Capítulo 13

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Daisy

Disfrutaba la manera en la que Logan lograba explicarme cada cosa que pasaba por nuestros ojos, los peces preciosos que se acercaban a donde estábamos, Logan y yo nos sumergimos para ver más de cerca los peces. Los preciosos corales se encontraban debajo de nosotros.

Demostrando su hermosa naturaleza, los peces salían de los pequeños lugares que los corales le ofrecían para nadar. Nadamos aún más profundo y todos los peces se reunían a nuestro alrededor. Solté un poco de burbujas mientras me acercaba hacia las bellas estrellas de mar.

Las admiré con adoración, una tortuga se unió a mí con desespero, iba a acariciarla cuando me di cuenta que andaba un pequeño plástico atorado en su boca y se enrollaba en su caparazón. La tomé con mucho cuidado y nadé hasta la superficie, Logan me siguió detrás, me quité el esnórquel y se lo entregué.

—¿Qué sucede? —me preguntó, acercándose más a mí. Llevé a la pequeña tortuga hacia el pequeño puente.

Logan subió inmediatamente y tomó a la tortuga entre sus manos, le indiqué que la sostuviera, la tortuga quería escabullirse de sus brazos, pero él la sostenía fuertemente, sin llegar a lastimarla. Salí corriendo y le indiqué a los salvavidas que necesitaba una tijera, ellos me la entregaron y fueron detrás de mí.

—Se está ahogando —musitó Logan, tratando de desenredar el plástico de su alrededor. Me arrodillé a su lado y comencé a cortar el plástico con la tijera.

—Ya voy, chiquita, ya voy —le dije a la pequeña tortuga mientras trataba de cortarla, los salvavidas me ayudaron hasta que pudimos cortarlo. Ayudaron a Logan para que mantuviera la boca abierta y poder terminar de sacar el pequeño trozo de basura de su boca, sin lastimarla.

Logramos sacarlo y la tortuga dejó de removerse con desespero, los salvavidas gritaron con emoción y yo me apoyé sobre mis talones, mi corazón galopando contra mi pecho. Logan me tendió la mano para que me acercara a él y lo hice. Mi cabeza recostada sobre su hombro mientras acariciaba a la tortuga en su cabecita y caparazón.

—Es hermosa —susurré, admirándola—. Desearía que la contaminación dejará de existir. Todos los animales sufren por nuestra culpa, no los merecemos.

—Por supuesto que no. El mundo no nos merece, es demasiado para nosotros —contestó Logan, su mano acariciando mi espalda—. Han pasado tantos años y no cambiamos, si seguimos de esta manera, nos extinguiremos tan rápido.

Lo miré, me indicó que dejáramos a la tortuga ser libre, muchas personas se habían acercado e íbamos a agobiarla. La pusimos en el agua y ella nadó hacia las profundidades, siendo feliz. Me alegré mucho al poder ayudarla, ojalá pudiera ser así siempre.

—¿Crees que en un futuro logremos cambiar la contaminación? —pregunté hacia Logan.

—Lo haremos.

No volvimos al agua, sino que nos fuimos hacia la arena donde habíamos dejado todo. Puse las mantas sobre la arena. Logan y yo nos recostamos, él sentado con una libreta en su mano y me recosté boca abajo para observar las personas que pasaban por enfrente de nosotros, tomé unos refrescos y le entregué uno a Logan que me dedicó una media sonrisa.

Le pedí prestada su cámara para ver algunas fotos y, extrañamente, accedió. Comencé a ver las fotos mientras tomaba mi refresco y él hacía no sé qué detrás de mí.

Después de unos minutos en donde no escuché nada por parte de Logan, me giré y lo encontré sentado con su libreta en mano, su cabello se pegaba a su frente y respiró profundamente y sus abdominales se contrajeron, al parecer sintió mi mirada porque enfocó sus preciosos ojos azules en los míos. Recorrió mi cuerpo, sus ojos se quedaron más tiempo en mi trasero y luego los volvió hacia mí con una sonrisa arrogante en la cara.

Unidos por un hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora