Capítulo 36

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Logan

Blake terminó de cerrar mi maleta y me miró.

—Listo, ahora vámonos o perderemos el vuelo.

Admiré el cuadro de mi apartamento por última vez y me doy la vuelta para verla.

—No perderemos nada. Viajaremos en mi jet.

Blake giró los ojos y tomó su maleta.

—Eres tan egocéntrico que me sorprende que tu apartamento tenga un poco de color como esos cuadros.

Tomo mi maleta y la sigo cerrando la puerta detrás de nosotros.

—Siempre he sido así, no sé de qué manera de sorprende —le digo mientras bajamos por ascensor.

Ella saca su tablet y comienza a verificar unas cosas. Me concentro en mi teléfono esperando el mensaje, Blake me pregunta algunas cosas, pero no le presto atención mientras leo el mensaje que me acaba de mandar.

El suegro: Ya le llegaron, sigo odiándote. Pero sigues pensando en mi hija y eso demuestra mucho.

Logan: Me importa una mierda si me odias o no, el sentimiento es mutuo. Lo único en lo que fuiste bueno fue poner el esperma en tu esposa para crear a Daisy.

El suegro: Que tengas un día de mierda. Suerte.

Logan: Igualmente, suegro.

—¿Entonces el hotel es de una sola habitación? —la pregunta que hace Blake me obliga a verla.

—No —salimos del ascensor—, pedí habitaciones separadas.

—El correo de confirmación que me acaba de caer dice lo contrario.

—Esos hijos de puta no pueden hacer algo bien —digo, subo las cosas de ambos al carro y Blake se sube de copiloto mientras yo manejo hacia el aeropuerto privado.

—Creo que me siento ofendida —dice Blake, divertida.

La miro de reojo.

—Lástima.

Solo niega con la cabeza, pone una sonrisa tonta y luego se ríe y se pone a revisar más correos.

Blake es una buena mujer, es bonita. Su tono de piel es claro, se carga unos ojos verdes azulados, con un cabello castaño y ondulado. Tiene una figura que mantiene comiendo sano y haciendo ejercicio.

Pero nunca le he dado falsas esperanzas. Nunca le he coqueteado o le he dirigido una mirada lasciva. Cuando ella comenzó a ser mi secretaria, supe que le gustaba por la forma en la que se comportaba conmigo.

Pero no he tenido contacto sexual y mucho menos sentimental con nadie desde que Daisy se fue. Y no fue por falta de ganas, mi mano fue mi mejor aliada, pero no quise tocar ni fijarme en ninguna mujer.

No eran ella.

No se llamaban Daisy. No tenían ojos ámbar. No me cautivaban como ella lo hacía. No me motivaban como ella lo hacía.

Simplemente no eran ella.

Cuando le dije a Blake que no se ilusionara y me superara íbamos a poder trabajar bien. Lo hizo. Ahora es mi secretaria y viaja conmigo a todas partes. Dejó de verme como el hombre que le gustaba y me vio como un jefe. Así pudimos cooperar y trabajar juntos.

En estos tres años le di importancia a mis estudios y a mi arte.

Hablé con especialistas.

Ahora soy un biólogo marino reconocido, soy pintor y tengo de hobby ser fotógrafo.

Unidos por un hilo rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora