Capítulo 11

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Daisy

Adrián estaba esperándome en el pasillo con el ceño fruncido, me inspeccionó de forma acusadora, me adelanté para que no hiciera preguntas. Mis ojos se enfocaron en mamá y papá que estaban a unos metros del pasillo, me acerqué a ellos.

Mamá estaba envuelta por un sexy vestido fino de tirantes color azul marino, se ajustaba a su cintura y se aflojaba hasta sus tobillos, tenía un abertura en la pierna izquierda que le daba un aspecto muy caliente, papá estaba a su lado vistiendo un traje completamente negro, su corbata combinaba con el vestido de mamá. Sus tatuajes ocultos de las demás personas, su rostro impasible y su cabello pulcramente peinado hacia atrás.

Me acerqué a ellos arreglando mi vestido, evitaba ver hacia atrás donde había dejado a Logan en el baño. No sé por qué reaccioné de esa manera, nunca me había atrevido a hablarle a un pene, cosa que me hizo sentirme extrañada, pero me gustó.

—Mamá, papá —saludé, ellos se giraron hacia mí. Papá me sonrió en cuanto me vio y me ofreció su mano, la tomé.

—¿Dónde estabas? —me preguntó. Dejó un suave beso en mi frente y me separé de él.

—En el baño —respondí, sentí arder mis mejillas cuando encontré sus ojos. Él entrecerró sus ojos hacia mí y suspiró.

—Bien... —dijo no muy convencido—. Ya nos íbamos. Ya hice mi donación.

—Claro.

Se despidieron de unas cuantas personas y yo lo seguí. Supe que Logan se había ido porque no sentía su mirada en mi espalda, suspiré y llegamos al auto. Adrián se sentó a mi lado cuando entramos al auto y le ofrecí mis pies, él me miró con una mueca.

—¿Qué? ¿Quieres que le tome una foto y la venda?

—No, fetichista —le dije, apunté a mis tacones—. Quítamelos.

—Pensé que había nacido para ser el streamer más reconocido del mundo. Pero no, soy el mayordomo de mi hermana. Vine buscando cobre y encontré oro —espetó con sarcasmo.

Pero me quitó los tacones y gemí de alivio cuando mis pies estuvieron libres, llevaba con los tacones muchas horas. Teníamos que representar a papá mientras él estaba en una junta muy importante. Tuve que alistarme rápido cuando volví a casa, luego de salir del apartamento de Logan.

—Gracias, antipático —le dije, él me dio una sonrisa ladeada y sacó su teléfono. Papá y mamá iban platicando sobre el viaje de trabajo de papá y no sé qué más, me desconcentré cuando mi teléfono vibró.

Logan: Terminas el trabajo tú, o puedo hacerlo yo y te la dedico.

Mi estómago revoloteó con anticipación.

Yo: No lo sé, ¿qué me ofreces a cambio si lo termino?

Se tardó en responder, pero su respuesta me causó un extraño sentimiento deslizarse sobre mi pecho.

Logan: O no lo terminas tú y lo termina otra.

Bloqueé el teléfono con la molestia asentándose en la boca de mi estómago, papá me miró por el espejo retrovisor y le di una tensa sonrisa y me mordí el labio.

«Logan puede cambiarte por otra tal y como lo hizo Gabriel. Por eso te dejó, no le servías para nada. Logan tiene chicas más interesantes que tú.»

La inseguridad de siempre ser la segunda opción me martilló en el pecho, pasé saliva con dificultad y tomé el teléfono.

Yo: No. Nadie más que yo. Sólo yo, ¿de acuerdo? No estés con nadie cuando estés conmigo.

Unidos por un hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora