Capítulo 15: Eres arte.

148 20 4
                                    

Se encontró con una imagen de un gatito con fideos en la cabeza que le había enviado Gerard, riendo, contestó con otra imagen de un perro obeso que no se podía poner de pie. Así, siguieron enviando imágenes extrañas, hasta que Frank envía un mensaje de texto.

"Eres un tonto, ¿de dónde sacas tantas imágenes de gatos en crisis?".

No pasó ni un minuto cuando recibió respuesta.

"¿De dónde sacas tú tantas imágenes de perros gordos en problemas gordos?".

Verificó que era verdad todas las imágenes que había enviado eran de perros gordos.

"¿Puedo marcarte? estoy aburrido".

Luego de recibir un gif como respuesta, se apresuró a llamarle.

-Hola, Frank -contestó de inmediato.

-¿Como estás, Gee? -era la primera vez que lo llamaba de esa manera tan cariñosa que el pelirrojo no podía estar más felíz.

-Estoy bien... ¿No deberías estar trabajando? -preguntó curioso pues ciertamente era su horario de trabajo.

- He trabajado toda la semana, incluso me quedé hasta tarde para terminar lo que tenía pendiente y poder tener más tiempo libre -pudo escuchar una pequeña risita, quizá a Gerard le resultaba gracioso que Frank quisiera más tiempo libre puesto que tenía muchísimo -pero fue una mala idea, no he hecho más que aburrirme toda la mañana. Además tú también no deberías estar en la universidad.- caminaba rumbo a la cocina en busca de unos snacks.

-¿Más tiempo libre, Frank?- reía- en fin, hoy no tengo clases, en nuestro salón hubo una especie de invasión de termitas, estaban acabando con los materiales y algunas pinturas, así que están fumigando.

-¿De verdad? ¿También con los cuadros? -preguntó con una sonrisa.

-Si, se comieron la mitad de uno de mis cuadros. Fue un desastre...-suspiró.

-Vaya... qué historia más triste. Yo nunca he visto uno solo de tus cuadros y esos bichos van por ahí comiéndoselos, que envidia. -ambos reían.

-¿Te gustaría ver mi trabajo?- preguntó tímidamente.

-¡Por supuesto! nunca te lo pedí porque sé lo íntima que es una obra para su autor pero siempre he tenido curiosidad.

-La próxima vez que vengas a mi departamento podría enseñarte algunos cuadros y esculturas, no soy muy bueno pero si permitiera que alguien los viera ese serías tú, Frank. - Sonrió enormemente.

-¿Tienes algo que hacer ahora? pregunto emocionado.

-No realmente. -contestó torpemente.

-¡Bien! voy para allá.- dicho esto, colgó y se apresuró a cambiarse el pijama.

Mientras tanto, Gerard se encontraba totalmente nervioso pues sí bien le encantaría que Frank viera algunas de sus obras, había olvidado que su taller estaba lleno de pinturas de él. No quería asustarlo mostrándole las decenas de cuadros qué había hecho de él, sería muy espeluznante. Rápidamente tomó los cuadros de Frank y los colocó al fondo de uno de sus roperos, teniendo que sacar su ropa para no estropear ninguna pintura. Suropa podría esperar, seguramente Frank no entraría a su habitación así que no había problema sí la dejaba ahí.

Luego de dar varias vueltas de una habitación a otra, término de reubicar cada una de las pinturas, no pasaron ni dos minutos cuando escuchó el timbre de la puerta principal.

-Eso fue rápido.- dijo apenas abrió la puerta.

-Buen día también para tí-bromeó, entrando al inmueble mientras Gerard cerrada la puerta.

-¿Por qué estás tan agitado? preguntó pues ciertamente la respiración de Gerard era acelerada y ruidosa, y era de esperarse luego de pasar veinte minutos moviendo montones de ropa y pinturas.

- No es nada -tomó una gran bocanada de aire para tratar de normalizar su respiración. -ven- estaba tan emocionado porque viera su trabajo que inconscientemente lo tomó de la mano, arrastrándolo hasta su estudio, una pequeña habitación al fondo de su departamento.

Apenas entraron a la habitación, Frank se quedó sin habla, observaba a todas partes maravillado,
cada pared estaba cubierta de pintura tras pintura y en conjunto cada color formaba tal armonía que era imposible dejar de mirar. Caminó lentamente hasta adentrarse por completo, mirando cada cuadro que colgaba de la pared, casi sin dejar espacios libres en ella. El estilo de Gerard era particularmente llamativo pues eran obras oscuras pero con pequeños toques de color que les daba vida, como si cada obra fuese una noche oscura en que las estrellas formaban figuras mientras dragones brillantes y coloridos surcaban los cielos. Era mágico.

-¿Te gusta?- preguntaba tímidamente.

-¿Que sí me gusta...? Dios, Gerard.- Sonrió. - ¡Esto es maravilloso! Eres un maldito genio. -aún observaba a detalle el lugar, sin deseos de parpadear. Pero hubo algo que llamó su atención, en una pared faltaban al menos cinco pinturas, pudo notarlo porque ahí estaba el espacio vacío dejando ver la pared sosa y blanca.

- Gracias, no es para tanto. -Sentía la sangre subirle a la cabeza. Si bien muchos le habían dicho que su arte era bueno, que se lo dijera Frank era aún más significativo para él que aquella vez que un crítico de arte se maravilló por sus obras.

-¿Qué había aquí?- preguntó mientras miraba los espacios vacíos. De inmediato, Gerard de tenso pues ahí era donde solían estar algunas de las pinturas que hizo de Frank. Comenzó a balbucear sin decir nada realmente.

-Dejé esos espacios a propósito.- artuculó en un intento por dar una explicación. Pero pronto se sintió estúpido.

-Oh... ustedes los artistas siempre hacen cosas inesperadas- se detuvo en seco justo frente al escritorio que se encontraba en una esquina pues se topó con un lienzo que parecía haber sido iniciado recientemente ya que sólo había algunos bordes, aún así pudo distinguir su rostro.

¿Este... soy yo?- preguntó sorprendido, retirando un par de hojas que estaban sobre la pintura. Gerard entró en pánico de inmediato pues recordó que había olvidado llevarse un último lienzo que recién había empezado pero no pudo terminar debido a sus proyectos pendientes. Maldiciendose a sí mismo, se acercó torpemente hasta donde estaba Frank y pudo ver que no parecía enojado o asustado, de hecho estaba sonriendo.

-Si... eres tú- admitió al fin con el rostro encendido y en voz baja como no queriendo ser escuchado.

-Es increíble, aún no lo terminas y ya me encanta.- No quitaba los ojos del cuadro, se sentía muy feliz de formar parte de aquella obra de arte apesar de no sentirse como una. - Y ¿por qué yo?- Preguntó. -Es decir, no es como que sea muy guapo. -Rió sonoramente, no sabía qué contestar. ¿Cómo le explicaba aquello?- bueno, tú sabes...-rascó su cuello- un artista encuentra inspiración en los lugares más inesperados.- se sintió orgulloso de al menos no sonar tan estúpido.- aún no la termino pero cuando lo haga podrás conservarla. -Sonrió tímidamente.

- ¿De verdad?

- ¡Claro! Sí eres tú, lo justo es que la tengas tú... bueno... sólo si la quieres.- desvío la mirada.

-Claro que la quiero, esto es... maravilloso. -sonrió- Te esperaré lo que sea necesario.

Gerard de verdad era un gran artista, no tenía deseos de abandonar aquella mágica habitación. Por otro lado, Gerard estaba feliz de que a Frank le gustaran tanto sus pinturas y esculturas pero sobre todo estaba feliz de que Frank no se enojara o se asustara al verse a sí mismo como protagonista de una de sus pinturas. Se habría sentido muy avergonzado si el castaño sospechaba que no sólo pintaba las cosas que lo inspiraban, sino también las cosas que amaba.

En el fondo, estaba algo melancólico de que Frank ni siquiera sospechara.

«Frank es un gran tonto».

Suspiró mientras observaba su amigo toquetear algunas esculturas totalmente emocionado y no pudo evitar sonreír.

No me dejes caer. |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora