No sabía dónde poner aquellos cuadros que había hurtado del antiguo departamento de Gerard, simplemente pasaba día tras día mirandolos, apreciando cada pincelada, cada fino trazo. Su favorito era aquel que tenía los dedos de Gerard plasmados en una mancha azul en una esquina del cuadro, a veces intentaba encajar sus dedos pequeños y robustos con los finos dedos azules de los que solo quedaba su recuerdo.
Se sentía cansado, agobiado, se suponía que tomaría unas vacaciones para recuperarse y renacer de las cenizas de sus propios errores cual ave fenix, pero apenas recordaba la hermosa sonrisa del pelinegro en ese parque junto a Adam y nuevamente sentía su alma desplomarse, tomaba con fuerza su camiseta y la apretaba entre sus dedos como si se tratase de su corazón, deseaba hacerlo polvo con sus propias manos.
Cada día era lo mismo, sin poder dormir, no sentía hambre, solo un vacío en el estómago acompañado de una constante sensación desagradable que lo hacía querer vomitar, el nudo en su garganta parecía nunca irse y la opresión en el pecho ya era normal en su cuerpo. Sentía las cienes presionadas y los ojos chiquitos e hinchados, malestares meramente fisicos, pero lo que realmente lo estaba destruyendo era la constante desesperación, esas ganas de gritar cada que recordaba lo que había hecho, eran esos impulsos repentinos que aparecían cuando derramaba un poco de agua de su café, o cuando accidentalmente se golpeaba el dedo pequeño del pie. Eran esos pequeños errores los que detonaban en su ser un cólera que a toda costa trataba de mantener a raya pero apenas era perturbado, por más mínimo que fuese, explotaba. Lanzaba la taza al suelo con gran fuerza, o arremetía contra la madera de la silla que había dañado su pequeño meñique, otra veces tironeaba de su cabello o jalaba las mangas de su jersey hasta cubrir sus manos y con ellas se cubría la boca para ahogar sus gritos. Eran esos errores fugaces e insignificantes los que revelaban su estado constante de alerta-defensiva, se había vuelto intolerante, malhumorado (más de lo habitual), simplemente no encontraba otra manera de saciar sus frustraciones que no fuera rompiendo cosas o haciéndose daño a sí mismo.
Y su empresa... su empresa podía irse al diablo.
Pero ese día era diferente, necesitaba hacer algo y lo sabía, ya no podía permanecer recostado en la alfombra esponjosa de su casa esperando un milagro o que la muerte finalmente lo alcanzara, después de todo, si Gerard había podido rehacer su vida después del horrible e injusto trato que le dió, seguramente él también podría.
Con mucho cuidado, hizo los cuadros a un lado, se levantó y con los pies descalzos camino rumbo al baño, para rebuscar entre sus cosas y cuando encontró lo que buscaba, mirándose fijamente en el espejo, tomó las tijeras y empezó a cortar su cabello tanto y tan mal como podía, cuando las tijeras ya no podían cortar más, corrió a sacar la rasuradora y la pasó por toda su cabeza y barbills, quedando como aquellos chicos que salían de grupos AA. Sus facciones se veían más afiladas pero también se veía muy delgado y demacrado, empezaba a arrepentirse, pero no había vuelta a atrás, al menos ya no podria tirarse del cabello cuando se enojaba. Al menos ante sus ojos ya no era el mismo monstruo que se sentía.
Rápidamente tomó un baño para enjuagarse los cabellos que espinaban sus clavículas y cuello, tenía días o tal vez semanas sin bañarse, el agua resbalando por su piel desnuda le daba cierta paz, cerraba los ojos dejando que el agua cayera de lleno sobre su cabeza sentiéndose como en el fondo de un pozo durante un día lluvioso, distante, oscuro.
Volvió a la realidad, estaba tomando una muy larga pero necesaria ducha, como esperando poder lavar un poco sus culpas. Pasó sus dedos sobre sus cicatrices, apenas y se veía aquella horrible rajadura en su vientre, mismo que ahora era más bien un socavón entre sus huesos, la crema que Gerard le había obligado a usar había funcionado, de su piel pálida solo sobresalía una línea un poco abultada que se perdía perfectamente entre el retoque de sus golondrinas. De alguna manera le daba pena que se haya borrado.
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No me dejes caer. |Frerard|
FanfictionFrank Iero es un empresario y escritor retirado que trás sufrir un accidente automovilístico, conoce a Gerard Way en el hospital, un jóven artista de cabellos rojos y una vida tranquila que se ofrece para cuidarlo mientras permanecía en recuperación...