Daisy
Cerré la computadora cuando mi teléfono sonó por algún lugar de la casa, me dirigí hacia la sala de estar donde había estado hace unas horas atrás, cuando lo miré en la mesa de vidrio del centro contesté la llamada en la que papá aparecía en la pantalla.
—Hola, papá.
—Elizabeth, ¿cómo has estado? ¿El cavernícola está por ahí cerca?
Me reí en la forma en la que se refería a Logan y negué con la cabeza.
—Estoy muy bien ¿y tú cómo te encuentras? Y Logan anda comprando unas cosas que necesito para la cena.
—Yo también he estado bien, extrañándote.
Le hice un puchero mientras me sentaba en el sofá y seguíamos platicando de muchas cosas más.
Logan y yo habíamos decidido mudarnos a Carolina del Norte y hacer nuestra propia casa en una zona rural, con mucha propiedad y mucha distancia entre las otras casas. Nuestra casa tenía cuatro habitaciones y dos habitaciones de visita con su respectivos baños, elegantes gradas que dirigían hacia los cuartos, una gran cocina, gran sala de estar, espacio de comedor, biblioteca, sala de cine, una sala de juegos de mesa con una mesa de billar y un pequeño bar, gran extensión en nuestro patio trasero donde teníamos una piscina.
Para llegar a la entrada donde había algunos árboles y bancos, teníamos que pasar por el portón principal y un kilómetro después se encontraba nuestra casa. Todo estaba hecho a nuestra medida y gusto y nos encantaba nuestra tranquilidad.
Después de hablar suficiente tiempo con mamá y con papá dejamos la llamada para otro día, ordené la biblioteca en la que había estado trabajando y me metí a la bañera para darme una ducha. Le eché suficiente jabón para que hiciera espuma y me amarré el cabello en un moño, cerré los ojos cuando estuve completamente relajada.
No sé cuánto tiempo pasó porque me quedé dormida en la bañera cuando unas manos se sumergieron en mi cuerpo, abrí los ojos encontrándome de frente con Logan que me fruncía el ceño.
—¿Por qué te dormiste aquí? Podrías haberte ahogado. Estos días andas muy cansada o duermes demasiado, ¿tienes un desajuste hormonal?
Mi corazón latía tan rápido en mi pecho, estaba todo vestido de negro y sus manos estaban metidas en la ducha agarrándome por los brazos.
Logan y yo llevábamos más de un año y medio de casados y aun así este hombre se las arreglaba para hacerme sentir mariposas nadando en mi vientre. Coloqué mis manos sobre las suyas cuando me senté y el agua escurrió de mis pechos, los ojos de Logan bajaron hacia ellos y luego me besó.
Me incliné más hacia él mientras me besaba. Siempre me besaba me sentía mejor, más relajada y excitada.
—No lo sé —suspiré. Me ayudó a ponerme de pie y después me colocó una bata de baño esponjosa.
—Tranquila, cariño, lleva tiempo.
—Lo sé —susurré.
Logan y yo habíamos decidido comenzar a formar una familia y que yo pudiera quedar embarazada. Llevábamos seis meses en el intento y no había resultados. Lo habíamos hecho casi todos los días, muchas veces. Incluso Logan se corría más de tres veces dentro y no dejaba que saliera nada, pero al ver los negativos yo le había dicho que no nos preocupáramos por eso.
Logan me secó y luego me ayudó a ponerme un vestido acolchado y caliente debido a la frío que había en el clima de octubre, me desenredé el cabello con él cambiándose detrás de mí, cuando estuvo en unos pantalones de pijama y la misma camisa mi estómago gruñó.
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Unidos por un hilo rojo
RomansaDaisy siempre tuvo en claro una cosa: ella había planeado un futuro con Gabriel, soñó tener una boda de ensueño, tendrían unos lindos bebés, un perro y un gato y serían felices para siempre. Entonces, ¿qué fue lo que la hizo cambiar de parecer? ¿Qué...