Abrí la puerta corrediza de aquella oficina, tenía una enorme pizarra en el centro que anteriormente había sido rayada con unos planos, había también un escritorio blanco en el centro que era rodeado por aproximadamente 10 sillas, esta empresa había sido de mis padres y ahora estaba siendo remodelada más profundamente para otra persona, no sentí nostalgia, al contrario, sentí coraje de ver cómo este hombre se sale cada día con la suya, a pesar de que está al borde de la muerte.
Marian se había quedado en el auto junto a Dania que se encontraba dormida en su silla de seguridad, me sentía sola aquí, siempre llevaba a mi lado a mi mano derecha diciéndome que todo saldría bien, ahora no sé sí está bien cómo camino ni por dónde lo hago.
Pase la punta de mis dedos por la orilla del escritorio, no había ni un rastro de polvo en el, el sonido de la puerta se escuchó y me giré para saludar a los que habían entrado después de mí, para mí desgracia, solo entró el padre de Mario siendo acompañado por la misma enfermera de aquella ocasión, la chica lo dejó en la silla que encabezaba el escritorio y después se salió cerrando la puerta detrás de ella.
Martín: sabía que vendrías.- dijo con su voz débil pero no menos autoritaria.- nadie pierde una oportunidad tan grande cómo esta.
T;N: no me interesa firmar ningún contrato con usted ni con su empresa.- él me miró fijamente mientras abría una carpeta amarilla.- lo estuve pensando junto a mi familia y consideramos que no sería una buena idea trabajar con ustedes.
Martín: es que ni siquiera les dije que lo pensarán.- burló.- oh cierto, seguramente me olvidé de decirle a Marco que les comentará que no tenían otra opción más que aceptar.
T;N: tengo otra opción y esa es un no.- dije firme a lo que había decidido, él soltó un suspiro, con dificultad se levantó de la silla y camino hacia donde se encontraba una computadora de escritorio, presionó algunas teclas y después se encendió el proyector que apuntaba a la pizarra.
Martín: sería una lastima que esto saliera a la luz, ¿no es así?- hizo una mueca fingiendo sentirse apenado, miré detenidamente lo que el proyector me mostraba, eran fotos mías con Leonardo cuándo abuso de mí, sentí un revoltijo terrible en el centro del estómago y el llanto me inundó enseguida, la presión en el pecho que comúnmente me daba hace tiempo volvieron, haciéndome sentir pequeña, indefensa y atrapada, comencé a sentir que mi respiración se aceleraba.
Martín: y esto solo son fotos.- burló.- tengo el vídeo en otra carpeta, así que te tengo en mis manos, además de que sé muy bien que tu hermano se encuentra en prisión por homicidio, eso sería muy tóxico para tu negocio y rápidamente se vendría abajo sí se enteran de que eres hermana de un asesino y además, esas fotos darían mucho de que hablar.- mis piernas se sentían cómo un par de gelatinas y mi cuerpo cómo las piezas de un Jenga casi vacío, él retiró el USB de la computadora y caminó a mí costado, podía sentir su asquerosa mirada sobre mí.- y ni una sola palabra de esta a mi hijo o tú, tu hija y tu padre pagarán las consecuencias.- salió de aquella oficina, entonces caí, mi cuerpo tocó el frío y duro suelo de aquel lugar mientras veía en la pizarra las fotos de aquel momento que tanto me lastimó, mis dedos se aferraban a mis piernas sintiendo cómo me herían los muslos, el mundo se me había caído encima en cuestión de segundos, pensaba en absolutamente todo, en mi padre, en Dania, en mis metas a futuro con Marian, todo se estaba yendo a la mierda, me levanté nuevamente y camine hacia el escritorio para derribar todo lo que había ahí, el monitor cayó al suelo haciendo que dejará de tener conexión con el proyector, volví a caer al suelo mientras tiraba de mi cabello con fuerza, las lágrimas no dejaban de salir y de resbalar por mis mejillas, grité, grité cómo nunca antes y golpeé el suelo cuántas veces mi alma necesito, me sentía llena de impotencia, de odio, de asco, sentía que ese momento estaba reviviendo en mi interior, quería arrancarme la piel. Mi garganta se sentía cómo sí tuviera un sin fin de alfileres que se cruzaban entre sí, no había podido defenderme, él me había atado de manos sin ningún sentimiento.
Me levanté sintiéndome débil, todo a mi alrededor se movía y se volvía borroso, salí con las pocas fuerzas que tenía en mi cuerpo, subí al ascensor y agradecí haber podido bajar de este, tenía muchas ganas de vomitar y las lágrimas no disminuían, me ardían los brazos, salí de aquella empresa con la cara empapada y con mi cuerpo pidiendo ayuda para ser sostenido.
Caí de rodillas en el camino de piedras, no sentí dolor alguno, me desvanecí por completo mientras aquellas imágenes viajaban por mi mente a su antojo, cerré los ojos y no supe más nada de mí.
