Capítulo 34

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Logan

Termino de colgar la llamada con Damon cuando me dice que hay aún no hay jodidas pistas. No he pegado un ojo en más de veinticuatro horas. He buscado por toda la ciudad y no he encontrado una mierda. He pagado tanto y no me sirven para una mierda porque no la encuentran. Me importa una mierda el puto dinero. Solo necesito encontrarla ya. Pero no la he encontrado y eso me tiene jodidamente molesto con todos.

Hoy es el cumpleaños de Daren y nadie lo ha felicitado, porque él lo pidió de esa manera. No es un cumpleaños sin Daisy. Hemos movido toda la puta ciudad de mierda y no hemos encontrado un carajo.

—¿Encontraste algo? —me preguntó Adrián.

—No. ¿Tú?

—Tampoco. Nadie sabe nada y el imbécil de su exnovio no tiene tal capacidad.

—No confío en ese imbécil. No es de confiar, quizás si la tiene —dice Daren, cuelga el teléfono con furia y nos mira.

—Si Gabriel llega a tenerla, nunca mirará la luz del día —digo y me pongo de pie para ir a la cocina.

Zuseth, mi madre y mi abuela están tomando café mientras revisan otras cosas. Los guardaespaldas de mi madre están rodeando la casa. Tengo a toda la empresa de seguridad e investigación de mis padres buscando por toda la ciudad y casas del campo para encontrarla. No involucré al FBI porque son una mierda para encontrar a las mujeres.

Mejor busco a Daisy yo por mi maldita cuenta. Así me lleve todo, pero va a volver a mí.

Estaba terminando mi vaso de agua cuando tocaron el timbre, Zuseth salió corriendo y cuando abrió la puerta el repartidor le sonrió con amabilidad y le hizo firmar el recibo, se despidió y salió deseándonos una buena tarde.

Buenas tardes mis putos ánimos. No hay buenas tardes sin Daisy aquí.

Las mujeres se sentaron en el sillón y la madre de Daisy abrió la caja. Pero no esperaba lo que vi a continuación. Palideció tanto que si mi abuela no la hubiera detenido se hubiese caído al suelo, mi madre tomó lo que había dentro de la boca y los ojos se le aguaron y se tapó la boca. Me miró y supe que no era bueno.

Me acerqué a ella en unas cuantas zancadas cuando Daren, Adrián y mi padre llegaron a la sala, Daren se apresuró adonde estaba su esposa y yo le arrebaté la foto a mi madre.

Lo que vi en la maldita foto me apretó el corazón y movió el piso. La rabia me comenzó en las manos y me terminó en el pecho. Joder. A cualquiera que la tuviera quería destrozarlo con mis manos y hacerle sentir lo mismo que la hizo sentir de esta manera.

—Maldita sea. Maldito sea.

Era una foto de Daisy de espaldas, conocía su espalda como la palma de mi mano. Pero estaba destrozada. Tenía latigazos y la sangre chorreaba como nunca por su preciosa espalda. Estaba encadenada al suelo, pero no se mostraba ninguna pista del lugar en el que podía estar. En la parte de atrás de la foto tenía escrito: feliz y dulce cumpleaños.

Daren se puso de pie y me arrebató la foto. Su cara se enrojeció, al igual que lo hizo Adrián. Zuseth estaba llorando, yo arrebaté la foto de las manos de Daren y la llevé afuera. Tomé un encendedor y la quemé. No iba a guardar esa foto. Ni quería verla.

Luego entré a la casa y nadie hizo preguntas. Tomé las llaves de mi auto y fui a la casa de Damon que estaba trabajando con la computadora cuando me abrió la puerta.

—No he encontrado nada, pero lo haré pronto. He intentado de todo, pero créeme que para mí que soy un jodido experto hackeando está siendo difícil.

Unidos por un hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora