— Señoras y señores — gritaba Macarius Falivene en medio de la arena manchada de sangre —, habéis esperado demasiado, pero al fin hemos llegado a la última contienda del día.
La multitud estalló en gritos de apoyo, siendo silenciados de nuevo por el comandante de las órdenes.
— Nuestra última contienda será diferente a lo usual — absortos en sus palabras, la multitud idiotizada escuchaba atenta — nuestros dos últimos finalistas...
Aura en un palco privado, escuchaba atenta con las manos sobre su pecho.
— ¡Azfel, gladiador de Aura Waterfall! — señaló Macarius a la derecha.
La multitud prorrumpió en gritos de apoyo para el joven. Azfel continuaba de pie, pero el fragor de las peleas y los golpes recibidos habían mermado su energía, el cansancio le pesaba, sus puños hormigueaban y su cuerpo estaba inflamado por los golpes.
— ¡Y el cautivo Mondragón! — señaló el templario a la izquierda.
Irídeo con la ropa hecha girones, moretones en el cuerpo y la vista cansada, había luchado a muerte con cada uno de sus enemigos y gracias a su astucia, había vencido por muy poco.
— Ambos han demostrado ser guerreros notables — continuó el decreto — y por eso mismo, a petición del campeón, ambos lucharan juntos, contra él.
Azfel reconoció al padre de Ark y éste hizo lo mismo con el joven guardián de Aura, ambos se miraron confusos sin escuchar a la escandalosa multitud embriagada de espectáculo.
— Ahora amado pueblo, observemos la última pelea del día y celebremos al campeón que resulte victorioso — Macarius salió de la arena.
Tras dos enormes puertas, se mostró el fornido cuerpo de Emilio Alcedo, aún más fuerte e imponente que su hermano, ataviado apenas con un enorme cinturón amplio y un grueso calzón de piel negro y entallado, que no dejaba nada a la imaginación.
— Debemos vencerlo primero — explicó Irídeo acercándose a Azfel.
— Estoy de acuerdo — aceptó joven igual de cansado.
Emilio caminó hasta ellos, evidenciando aún más la diferencia de estaturas.
— Diviértanme — incitó el decreto sonriente.
El joven guardián se abalanzó contra el decreto, este ni siquiera se movió, sino que esperó el golpe, mirando a detalle como Azfel recogía su puño para golpearlo. Emilio sonrió y, anticipando el golpe, sujetó el brazo del guardián en el aire, tomándolo por sorpresa, tras lo cual, con un contragolpe en la cara, lo llevó contra el suelo con tal violencia que los espectadores más cercanos a la arena escucharon crujir los huesos del joven.
— ¡Azfel! — gritó Aura horrorizada.
Apenas Emilio hubo levantado la cara Irídeo arrojó arena a los ojos de su adversario, acto seguido lanzó un golpe a su rostro, otro a su abdomen y al encorvarse, le lanzó un rodillazo de lleno a las gónadas, haciéndolo caer al suelo. La multitud rompió en gritos de enojo y abucheos.
— ¡Hey, no es momento de estar durmiendo! — urgía
Irídeo levanto a Azfel quien, aún sintiendo el golpe en su cara, apenas lograba ponerse en pie. De repente, el guardián sintió como Irídeo lo arrojo lejos de él ya que, ofendido y buscando sangre, Emilio regresó con ira y golpeó a Irídeo en el pecho, de tal forma y con tal violencia, que su cuerpo fue proyectado lejos contra el suelo, por si fuera poco, el decreto saltó y cayó sobre su oponente, sin piedad, comenzó a golpearlo en la cara, la multitud gritaba embriagada en emoción mientras veían como el rostro de Irídeo se cubría de sangre.
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Erasus Drakone
FantasyCuando obtenemos lo que más deseamos ¿crecemos? ¿cambiamos? ¿mejoramos? ¿nos volvemos avariciosos? ¿morimos en paz? El reino entero se encamina a su destrucción, la sociedad busca lo suyo y cada uno busca su propio bienestar. ¿Para qué salvarlos s...