104 - Sencillo y a la vez complejo

1 1 0
                                    

Día 26 del mes de Opalios.

Restos de Mecator, Región de Danke.


El suelo cubierto de escombros, el pavimento roto, las casas destruidas y el macabro olor a muerte reinaban en lo que, en alguna ocasión, hubo sido Mecator.

— Esto es demasiado familiar — reconoció Ark.

— Habrá sido obra de los decretos.

Ambos se adentraron en la ciudad, mirando cada rincón de lo que antes había sido una ciudad llena de vida, ahora desolada. Agobiado, Ark se detuvo un instante, posando una mano en su pecho. 

— ¿Se encuentra bien, amo?

— Sí — el joven respiró profundo mientras ponía en orden sus pensamientos —. Tengo malos recuerdos. Estaré bien — reconoció —. ¿Logras percibir algo?

Bravo miró el paisaje ruinoso, a la distancia, unas pocas personas, cubiertas de vendajes manchados de sangre o incluso sin algunos miembros, intentaban calentarse del frio matutino junto a un fuego miserable. Mas adelante, en un espacio algo abierto, estaban los restos de la plaza principal, pero nada relevante. 

— No parece que alguien haya hecho frente al enemigo. No hubo dragones aquí.

— En ese caso, no tenemos nada que hacer aquí. 

— Podríamos buscar comida o transporte que pueda llevarnos hasta la siguiente ciudad, le vendría bien, aunque... — levantando la vista, Bravo se limitó a hacer una mueca triste — dudo que encontremos algo aquí.

Ark se volvió a llevar una mano a su estómago, esta vez sintiendo una molestia constante. 

— Tiene hambre — reconoció Bravo. 

— Bastante — se sinceró — ¿cómo sigue tu brazo? 

— No tan bien como quisiera.

— Lamento oír eso.

Ambos se lanzaron una sonrisa triste y continuaron caminando entre el remanente de la ciudad percatándose que, a cada paso, algunos hombres y mujeres que aún rondaban los escombros comenzaban a verlos, examinarlos, señalarlos y hablar en susurros.

— Sus corazones están intranquilos y llenos de dolor — reportó Bravo.

— Espero que ese dolor no les orille a hacer nada estúpido.

— Quizá, pero su necesidad puede ser más fuerte que su integridad.

— Entonces lo mejor será irnos cuanto antes.

Ark apresuró el paso y cuando creyó que había dejado atrás a la gente, delante de él, algunos sobrevivientes, con palos y armas improvisadas, le cortaron el paso. Ellos, con sus ropas roídas, desgastadas, los ojos hinchados, cabello sin lustre, enfermos, débiles, necesitados, acorralaron al extranjero. 

— No busco problemas, solo estaba de paso — explicó el joven levantando los brazos en señal pacífica.

Una mujer de pelo largo, ropa manchada de sangre y rostro demacrado, sujetaba un azadón entre sus lastimadas manos cuando tomó la palabra. 

— Despójate de todo lo que tengas, dinero, comida, ropa y te dejaremos vivir.

— No tengo nada de valor — volvió a negar Ark —. Hasta donde sabía, Mecator era famosa por la amabilidad de su gente.

— ¡Cállate! — silenció la mujer, molesta — Jamás comprenderás lo que hemos pasado — tras esto, hizo una señal a un hombre con una espada corroída para que se acercara.

Erasus DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora