Ark, se esforzaba por abrir los ojos pese a la lluvia que caía en su cara, al momento, un sabor metálico invadió su boca y al llevar su mano, sintió dolor en todo su cuerpo. Parpadeo un par de veces, giró el rostro y vio que sus compañeros, golpeados pero vivos, pasaban por una situación similar.
Cuando su cuerpo mojado comenzó a responderle, logró girar sobre sí y ponerse de pie. Paris pudo hacerlo poco antes y Eiron ayudaba a Ryu a incorporarse. Con frio, empapados y llenos de angustia, los jóvenes salieron del bosque.
En silencio, caminaron y cojearon en el trayecto de regreso, ayudándose para soportar el agotamiento y las terribles escenas de los estudiantes mutilados, por desgracia, el panorama al llegar a campo abierto no era diferente.
Entre las gradas destruidas, miraron decenas de cadáveres desechos, negros e irreconocibles, poco a poco un olor a carne podrida, agrio y poco dulce, comenzaba a emerger abrumando sus mentes y corazones. Reforzando el sentimiento, nada emitía sonido, nada se movía, solo quedaron cuerpos cuya sangre se perdía en la lluvia.
Avanzaban lentos, aterrados, teniendo cuidado de no pisar la enorme cantidad de cuerpos que se amontonaban en el liceo. Caminaron con pesadez hasta cruzar las puertas destrozadas, adentrándose a la ciudad, cuyo paisaje no era distinto, encontrando escombros y despojos de lo que había sido una bella urbe.
Recorrieron las calles tapizadas de cadáveres, esperando encontrar a alguien con vida. Ryu, esperanzado, tomó el pulso de niños, mujeres, ancianos y de cualquiera que pareciera estar vivo, pero nadie se había salvado. Los jóvenes mostraban semblantes pálidos, abrumados. Ark temblaba a cada paso, mientras que Paris caminaba sin razonar. De repente, una loza de piedra se movió delante de ellos, dejando oír un débil sollozo, sin pensarlo Ryu corrió al lugar, intentó levantarla, pero no tuvo la fuerza, de inmediato Eiron llegó a su lado y juntos removieron el obstáculo.
Asombrados, encontraron a una niña con el rostro cubierto por el lodo y con tan solo la mitad de su cuerpo libre mientras que una pesada columna de piedra la apresaba de forma mortal. Ryu respiraba de manera forzada intentando sobreponerse a la escena, la niña, con debilidad, estiró su mano a los jóvenes, despertando una urgencia macabra en el joven galeno, quien, al momento, se arrodilló y comenzó a rascar la tierra con sus manos. Ark, reaccionando, intentó mover la columna de piedra, pero fue inútil, Paris intentó ayudar junto con Eiron, pero el resultado fue el mismo. Al regresar la atención, la niña ya no se movía, su mirada estaba perdida y un hilo de sangre resbalaba de sus labios; pese a esto, Ryu seguí intentando liberarla, pero el lodo lo hacía imposible, llenándole de frustración. Paris colocó su mano en el hombro de Ryu, pero este lo ignoró.
— Ya está muerta — declaró Ark, incómodo por el comportamiento de su amigo —, no tiene sentido que sigas intentando sacarla.
Pero Ryu seguía intentando rescatar aquel pequeño cuerpo inerte, no le importó que la lluvia y el lodo se burlaran de sus esfuerzos o que sus dedos comenzaran a entumecerse, él sabía que debía hacer algo, por poco que fuera. Fue Eiron quien, abrazando a Ryu por la espalda, lo sacó de su repentina obsesión, deteniéndole.
— Amigo, detente — las palabras suaves y firmes hicieron efecto, permitiendo que Eiron ayudara a levantar a Ryu — esto no es tu culpa —, le hablaba mientras le veía llorar en silencio, haciéndole entrar en razón.
— ¿Mu - muchachos?
Ellos escucharon una voz cerca del puente. Ahí, con sus ropas empapadas por la lluvia y la sangre, Angus Waterfall exclamaba sus últimas palabras. De inmediato los jóvenes acudieron a su encuentro, pero, frustrado, Ryu reconoció que nada podría hacer.
— Señor, ¿alguien sobrevivió? — le preguntó Eiron. Waterfall, con ojos opacos, respondió susurrando.
— Los nobles... los cofrades... — cada bocanada que daba era dolorosa y desgarrante.
— ¿Dónde están ellos? — preguntó Paris.
— Risent — pronunció con tono seco.
— ¿Quién hizo esto? — cuestionó Ryu con furia.
Waterfall movió despacio los ojos hasta que se posaron en el joven galeno, observando a un joven devastado, prometedor y de mirada llena de rencor.
— Shatten.
Un nombre extraño, un agresor ausente, una amenaza para los jóvenes. Poco a poco los ojos de Waterfall se fueron cerrando y, al borde de la extinción, volvió a mover los labios frente a la mirada atenta de los cuatro, susurrando con su último aliento.
— Dragones.
El pecho del hombre dejó de moverse, abandonando a los jóvenes, confusos y aterrados, en un entorno macabro.
La gris tarde poco a poco se convirtió en una negra noche. En un último intento, los jóvenes buscaron a algún sobreviviente e incluso no titubearon para buscar a sus familias, incluso fueron a sus casas, pero para su desgracia o fortuna, no encontraron a sus seres queridos, nada, solo muerte, destrucción y una ciudad desierta. En su casa, Ryu tomó el maletín de galeno que su padre le había dado y lo guardó en su gema. Ark guardó un cuadernillo y algo de tinta, mientras que Paris logró recuperar un mapa de su padre. Eiron, por su parte, buscaba comida, sin éxito.
Agotados, se refugiaron en la biblioteca, cuya construcción le había permitido seguir en pie; pero por dentro había sido alcanzado por el caos, los estantes están destruidos, miles de libros se amontonaban en el suelo y los candelabros habían caído, dejando el lugar en tinieblas.
Ark buscó entre el desorden y encontró una pequeña lampara rota, pero funcional.
— ¿Crees poder encenderla? — preguntó Ark a Ryu con voz cansada.
El joven, inexpresivo, tomó la lampara y con uno de sus dedos, enfocándose, creó una pequeña flama que encendió la vela interior. Pese a lo extraordinario de la hazaña, nadie dijo nada, solo se sentaron en medio de los libros y guardaron silencio hasta caer dormidos.
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Erasus Drakone
FantasiCuando obtenemos lo que más deseamos ¿crecemos? ¿cambiamos? ¿mejoramos? ¿nos volvemos avariciosos? ¿morimos en paz? El reino entero se encamina a su destrucción, la sociedad busca lo suyo y cada uno busca su propio bienestar. ¿Para qué salvarlos s...