Logan
—Deja de ser tan posesivo. ¿Acaso no ves cómo te mira esa mujer? Te mira cómo si quisiera follarte a cada minuto.
—Ella quiere follarme a cada minuto. Compartimos el mismo pensamiento —respondí. Oliver soltó un resoplido y me pasó un trago.
Daisy está dando la bienvenida a sus invitados y recibiendo regalos. Apenas me ha dado tiempo para repasarla, pero justo ahora estaba con un chico rubio que le pasaba la mano por el hombro y le decía no sé qué, eso la tenía riendo. Quería cortarle esa mano, pero...
Oliver me empujó cuando se fue detrás de Maddie que iba pasando por la barra. Daisy pareció sentir mi mirada sobre ella porque volteó a ver hacia mí y me sonrió. Se despidió del chico que estaba a su lado y caminó hacia mí. Me recosté contra la mesa para guardar su perfecta imagen en mi memoria.
Ese brillante vestido que le apretaba las curvas y tenía un profundo escote en sus senos. Se ajustaba a sus perfectos y cremosos muslos. Se miraba más alta de lo normal porque llevaba unos tacones de punta fina plateados, el mismo color que su vestido, tenían una pelusa al comienzo y eran abiertos por la parte del talón. Su cabello iba suelto en ondas que le habían hecho horas atrás.
—Hola. —Se dio la vuelta mostrándome la espalda descubierta donde dos tirantes agarraban el vestido. Volvió a mi frente y acortó la distancia entre nosotros.
—Hola. —La atraje hacia mí, pasando mi mano por su cintura posesivamente. Me cerní sobre ella y le comí la boca. Ella envolvió sus brazos en mi cuello. Bajé las manos a sus perfectas nalgas y la apreté contra mí. Se separó de mí dejando un casto beso en mis labios —. Te ves preciosa, tan preciosa como mía.
—¿Tuya? —Acarició los cabellos de mi nuca, sonriente.
—Sí, y por lo que veo te encanta ser mía.
—En ciertos términos.
—No. —La tomé del cuello y la besé —. En todos.
Iba a hablar cuando una chica llegó a ella y la felicitó. El compañero de la chica la miró lascivamente, apreté su cintura, atrayéndola más a mí. Él chico bajó su mirada a su escote.
—¿Tiene unas lindas tetas, cierto? —Le sonreí con incredulidad. Mi mandíbula se tensó con el movimiento —. Pero guarda esos ojos saltones de mierda para ti y deja de verla.
Se le tensó la mandíbula y Daisy me miró. Colocó su mano sobre la mía y la apretó. Le sonrió a la chica que miraba a su acompañante como si quisiera sacarle el cerebro. Enredé mi mano en el cabello de Daisy, la hice girar la cabeza y la besé con fuerza, ella se recostó sobre mi muslo para no caerse.
—No tienes que estar celoso —dijo. Me sonrió mientras me pasaba una mano por el pelo.
—No tengo por qué estarlo. Soy seguro de mí mismo y por ti. Solo no me gusta que miren lo que me pertenece.
—Eres el único que puede tenerlo. Además, muchas miran lo que me pertenece y no me molesto por ello.
—Claro.
Había notado cómo miraba a Andrea cada vez que se me acercaba o me miraba más de lo común. Porque sí, al parecer alguien había traído la problemática de Andrea. Pero lo sabía disimular, pero le costaba demasiado.
—Ven, quiero follarte en el jacuzzi.
Escondió su cara en mi cuello y se rio con fuerza.
—La fiesta apenas está comenzando, déjame disfrutar un poco. Luego me tendrás todo para ti. Me puse una lencería que sé que te va a encantar.
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Unidos por un hilo rojo
RomanceDaisy siempre tuvo en claro una cosa: ella había planeado un futuro con Gabriel, soñó tener una boda de ensueño, tendrían unos lindos bebés, un perro y un gato y serían felices para siempre. Entonces, ¿qué fue lo que la hizo cambiar de parecer? ¿Qué...