Capítulo 40

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Logan

—¿Una stripper? —sugirió Adrian y Daren lo fulminó mientras él le sonreía y se encogía de hombros.

Cerré los ojos y eché la cabeza hacia atrás.

—No quiero una stripper, solo quiero llevarme a Daisy lejos de ustedes ya.

—En tus sueños —me dijo Daren, le sonreí.

—En los tuyos porque ella será mi esposa dentro de unas horas.

El abuelo negó y se estiró frente a la arena, Aaron estaba esperando que Adrian dejará de convencerme sobre tener una stripper, no quería stripper ni nada. La quería a ella y me la habían negado todos los días desde que habíamos llegado, como justo ahora que iba hacia las demás mujeres con su traje de baño y su bata transparente e iba tomando una piña colada, me sonrió cuando se dio cuenta que la estaba mirando.

Un golpe de la pelota de voleibol chocó contra mi cara y me hizo mirar a Daren me sonreía mientras la pelota caía al suelo.

—Deja de mirarla tanto, la perturbas.

—Ahora eres tú quien tendrá que verla limitadamente, ahora si juegas sucio, jugaré sucio —murmuré mientras lo miraba.

Siempre que me acercaba a él lo empujaba haciéndolo perder la pelota o tirándolo al agua, ya después miré a mi preciosa prometida que me miraba, me acerqué a ella con el pecho mojado e iba a besarla la tía Bianca preguntó:

—Bueno... ¿y la despedida de soltera?

—La verdad que ninguno de nosotros quiere eso, no estamos solteros y queremos hacer algo todos juntos, no es una despedida en sí, o bueno sí, pero juntos —respondió Daisy.

—¿Por qué? —pregunta mamá.

—Porque no voy a compartirla con nadie y mucho menos con un imbécil que le quiere bailar —respondí—. Es mía y si siguen insistiendo ustedes con eso, la llevaré a un lugar donde nadie más tenga acceso a ella.

Iba a besar a mi prometida cuando mamá me interrumpió

—No, ni te atrevas hasta el día de la boda.

La miré con el ceño fruncido y tomé a Daisy por la barbilla y me pegué mis labios con los de ella, ella me sonrió sobre los labios y se separó rápidamente con los ojos iluminados.

—Mira, ya lo hice.

—Eres un cerdo —me dijo Arely, la miré y ella se sonrojó y volteó a ver a otro lado.

—Tú ni digas nada.

Me senté al lado de Daisy que estaba con las piernas cruzadas, me coloqué las piernas cruzadas en mi regazo mientras hablábamos, me miró y me sonrió, todavía no se me olvidaba cómo la muy descarada aceptó no tener intimidad hasta la noche de bodas, iba romperla ese día.

Aunque la idea de esperar hasta ese día me puso más duro de lo normal, pero valdría jodidamente la pena y por ella esperaría lo que sea.

Desde que habíamos llegado aquí comíamos juntos, pero no dormíamos juntos por lo mismo, pero ahora que estábamos a horas de casarnos y en una fiesta juntos, alquilamos una mesa de bebidas, comida y demás.

Daisy estaba poniéndose más borracha de lo normal, porque le se sonrosaban las mejillas aún más cuando andaba tomada. Se reía de todo cuando Maddie, Emma, Arely y Blake se fueron a bailar fue mi turno para levantarme hacia al baño, me perdí entre toda la gente y cuando iba a por ella miré dos persona que conocía muy bien, pero no me desconcentré de mi camino.

Unidos por un hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora