Daisy
Le avisé a papá que los buscaban cuando la reunión había terminado y él accedió hablar con el hombre que lo esperaba en la recepción. Papá se notó un poco tenso cuando miró al hombre, pero solo se limitó a hacerlo pasar y nos pidió que nos quedáramos afuera.
Maddie se sienta a mi lado y suspira.
—Ese hombre era extraño.
—¿Extraño en qué sentido?
—Extraño.
Me rasqué el brazo, sus explicaciones eran tan confusas. Me encogí de hombros y apoyé mi cabeza en su hombro.
—Pues creo que sí.
—Pero no te voy a negar que está muy bueno.
Reí y ella también lo hizo.
—No creo que a papá le gustaría que estuvieras con ese hombre, y tampoco con él.
—Lo sé, yo jamás me metería con tu padre. Él me ha querido como una hija, además, me llevo muy bien con tu madre, Zuseth.
—Mamá también te quiere como una hija —le digo.
—Me encanta formar parte de esa familia. Al único que no soporto es a Adrián, pero después todo está bien.
Me río, Adrián y Maddie siempre bromean con odiarse, pero sé que muy dentro de su oscura alma se quieren como hermanos. Pasan los minutos cuando papá sale con el hombre de su oficina, papá siempre mantiene su cara sin ningún tipo de expresión, pero esta vez hay un tipo de enojo en su rostro.
Me pongo de pie y me acerco a él, Maddie me sigue. El hombre que estaba con él, me analiza y yo hago lo mismo. Es de piel clara y sus ojos son de un tono verde azulado, me sonríe y yo le doy una sonrisa de boca cerrada, papá me toma del brazo y me pone a su lado, el hombre me tiende una mano.
—Soy Lucas Dawson, un viejo amigo de tu padre —dice, acepto su mano.
—Daisy Beckham —le digo y quito la mano rápidamente, él le ofrece la mano a Maddie y ella la toma con desconfianza.
—Maddie.
—Un gusto, señoritas. Un gusto volver a hablar contigo, Daren —dice y ambos se estrechan la mano—. Si me permiten debo irme, tengan buenas tardes.
Se da la vuelta y comienza a dirigirse hacia el ascensor. Papá deposita un beso en mi frente y me envuelve en sus brazos.
—¿Quién era él? —le pregunto.
—Nadie importante.
—¿No es tu amigo? —me separo y lo miro, él niega—. ¿Qué quería?
—Resolver cosas del pasado —dice y sonríe.
—¿Nos vamos? —le pregunto y él asiente.
—Sí, solo termino de ordenar algunas cosas. Adelántense, me esperan en las hamburguesas, mejor comamos hamburguesas.
Asiento y enrosco mi brazo con el de Maddie, ella comienza a contarme algunas cosas mientras nos adentramos al ascensor, ella saca su teléfono y me pide posar frente al espejo de éste, toma varias fotos y sonríe.
—¿No quieres ser mi novia? —dice bromeando.
—¿Para qué o qué?
—Deja a Gabriel y cásate conmigo —me dice y río.
—Como si te gustarán las vaginas.
—Es cierto —dice, llegamos al estacionamiento y al auto—, amo los penes.
ESTÁS LEYENDO
Unidos por un hilo rojo
RomansDaisy siempre tuvo en claro una cosa: ella había planeado un futuro con Gabriel, soñó tener una boda de ensueño, tendrían unos lindos bebés, un perro y un gato y serían felices para siempre. Entonces, ¿qué fue lo que la hizo cambiar de parecer? ¿Qué...