spina — Shatten mostró la sortija del príncipe rota y la arrojó a sus pies — no ha sido capaz de resguardarme de su poder. Si me permiten una de las gemas, podré demostrárselos.

— ¿Por qué no usas la de tu dragón? — refutó Tremor. 

— Yo fui el primero en ofrecer mi corazón — habló Alba mirando a sus iguales —. Si acceden a entregarla, el proceso será menos doloroso. Son pocos, no quiero luchar con ustedes.  

— ¡Jamás, Shatten!

Shatten extendió una mano y el tiempo se detuvo. Silver apenas notó a Norte colocarse frente a él. Interfiriendo con el control del tiempo. 

Erasus DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora