49 - No puedo verlo

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Tremor se volvió invisible en un parpadeo y Necro comenzó a caminar con prisa, ayudando a Ark a andar. 

— Su hospitalidad es demasiado cuestionable — señaló Necro sacando una risa discreta de su dragón.

— ¿Qué demonios pasó ahí dentro? — preguntó Tremor siendo escuchado por Ark y Bravo.

— No... no estoy seguro — intentaba comprender el lastimado.

— Escuché un poco — Necro se detuvo —, tú eres un Sicario y él iba a matarte.

— No sé de lo que hablas — replicó el joven. 

— ¿En verdad? — Necro se apartó un poco y Tremor miró directo al corazón de Ark, desconcertándose.

— No puedo verlo — reveló el dragón negro confundiendo a su amo. 

— ¿Cómo que no puedes?

— Es como si no tuviera un corazón — aun invisible, Bravo sintió la mirada de Tremor sobre él — ¿Qué diablos le hiciste? 

Bravo aguzó sus ojos y miró el corazón de Necro.

— ¿Por qué tú amo está tenso, mas no preocupado? — reveló el dragón azul, tomándolos por sorpresa. 

El silencio los invadió hasta que escucharon voces de personas acercarse, la tarde estaba cayendo y en pocas horas la noche los abrazaría. 

— ¿Qué ocultan? — confrontó Bravo cuando a lo lejos, vieron a un grupo de templarios, poniéndolos en alerta.

— Hablaremos después — Necro tomó al confuso Ark y sin más opciones, comenzaron a adentrase en la ciudad.

Las calles cuadradas de adoquín hexagonal daban paso a un sistema complejo de callejones y caminos empedrados. A su andar, los templarios menguaban y la gente común comenzaba a invadir las aceras. Los carros de mano, así como los impulsados por animales se hicieron presentes. El dragón azul miraba con recelo a su amo y con desconfianza a Necro. Al doblar la calle, llegaron a un mercado donde una larga fila de vendedores ambulantes prestaba al viento las fragancias de su comida, arrancando un gruñido al estómago de Ark y de Necro, cosa que no pasó desapercibida por sus dragones.

— Compraré algo de comer, esperen aquí. 

Necro se dejó a Ark y se acercó a un puesto de comida. Bravo suspiró y miró a su amo, pensativo.

— ¿En qué piensa, amo?

— No sé en qué demonios está metido mi padre, dragón — respondió Ark. 

— Si lo que dijo ese hombre fue verdad — habló Tremor —, viene de un linaje bastante... peculiar.

— ¿Sabes algo al respecto, Tremor? — cuestionó Bravo.

— He oído de la familia Sicario — reconoció —, temibles asesinos, guerreros sin honor, traidores por nacimiento.

— Tonterías — refutó Bravo.

— Yo no sería tan ingenuo — se burló Tremor con extraña confianza —, todos tenemos un lado oculto, algo que pocas veces mostramos — el dragón miraba a la gente a su alrededor cuando reparó en algo —. Miren a su izquierda.

Bravo y Ark se percataron de un hombre bien vestido caminar a prisa por un callejón casi vacío mientras cargaba una bolsa repleta de comida. El hombre ignoró e incluso se apartó al ver a un niño abandonado, sucio, escuálido, hambriento que se le acercaba a pedir algo de comer. 

— Tendrá recursos, pero su corazón reboza de avaricia — reveló Tremor tras ver en su interior.

Desesperado por el hambre, el niño se prendió a sus ropas. Bravo sintió pesar al ver aquella escena y observar al chiquillo suplicando, llorando.

Al sentir las sucias manos del infante en su limpia ropa, el hombre lanzó una grotesca bofetada con la palma abierta de su mano que resonó en los oídos de Ark, un golpe seco y ensordecedor, haciendo caer al infante con brusquedad. Bravo, Ark e incluso Tremor se sorprendieron de tal reacción.

El pequeño, tras el violento golpe, no se levantó. A simple vista solo se había puesto a llorar en la calle polvosa, mientras, el hombre continuó su camino sin importancia, limpiando su ropa de la suciedad que dos pequeñas manos habían dejado. 

— Repulsivo sin duda — pronunció Tremor con desagrado. 

— Amo, mire — alertó Bravo.

Al alzar la mirada, el hombre que había golpeado al niño había sido rodeado por tres individuos que lo sometieron contra una pared y lo amenazaron con un cuchillo, ladrones. Tras quitarle la comida y algunos objetos de valor, uno de los maleantes apuñaló a aquel hombre en el estómago, haciéndolo gritar de dolor. Solo ellos contemplaron horrorizados la escena cuando el hombre caía con las manos intentando detener la abundante hemorragia.

— Esta ciudad es más peligrosa de lo que parece — reconoció Necro al llegar con comida y ver la escena.

Intrigados por el grito, dos templarios que pasaban cerca llegaron al lugar y, al ver la sangre, auxiliaron al hombre. Lo sujetaron con mucho cuidado, y cargándolo entre los dos, se lo llevaron presurosos.

— Lo mejor será irnos de aquí, debería de haber una posada aquí cerca — propuso Necro dando a Ark algo de pan. 

Bravo reflexionó al tiempo que Ark meditaba interrumpido por los gruñidos de su estómago y el barullo de la gente incauta.

— Amo... — habló el dragón tras meditar sobre lo ocurrido, guardó un instante de silencio y al encontrar las palabras adecuadas, preguntó — Los templarios ya se alejaron y no hay muchos humanos alrededor, ¿podríamos al menos levantar al infante?

Ark dudó un poco, pero al ver a su dragón acongojado, accedió.

— Puedo hacerlo — Ark dio un paso, renqueó del dolor, pero tuvo la suficiente fuerza como para continuar hacia el infante junto con su dragón. 

— ¿Me perdí de algo? — cuestionó Necro.

— Nada nuevo — aseguró Tremor. 

Ark, a pesar de no poder apoyar bien el pie, se acercó al niño junto con su dragón. Necro y Tremor esperaron hasta que se percataron que el infante no reaccionaba a las palabras de Ark, ni cuando éste lo intentó mover. Confundido, Ark giró su pequeño cuerpo y se sorprendió al ver su frente y el suelo cubiertos de sangre. Desconcertados, Necro y Tremor caminaron hasta ellos.

— No responde — reveló Ark atónito.

Necro miró al infante y al revisarlo, se percató de que estaba frágil, débil y mal nutrido, su respiración era imperceptible y su estado alarmante.

— Morirá, no hay nada que podamos hacer — advirtió Tremor.

Ark conmocionado y pensando en todas las opciones permanecía inmóvil mientras que Necro miraba mudo.

— ¡Santo Cielo! — exclamó un hombre de vestimenta limpia acercándose de inmediato al lugar y sin dudar se hincó en la sucia calle manchando su pulcra ropa. Miró al niño ensangrentado y con sumo cuidado lo levantó — debe recibir ayuda, lo llevaré.

— Hey, un momento — pero al intentar caminar, Ark no pudo ocultar el dolor que soportaba hincándose.

— Veo que también necesitas ayuda, me adelantaré, síganme por favor — aquel individuo se alejó presuroso dejando a los dragones y a sus amos intrigados.

— ¿Quién era él? — cuestionó Bravo.

— Un sepulturero, quizá — supuso Tremor.

— ¡¿Qué?!

— O un doctor, no lo sé.

— ¿Deberíamos seguirlo? — preguntó Bravo a su amo.

— Al menos podríamos comprobar que el niño esté en buenas manos — consideró Ark.

— Yo creo... — Necro enmudeció al ver en el final de la calle a un grupo de templarios que se acercaban, quizá para revisar la zona — creo que es una buena opción, démonos prisa.


Erasus DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora