67 - Yo soy débil

3 1 0
                                    

Día 12 del mes de Opalios.

Ciudad de Galia, Región de Slava.


Herido, con el dorso vendado, Edmond aún dormía en la habitación dentro de la capilla de los dragones. Descansaba hasta que, poco a poco, una canción triste, proveniente de un laúd, fue despertándolo de su sueño. El dolor hizo su aparición, agobiándolo y, por si fuera poco, aún no tenía la fuerza suficiente para abrir sus párpados, incomodándolo en sobremanera.

Consciente, pero sin que su cuerpo le obedeciera, comenzó a escuchar voces.

Roger dejó de tocar al ver a Ark moverse sobre la cama. 

— ¿Te encuentras bien?

— Amo, al fin despierta — se alegró Bravo, viéndolo intentar levantarse —. No se mueva, amo, aún está sanando. 

— Bravo, Norte, ¿qué ocurrió? ¡Los cultivos!

— Los cultivos están bien, amo — aseguró Bravo haciendo que Ark se hundiera en la almohada y cerrara los ojos, sin evitarlo pasó sus manos por su pecho, sintiendo las vendas que lo cubrían.

— El galeno Theron tomó su tiempo para curarte — explicó Roger —, incluso se tomó el tiempo para tratar a Fulgore. 

— Tiene la mano pesada — se quejó el dragón sentado a la puerta del lugar para prevenir que alguien entrara, su cuerpo mostraba vendajes y alguna que otra gasa. 

Edmond no escuchaba a Bravo, solo a los jóvenes sin comprender del todo lo que ocurría. Ark estaba sorprendido.

— ¿Qué le pasó a Fulgore? — Ark inclinó el torso, pero el dolor le mordió con fuerza.

— Se fracturó el esternón, amo — explicó Bravo —. Theron tuvo muchos problemas para estabilizarlo — reconoció —. Pensamos que no sobreviviría.

— Tengo que agradecer a Theron... — Ark pujó aire e intentó relajarse. 

— No creo que sea posible — comentó Fulgore. 

— Algunos guardias del señor de Galia vinieron y se llevaron al patriarca Eder junto con el galeno Theron — retomó Roger, preocupado —. No sabemos más.     

Edmon se alertó al oír la noticia, luchando dentro de sí para levantarse, pero por más que lo intentaba, no podía lograrlo. 

— Al menos detuvimos a los decretos — suspiró Ark, pero tanto los dragones como Roger no ocultaron su incomodidad —. ¿Sucedió algo? 

Roger guardó silencio, apretó los puños y, sin contestar, su dragón habló por él. 

— Creemos que la orden de los templarios fue atacada por los decretos — reveló Fulgore haciendo estremecer a Ark — casi todos los templarios murieron — la noticia hizo que Ark abriera los ojos por completo — y no solo eso...

— La ciudad fue atacada — Bravo tomó la palabra —, no sabemos los detalles, pero se dice que un grupo de templarios comenzaron a matar a la gente de la ciudad, mientras que otros dicen que unos hombres con armas salidas del infierno comenzaron la matanza. 

— Miles murieron — Roger habló al fin sentándose en una orilla de la cama.

Ark miró al joven templario, estaba decaído y su semblante era lúgubre. 

Edmon gritaba por dentro, furioso, frustrado, luchando consigo por reaccionar, sintiendo una especie de fuerza superior impidiéndole despertar. Pese a sus limitaciones intentó reconocer las voces, sin mucho éxito hasta que recordó. Era uno de los jóvenes que llegaron a la capilla, uno de ellos estaba con aquellos que quisieron quemar las cosechas. Con la sangre hirviéndole, Edmon movió un dedo, pero nadie se percató de ello. 

Erasus DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora