Capítulo 11: Lo siento.

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Los días pasaron, y esa tarde Gerard iba camino al departamento del castaño con el pretexto de ayudarlo a preparar lasaña pues Frank era un total inútil en la cocina por eso solía comprar comida pero Gerard lo había convencido de preparar su propia comida pues sería más saludable para él, Frank aceptó con la condición de que el mayor lo enseñará cocinar. El castaño aún no era consciente de que hacía todo aquello únicamente con la intención de mantener a Gerard cerca pues le agradaba su compañía. Por otro lado el pelirrojo caminaba encantado rumbo a su propia destrucción pues temía que Frank tarde o temprano le destruyera el corazón.

-¿Qué hago con esto?-preguntó el castaño, mirando la pasta con recelo.

-Déjala ahí, eso lo usaremos al final.- Gerard estaba haciendo prácticamente todo pues el castaño no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba pasando.

-Me rindo.- Se tiro sobre una silla giratoria ubicada frente a la barra, detrás de gerard.- No entiendo nada.- Se quedó ahí sentado mirando a su amigo. No entendía lo que decía pero al parecer estaba muy concentrado, movía sus manos ágilmente por los utensilios de cocina mientras tarareaba alguna canción.

-No importa casi terminamos. -Dijo al fin.

-Pero si no he hecho nada. -Gerard suspiró.

-Frank, no te ofendas pero eres un asco en la cocina.- El castaño soltó una carcajada ¿acaso hasta ese momento lo había notado?

-Te lo dije lo soy por eso suelo comprar la comida preparada y ahorrarme todo este lío.-Dijo tomando la receta y leyendola cuidadosamente. -Es que esto es inentendible. -El pelirrojo simplemente reía al ver las nuevas de Frank al leer la receta.

Resignado, se puso de pie y caminó hasta el minibar, tomando una botella de brandy y sirviéndose en un vaso. Tomó otro vaso para Gerard de quién ya comenzaba a tomar más que vino y justo antes de servirle ya tenía al pelirrojo mirándolo fijamente y al parecer un poco enojado.

-¿Que estás haciendo?-Preguntó inexpresivo.

-¿Tú qué crees?- rió sarcásticamente y me tendió el vaso. El pelirrojo lo tomó sin dudarlo y después le arrebató el suyo a Frank. -¡Hey! ¿Qué pasa? No seas envidioso. -Gerard volvió a la cocina y sin dudarlo perdió ambos brazos en el fregadero.

-¡No!-Intentó detenerlo. -¿Por qué hiciste eso?- Preguntó mirándolo atónito.

-Te pedí que dejes de tomar, Frank, ni siquiera hemos desayunado. No es saludable para tí. -Se acercó nuevamente al castaño y trató de arrebatarle la botella pero este reaccionó de inmediato.

-¡Vamos! No tiene nada de malo, además ¿por qué has hecho eso? -hablaba a la defensiva.

-Ya te lo dije, no es bueno para tí. Te estás consumiendo en alcohol, Frank.-argumentó.

-No es cierto, sólo era un vaso. ¡Estás exagerando!-alzó la voz. -Además, lo iba a compartir contigo. -Su tono de voz sonaba más y más agresivo, a la vez que alejaba la botella del pelirrojo.

-Sabes muy bien que no iba a ser sólo un vaso, pronto estaríamos ebrios los dos. Por Dios, Frank,son las 10 de la mañana.- Trataba de convencerlo de que estaba realmente mal beber tanto y tan temprano.

-Bueno, ¡¿Y eso qué importa?!-gritaba.

-¿Cómo que qué importa?-Parpadeo un par de veces, incrédulo. -Frank, está mal, no es saludable. Deja esa botella ahí, ni pienso beber. -Sentenció, caminando de vuelta a la cocina.

-¡No me importa! Puedo beber yo solo.-Dicho esto, debió directo de la botella un gran trago. Realmente no sabía nada bien beber de esa manera pero únicamente quería demostrar que él podía hacer lo que se le viniera en gana. Al bajar la botella se encontró con la mirada decepcionada de Gerard. -¡TÚ NO VENDRÁS AQUÍ A DECIRME QUÉ HACER!-Estaba furioso, aunque realmente no sabía por qué.

El pelirrojo no decía nada, simplemente lo miraba con tristeza y eso hacía enfurecer cada vez más a Frank, quién bebió nuevamente directo de la botella.

- ¡Lo ves...! ¡No puedes cambiarme! Soy quien soy, Gerard. ¡No puedes cambiarme!- Seguía gritando.

-¡Bien! Continúa, destruye tu vida. Húndete en el alcohol si así lo quieres pero no pienso quedarme a ver cómo lo haces.- Fue hasta la sala de estar y tomó sus cosas listo para salir pero Frank cortó su camino poniéndose de pie frente a él.

-¿A dónde vas? ¿Es que no puedes contra mí?-El castaño parecía otra persona, estaba muy, muy furioso y la gran cantidad de alcohol que había bebido comenzaba a marearlo.

-No, eres tú quien no puede contra ti mismo.-Replicó en su cara, tratando de mantenerse firme pero de inmediato se quebró. -¿Que te ocurrió, Frank?-Su voz era suave, triste. Había bajado la mirada, odiaba que Frank le hablara así, comenzaba a herirlo.

-A mí no me pasa nada, ¿Qué te pasa a tí? ¿Desde cuándo eres mi madre?-decía con saña. Aún no caí en cuenta del daño que le hacía a Gerard. Iba a beber otro trago pero esta vez Gerard pudo tomar la botella.

-Por favor, Frank, deja ya eso. Mira lo que te ha hecho.- trataba de arrebatarle la botella pero Frank no lo permitía.

-¡Esto me lo has hecho tú, no el alcohol! -Gritó con la misma fuerza que empujó a su escuálido amigo, provocando que éste cayera al piso. Ambos se quedaron atónitos. Gerard miró desde el piso a Frank y éste aún lo miraba un con ira, así que el pelirrojo bajó la mirada, sintiendo sus ojos humedecerse. Pronto se enojó también, pero no con Frank, se enojo consigo mismo por seguir detrás de un idiota a quién le importa una mierda.

Luego de unos segundos se dio cuenta de que había ocurrido, de lo que había hecho. Parpadeo varias veces y por fin dejó la botella de lado para tratar de ayudar a su amigo.

- Ay, no...-dijo para sí mismo inclinándose frente a Gerard y tomando su brazo para ayudarlo a ponerse de pie. -Gerard...-Lo llamó. Pero éste se alejó del tacto de Frank, empujando sus manos lejos de él y levantándose bruscamente del piso. -Gerad, no... yo... lo siento, no quería lastimarte-seguía al pelirrojo mientras esté con movimientos rápidos tomaba sus cosas y caminaba a zancadas rumbo a la puerta. Justo antes de salir Frank lo tomó del brazo. -Gerard...- buscó su mirada, hasta que el pelirrojo por fin lo encaró. Fue así como Frank notó que estaba llorando. Sintió una gran punzada en el pecho que lo obligó a aflojar su agarre y pudo liberarse, saliendo rápidamente de ahí.

No me dejes caer. |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora