Dutro y Ark se pusieron de pie para enfrentar a un hombre de bigote delineado, cara afilada y peinado cerrado, el enemigo estaba envuelto en una capa negra que no dejaba ver sus brazos y apenas mostraba unas botas manchadas de fango.
— ¿Cómo supiste de donde atacaría, viejo? — sonrió curioso el extraño.
— Ve por tus amigos, escapen. Yo intentaré conseguir tiempo.
El joven, escuchó la preocupación en el susurro de Dutro, asimiló la instrucción, tragó saliva y comenzó a caminar hacia atrás.
— No tan rápido, niño — le detuvo con voz firme —, no sé a dónde te diriges, pero necesito hacerte unas preguntas ¿cómo controlas el agua?
— ¿Tú nos viste? — Dutro intentaba controlar la sorpresa en su voz.
— No eres el único con trucos, viejo — se burló, tras lo cual volvió a enfocarse en Ark —. Apuesto a que tienes cierta piedra contigo — aseguró haciendo que el joven sintiera como su sangre se helaba —, dámela y quizá te perdone la vida.
Antes de poder responder, Dutro se puso delante de Ark, protegiéndole. La acción provocó que el decreto sonriera con burla.
— ¿De qué gema hablas?
— Nada de juegos, viejo — despreció el hombre —. Quizá no sepas nada, pero ese niño parece saber bien a lo que me refiero.
— No sabes con quien te enfrentas — amenazó Dutro.
— Me parece que eres tú el que no sabe nada, viejo. Soy un decreto — pronunció con orgullo haciendo a Ark estremecer —, me llamo Daleto y si aún quieren morir de forma natural, tendrán que darme esa gema.
El decreto estiró la mano, exigiendo la piedra. De inmediato Dutro tomó una pose de batalla y Ark sujetó con fuerza su cuchillo.
— No son muy brillantes, ¿verdad? — exclamó Daleto con desdén — solo un idiota se atrevería a enfrentarme.
— ¿Crees poder usar tu magia en esta pelea, muchacho? — preguntó Dutro, con una notoria preocupación en su voz.
— Yo... lo intentaré — Ark tragó saliva.
— Ya es un avance.
Dutro colocó una mano en el pasto y, del suelo, gruesas raíces apresaron las piernas de Daleto. El decreto sujetado, intentó liberarse con un cuchillo cuando vio que Dutro parecía controlar los arboles a su alrededor, haciéndoles mover sus hojas con fuerza y apuntando sus ramas para empalar al decreto.
— Maldición — exclamó Daleto al ver los arboles caer contra él, ocasionando un estruendo que resonó por todo el bosque.
Ark, inmóvil, intentaba comprender lo que había pasado, frente a él, un montículo de madera había empalado el lugar donde el decreto estaba tan solo unos instantes antes. Al ver a Dutro, lo encontró arrodillado en el suelo, respirando con dificultad.
— ¡Maldito viejo! — exclamó el decreto.
Tras ellos, con la capa desecha y sangre emanando de su frente, apareció Daleto, sin su capa y con una espada en cada mano, lanzando un golpe letal al viejo. Dutro, agotado, no logró hacer que su cuerpo reaccionase, pero fue Ark quien, reaccionando al fin, con astucia desvió una de las espadas con su cuchillo y esquivando el segundo golpe, cambió su arma de mano e intentó atravesar el costado del decreto. Daleto, con torpe agilidad, logró esquivar la estocada, pero no pudo anticipar el torrente que emanó del movimiento de Ark, arrojándolo con violencia contra un árbol.
Sin tiempo para asombrarse, un cansancio abrumador invadió al joven, sintiendo a su corazón palpitar con fuerza mientras su respiración se agitaba.
— Tendrás que acostumbrarte rápido — advirtió Dutro levantándose con dificultad.
ESTÁS LEYENDO
Erasus Drakone
FantasiCuando obtenemos lo que más deseamos ¿crecemos? ¿cambiamos? ¿mejoramos? ¿nos volvemos avariciosos? ¿morimos en paz? El reino entero se encamina a su destrucción, la sociedad busca lo suyo y cada uno busca su propio bienestar. ¿Para qué salvarlos s...