Capítulo 17

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Daisy

Ya habían pasado algunos días desde mi cumpleaños. Maddie había vuelto a su casa, lamentablemente. Pero pasaba la mayor parte del día en la mía después de terminar la universidad. No había visto a Logan pues los dos habíamos estado ocupados con exámenes y muchas más cosas. Pero sí nos enviábamos unos que otros mensajes de texto por las noches o cuando estábamos libres.

—Cariño —me llamó mamá—, ¿tienes el vestido de esta noche?

Asentí mientras comía unas pocas fresas.

—Sí, de hecho, iré a cambiarme a otro lugar. Si no te importa.

—Por supuesto que no, mi amor. Tu padre, Adrián y yo estaremos esperándote en el evento.

—Mhmm... mamá quiero presentarte a alguien.

—¿Es con el chico con has estado saliendo todos los días anteriores?

Asentí. Sentí mis mejillas arder.

—Papá ya lo vio y no reaccionó muy bien. Es como si ya lo conociera. ¿Crees que papá me mentiría?

Mamá apartó los ojos y me dio la espalda. Siguió cortando las frutas para hacer la ensalada habitual de su desayuno.

—No —vaciló un momento—, pero si lo hiciera, sería para protegerte, ¿no?

—Los secretos son peligrosos, mamá.

Iba a responder cuando tocaron el timbre, ella se apresuró para llegar a la puerta. Saludó a no sé quién y yo seguí comiendo frutas. Escuché unos pasitos y el grito habitual de Valentina cuando venía a casa.

—¡Aisy! —Me abrazó por las piernas. Reí suavemente y la levanté del suelo para abrazarla fuertemente—. Me aprietas, Aisy.

—Hola preciosa. Hace tiempo no te veía.

Papá y tío Marco se asomaron a la cocina. Papá abrazó a mamá por el hombro mientras yo abrazaba a tío Marco con Valentina en mis brazos. Él dejó un beso en mi cabeza y Valentina hizo que la cargara. Ella comenzó a mirar por todos lados haciendo un puchero.

—¿Qué buscas? —Papá le preguntó mientras me abrazaba.

—A Lo. El novio de Aisy. Dijo que iba a regalarme muchísimooooooos juguetes.

Papá frunció el ceño y miró a su hermano.

—Habla de Logan. El chico con el que Daisy fue a cuidarla el otro día. Valentina no deja de hablar de él desde que lo vio.

Papá me miró. Fue una extraña mirada, una que jamás me había dado. Sentí un vacío en el pecho, en el estómago y en todos los lados de mi cuerpo. Mamá lo tomó del brazo y él parpadeó rápidamente, enfocándome.

Me levanté de la silla casi tropezando con mis propios pies. El dolor o vacío, no sabía qué era, pero ahí estaba. Me tomé del borde de la silla cuando las lágrimas me nublaban la visión.

—Daisy... —La voz de papá fue un susurro.

—Lo siento —dije, las palabras pesaron en mi boca—. No recordaba que tenía que ir a la casa de Emma. Nos vemos más tarde.

—Aisy... no te vayas, Aisy. —La voz de Valentina se rompió y una lágrima se derramó por mi mejilla. La limpié y salí de casa rápidamente.

Tomé mi teléfono que, por suerte, lo llevaba en el bolsillo trasero de mis pantalones cortos y llamé a Jackson.

—Hola, Daisy. ¿Qué necesitas?

Unidos por un hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora