Extra: Experiencias espectaculares

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Este extra se sitúa semanas antes del parto de Daisy después del parto. Cuentan su rutina de padres cansados, pero muy felices.

Disfrútenlo.

Logan

Daisy estaba en esas semanas que se cansaba fácil, pero nuestra pediatra nos había aconsejado hacer ejercicios para que el bebé se fuera poniendo en posición, a mi esposa no le gustaba. Pero yo siempre estaba ahí para ayudarla con sus ejercicios.

Ella y yo siempre nos comunicamos por mensaje cuando tenía que ir con urgencia a la empresa, ahora solo iba dos veces por semana para estar más al pendiente de ella y nuestro bebé. Dado que ahora se cansaba más de lo normal.

Como hoy me toco ir y me estuve tomando horas de más, pero llevo nuestra cena que son tacos mexicanos, ahora ese es su gran antojo siempre y la complazco en todo momento. Entro cuando la encuentro en el sillón viendo documentales de animales.

Me acerco por detrás de ella inclinándome para besarla y acariciarle el gran bulto donde lleva a nuestra mayor creación.

—Hola, cariño —saludo.

—Hola, ¿cómo has estado? Te extrañamos mucho.

Le beso la frente antes de sentarme junto a ella.

—Yo también cariño.

—Nathan ha estado muy inquieto —dice mientras le paso la palma por el vientre donde mi hijo se mueve con locura y Daisy hace una mueca.

—¿Patea mucho?

—Sí, ahora más.

Saco los tacos de las bandejas y se los entrego, la ayudo a sentarse mientras se le hace agua la boca, apoya el plato en su vientre. Es lo que le encanta cada que come en el sofá, que apoya la comida sobre su vientre al igual que yo. Siempre que quiere ver películas apoyo el tazón de palomitas en su vientre, al parecer dice Daisy que eso calma a Nathan.

—Están deliciosos —dice mi esposa—. Me encantan mucho.

Me contó sobre lo que hizo el día de hoy con toda la emoción del mundo y yo solo la miré con tanta devoción en el alma que quise besarla de todas las maneras posibles. Me contó lo que Nathan la hizo comer, que fue chocolate con mantequilla, pero que le gustó, igual que durmió la mayor parte del día y solo se levantó para tomar sus pastillas y comer.

—¿Por qué llorabas ahora que me llamaste? —le pregunté mientras le echaba crema en su panza para las estrías.

—Por Rapunzel —sollozó—. Es que estaba tan solita en esa torre —se limpió las lágrimas con el dorso de la mano—. Y su cabello —sollozó más fuerte.

Le acuné la cabeza contra mi pecho y ella gimió mientras lloraba.

—¿Qué pasa con su cabello?

—Flynn podía haberlo dejado un poco más largo.

—Él también estaba muriendo, cariño.

Me miró con los ojos bien abiertos.

—¡Es cierto, Dios mío! —sollozó—. Fui tan mala.

—Por supuesto que no, cariño, él solo quería salvarla.

Sonrió con tanta fuerza.

—Y al final fueron muy felices, ella miró las luces que hacían en honor a su cumpleaños.

—Lo hizo —le aparté el largo cabello de la frente—. Ahora vamos a hacer tus ejercicios.

—No, no quiero.

Unidos por un hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora