Capítulo 10

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Logan

Después de que la provocadora se haya ido me obligo a darme una ducha rápida con agua fría. Me pongo algo para no cambiarme cuando vaya a traer a mamá, voy hacia la cocina para buscar alguna fruta que pueda comer, la nota que hay en la nevera de parte de Natasha me hace recordar que debo ir al supermercado, tomo una manzana y comienzo a comerla.

Tomo la computadora que está en la encimera y comienzo a escribir sobre más cosas de los animales marinos. En mi campo de visión logro ver el sobre que se ubica en el jarrón de las flores.

No debes abrirlo.

Sacudo mi cabeza y me obligo a seguir con la vista en el computador. Suspiro y sigo escribiendo hasta que comienzo a escribir cosas sin sentido y cierro el computador de golpe. Me paso las manos por la cara y miro el sobre, sin importarme nada lo tomo y comienzo a leerlo.

Logan Smith.

Es un gusto comunicarnos con usted, joven Logan. Nos complace haber contactado con usted, hemos recibido muchas de sus fotografías y pinturas. Y déjeme decirle que son excelentes, la forma en la que transmite su arte nos llama mucho la atención. Y ese es el motivo de nuestra carta.

Queremos ofrecerle un trabajo en Australia. Queremos mostrar de su arte hacia el mundo, tanto sus pinturas como sus fotografías. También podría seguir su título de la biología marina y graduarse aquí, se le ofrecería un muy buen lugar de trabajo aquí mismo.

Esperamos que pueda pensarlo bien. Sería una muy buena oportunidad para usted. Tiene mucho tiempo para pensarlo, nuestra oferta está en pie durante un año.

Esperamos su respuesta.

Suspiro y acaricio el papel entre mis dedos. Cierro la hoja y la deposito en la mesa, es una excelente oportunidad, pero... no lo sé. Me pongo de pie, tomando la carta, entro a mi habitación y la guardo en un cajón. Lo cierro con más fuerza de la necesaria y me siento en la cama, apoyo mi cabeza entre mis manos y miro fijamente hacia el suelo.

Hablé con mamá sobre el sobre la primera vez que lo abrí, me dije a mí mismo que no volvería a abrirlo dentro de un tiempo. No hasta que lo crea necesario. Me pongo de pie, miro la ciudad por los ventanales de mi habitación, la luna comienza a hacer su aparición al igual que las miles de luces, me dirijo hacia el baño cuando el sonido del timbre me hace devolverme, a regañadientes abro la puerta.

—Hola, Logan —Andrea me saluda y entra a mí departamento como si fuera su casa.

—Sí, claro, pasa. Eres muy bienvenida.

—Gracias —dice, giro los ojos y la miro.

—¿Qué haces aquí?

Suspira y se acerca a mí para darme un beso en los labios. Aparto la cara antes de que me lo dé, ella se recompone con molestia.

—En los malditos meses que llevamos follando nunca me besas, ¿por qué?

—¿Por qué tendría que hacerlo? No me gusta.

—Pero...

—¿Qué haces aquí, Andrea? —La corto.

—No lo sé, es solo... no lo sé. Quería verte, anoche en la fiesta no me diste atención y me dolió, ni siquiera me felicitaste.

—¿Por qué debería de haberte felicitado? ¿Tu cumpleaños no era en septiembre?

—¡No! —Se exaspera y sus ojos se llenan de lágrimas—. ¡Mi cumpleaños era ayer! Ni siquiera me viste.

Suspiro y me tallo las sienes.

—Andrea, no eres mi jodida novia para reclamarme mierdas. Si quieres a alguien que te dé atención, ve y búscalo en otro lado, porque en mí no lo vas a encontrar.

Unidos por un hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora