Daisy
Con Logan habíamos pasado una semana más en Noruega, y siempre miraba el anillo en mi dedo. Siempre que se levantaba lo segundo que hacía era ver mi anillo que brillaba con la luz del sol que entraba por la ventana, porque lo primero que hacía era montar a Logan y darle los buenos días.
No le habíamos dicho a nadie que nos íbamos a casar dentro de seis meses, queríamos disfrutar el tiempo para nosotros, visitamos Oslo, Bergen, Stavanger, Trondheim, Bodø y otros lugares preciosos, disfrutamos de nosotros y de nuestra paz, que la necesitábamos. Hablamos de muchas cosas que queremos hacer o de las que no queremos hacer.
Logan quería hacer cosas que yo no. O yo quería hacer cosas que él no quería hacer y la verdad es que así funciona una relación, discutiendo porque no tenemos los mismos gustos, pero ambos la arreglamos haciendo cosas que nos gustan y aprendiendo cosas de las que no.
—¿Cómo creen que reacciones cuando les diga? —le preguntó mientras caminábamos hacia el jet privado.
—No sé, no me importa. Lo único que quería era ver cómo reaccionabas tú, la tengo aquí —se toca la sien y yo volteo los ojos.
—Es que tú eres un... no entiendes nada —le hago un puchero, me pone la mano en la espalda mientras subimos las escaleras del jet.
—Sí entiendo, cariño, y no me importa cómo reaccionen. Pero seguro que se alegrarán.
—¿Sí? Quiero llamarles a las chicas desde que lo pusiste en mi dedo.
—No les llamaste porque no quisiste, porque la oportunidad la tenías.
—No seas un mentiroso, siempre que hablábamos sobre anillos y bodas, te acercabas y me comías la boca hasta que ellas debían de cortar y me follabas.
Llegamos a los asientos y me siento, Logan se sienta frente a mí. hace una mueca mientras enciende la computadora.
—Sí... ellas se comunicaron contigo por tres años. Yo no. No iba a dejar que me quitaran tiempo contigo.
—Pero no lo hacen, ahora me tendrás por toda una vida.
Abre las piernas para ponerse cómodo y miro cómo los pantalones negros se le ajustan a los muslos y aprietan su polla, me muerdo el labio mientras lo miro.
—Como debe de ser, cariño.
—¿Qué vas a hacer? —le preguntó señalando su computadora.
—A contestar correos de la empresa, ¿me necesitas?
Niego levemente y me inclino para depositar un beso en sus labios. Mientras él aprovecha para ver y leer lo que Blake le ha enviado, yo aprovecho para ver lugares donde puede ser la boda, la decoración, la comida, el vestido, las invitaciones, el hospedaje y todo lo demás.
Voy viendo algunas decoraciones, pero nada es como yo quiero. Hablé con Logan sobre una boda en la playa y me dijo que no se iba a poner ningún par de chanclas para casarnos, no era su estilo. Además, que quería verme un vestido grande y hermoso en la iglesia. Me dijo que buscara otros lugares y mirará que me parecía.
Pero quiero casarme en la playa. Quiero mi boda en la playa.
Y voy convencer a Logan de ello.
Así que lo miro mientras él lee muy concentrado y me meto debajo de la mesa que está frente a nosotros, me pongo de rodillas y en una posición cómoda, y comienzo a acariciar sus muslos con mis manos, Logan baja la mirada hacia mí y alza una ceja, pero no dice nada.
—Si piensas que haciendo que tu deliciosa lengua juegue conmigo y me hagas cambiar de opinión estás muy equivocada, cariño —dice y me acaricia la barbilla.
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Unidos por un hilo rojo
RomantikDaisy siempre tuvo en claro una cosa: ella había planeado un futuro con Gabriel, soñó tener una boda de ensueño, tendrían unos lindos bebés, un perro y un gato y serían felices para siempre. Entonces, ¿qué fue lo que la hizo cambiar de parecer? ¿Qué...