Daisy
22 de noviembre
Me dolía todo. En especial el alma.
Gabriel había estado en silencio desde que se dio cuenta que su padre era otra persona. Podía entenderlo, no supo nada en veintidós años y se vino a enterar de la peor forma que se puede. Habíamos tenido uno que otros ciclos de sueño vigilados, aún con miedo de que la máscara roja viniera de nuevo a torturarnos.
Pero mis párpados ya no aguantaban estar más tiempo abiertos y me quedé dormida encogida en el frío y húmedo suelo con la sudadera de Gabriel dándome calor.
Despertamos cuando la puerta se abrió y máscara roja entró con un balde agua en la mano. Quise retroceder, pero no tenía fuerzas para nada. Me palpitaba la cabeza, me dolían las costillas y la piel de la espalda me ardía, me sentía sin fuerzas para seguir. Gabriel intentó ponerse frente a mí, pero lo golpeó hasta que le sacó sangre y lo amarró a una silla.
Me tomó del cabello y me sumergió cuatro veces en la fría agua por más tiempo del que podía respirar.
—¿Crees que alguien podría venir a salvarte?
Un día. Solo pido un día más para no rendirme. Quiero hacerlo, solo un día más. Un día más y todo estará bien.
No.
Soy fuerte. Puedo lograr esto. Yo puedo.
—Sí —escupo cuando puedo respirar bien.
—No hay nadie que venga a salvarte. No le importas una mierda a nadie, Logan ya conseguirá a otra mujer mejor que tú. Te dejará en el olvido. No significarás nada para él. Te mintió, él no te quiere. Nunca lo hará.
—No. No lo conoces.
—Y tú tampoco. Logan sabía todo esto y nunca te lo contó. Él te mintió al igual que todos te mienten. Él no te está buscando. No le interesas.
Mentiras.
—No le creas, Daisy —me dice Gabriel—. Él te está buscando. No ha dormido hasta que encontrarte, le está dando vuelta a todo el mundo por ti. Si eso no es el gran amor que te tiene, no sé qué sea. Pero él te busca. Él te sacará de esté infierno.
—Lo sé, nunca dudaría de él.
Pero máscara roja sigue ahogándome y siento que pierdo la consciencia. Soy amante del mar y del agua, pero en estos momentos el agua me está dando miedo. Trago agua para poder respirar como puedo, me ahoga hasta que en mi visión logro enfocar algunas manchas blancas y negras. Entonces me saca del agua y toso toda el agua que he ingerido.
Escupo agua y sangre.
Con mis débiles y lastimadas manos me sostengo del suelo para no caer de cara y él sale de la habitación. Gabriel sigue amarrado a la silla e intenta zafarse para ayudarme, pero no puede. Máscara roja vuelve a entrar a la habitación con un cuchilla, si sitúa tras mi espalda y me mete una patada haciendo que mi pecho choque contra el duro suelo.
Se agachó a mi espalda y lo sentí romper la sudadera de Gabriel.
—¡No! —le grita él—. ¿Qué vas a hacerle? ¡Déjala, joder, déjala!
—Llevarás mi marca en tu piel hasta la tumba —me susurra en el oído.
Me muerdo la lengua cuando una navaja empieza a perforar la piel de mi espalda, solo escucho los gritos de Gabriel diciéndole que no me haga nada, pero no podemos hacer nada. Después de que haya terminado me toma del pelo y me hace sentarme sobre mis muslos.

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Unidos por un hilo rojo
RomanceDaisy siempre tuvo en claro una cosa: ella había planeado un futuro con Gabriel, soñó tener una boda de ensueño, tendrían unos lindos bebés, un perro y un gato y serían felices para siempre. Entonces, ¿qué fue lo que la hizo cambiar de parecer? ¿Qué...