El sonido de las ambulancias cada treinta segundos lo tenía realmente irritado, deseaba que con el accidente se hubiese quedado sordo, así sería más fácil su estadía en el hospital. La pequeña televisión frente a su camilla apenas se podía escuchar y al parecer la antena no estaba colocada correctamente pues cada tanto se perdía la señal ¿acaso no sabían quien era él? ¿Por qué tenía que soportar estar en esa pocilga?
Deseaba que al menos entrara alguna enfermera y charlara con él, aunque fuese la anciana amargada que le llevaba la comida desde que Gerard lo abandonó.
Gerard.
Le parecía un chico agradable y era una lástima que se haya ido. En fin, trataba de no darle importancia.
Su rostro se deformó en una mueca al recordar que pronto tendría que volver a su aburrida vida de empresario, con su estúpido traje, sus odiosos empleados, sus adicciones, no sabía que era peor.
—¿Puedo pasar?—una melena rojiza y recién lavada se asomó por la puerta, era tan común verle por ahí que las enfermeras ya no se molestaban en negarle el paso, sobre todo ese día, que había tomado una ducha y se había puesto ropa limpia.
El castaño le miró elevando una ceja con arrogancia, y asintió. Creyó que no volvería jamás.
El pelirrojo entró vacilando a la habitación, se sentía avergonzado por la escena que armó la última vez, seguramente los amigos de Frank ya lo odiaban.
—Hola, Frank...bueno yo, lo si...
—¡Oh, no, no te disculpes!-era consciente de que Gerard no era culpable, él le dijo desde el principio que no quería su dinero... Aunque muy en el fondo se preguntaba qué era lo que quería.—Ray y Bob son idiotas por naturaleza, ellos deberían disculparse, pero ya que no están aquí... yo... realmente lamento lo que pasó, generalmente las personas se acercan a mí por dinero y bueno creímos que ese era el caso contigo... estoy realmente feliz de que no sea así.—Gerard quería detenerlo, desde que comenzó con su disculpa, pero se perdió observando su rostro, por primera vez no fruncía el ceño con egocentrismo y su tono de voz no era imponente. Parecía un niño pequeño disculpándose por romper un plato.
—C-creo que no es culpa de nadie, yo entiendo...—quiso decir más, pero no sabía expresarse con palabras más atinadas.
Ambos se sumieron en un silencio sepulcral, el pelirrojo jugando con sus manos y moviendo sus piernas rítmicamente mientras Frank permanecía escéptico, recostado sobre su almohada y mirando el techo, tratando de calmar el dolor que no había dejado de sentir desde que la anestesia dejo de surtir efectos. Los analgésicos no eran de mucha ayuda.
—Bien Gerard, ya que estás aquí... Hablemos un poco, este lugar es muy aburrido y me estoy volviendo loco... —el pálido chico escuchaba atento sus palabras —háblame sobre tí. —su tono de voz era imponente, como exigiéndole cumplir sus caprichos. Al pelirrojo no le quedó más que ceder. Tomó asiento en el sofá junto a la cama y comenzó a hablar.
—Como gustes... Bueno, yo estudié bellas artes, soy artista independiente y así es como me gano la vida... —el castaño lo miraba fijamente, amaba a las personas dedicadas al arte, su visión del mundo era única. —hace poco me invitaron a trabajar en una galería, pero aún no estoy seguro, me gusta mi vida cómo artista independiente ¿Sabes? Además no quiero estar atado a un contrato, el arte debe ser libre. —Frank sonreía enormemente, fascinado por las palabras del chico pálido frente a él.
Hasta entonces Gerard había permanecido mirando sus manos, evitando todo contacto visual con Frank, no sabía por qué, simplemente se sentía avergonzado al mirarle. Pero al no escuchar respuesta, elevó la vista, encontrándose con su rostro sonriente, mirándole con anhelo.
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No me dejes caer. |Frerard|
FanfikceFrank Iero es un empresario y escritor retirado que trás sufrir un accidente automovilístico, conoce a Gerard Way en el hospital, un jóven artista de cabellos rojos y una vida tranquila que se ofrece para cuidarlo mientras permanecía en recuperación...