Al irse Frank se fue también gran parte de sí mismo y en cambio volvieron sus viejos hábitos de solitario empedernido y ermitaño. Su piel palidecía cada día más y su cabello rojo ya era todo menos rojo. Pensó en retocarlo pero estaba cansado del color rojo. Le traía malos recuerdos. Y lo habría dejado crecer a su antojo y despintarse hasta que causará incomodidad mirarlo, pero su material de lectura se había terminado y justo ese día salía un nuevo número de Batman.
Había perdido práctica, el baño estaba asqueroso y aunque quitó a tiempo el tinte de su rostro, sus manos parecían las de un carbonero. Pero omitiendo los detalles había quedado muy bien. Su cabello ahora era color negro azabache, se sentía en sus días de instituto y no sabía si reír o llorar.
Podía llegar a la vieja tienda de cómics en menos de diez minutos a pie, pero era tan perezoso que decidió ir en su auto, además de esa manera evitaba a toda la gente que seguramente juzgaría su apariencia y más en ese momento que tuvo que ponerse unos guantes negros para ocultar la tinta en sus manos.
El sujeto en el mostrador se sorprendió al verlo pues no había pisado el lugar en un largo tiempo, al encontrar su mirada lo saludó con una sonrisa. Sin embargo, Gerard se sentía muy nervioso y no comprendía por qué, había estado muchas veces en esa tienda y nunca se había sentido tan raro, así que luego de sonreír de vuelta al chico se adentro al fondo de la tienda a largas zancadas.
A cinco estantes de distancia pudo divisar el nuevo tomo que buscaba y justo en ese lugar había un sujeto de cabello largo leyendo seguramente el mismo. Se acercó sigilosamente y tomó el cómic de entre los demás del estante, pasando a tirar al menos otros cinco debido a lo incómodos que eran sus malditos guantes negros.
-Lo siento, lo siento mucho -se disculpó rápidamente, apresurándose a quitar los cómics que habían caído sobre los pies del chico.
-No hay problema -recogió un par más que tenía cerca y ayudó a Gerard a devolverlos al estante pues era poco más alto que él.
-¿Te ocurrió algo en las manos? -le gustaba su tono de voz pues no parecía juzgarlo, parecía que no le importaba pero no de la manera grosera característica de Frank, si no de la que le hacía querer contarle. Al menos eso consiguió relajarlo pues creía que había causado una gran molestia al hombre.
-¿Cómo lo sabes...?
-Es medio día, nadie usa guantes a menos que sea invierno y por lo que veo no estás acostumbrado a ellos. -Terminó de acomodar todo y mientras Gerard luchaba por darle una ojeada al cómic, él buscaba la página en la que se había quedado.
-Nada realmente, sólo un pequeño accidente con tinte negro. -Se sacó un guante para mostrarle al chico sus manos negras a lo que él sonrió.
-¿Por qué no te los quitas? Ya no hay nada que ocultar y nadie más te verá. - Sonrió cómplice.
-Tienes razón, pero me los pondré cuando vaya a pagar. -Aceptó en voz baja y se quitó también el otro guante.
-Ya que estás, me llamo Adam -tendió su mano al pelinegro quien con una sonrisa la estrechó.
-Gerard.
-Gerard. Prueba a quitarte eso con agua oxigenada. -Cerró su libro y lo miró -Con esto tengo, cuídate Gerard. -Antes de irse le tendió una tarjeta.
-Llámame -el chico de cabellos castaños pasó junto a él, susurrándole para seguir su camino a la caja.
"W.B. Records
Adam Lazzara, productor, compositor y guitarrista".
ESTÁS LEYENDO
No me dejes caer. |Frerard|
Fiksi PenggemarFrank Iero es un empresario y escritor retirado que trás sufrir un accidente automovilístico, conoce a Gerard Way en el hospital, un jóven artista de cabellos rojos y una vida tranquila que se ofrece para cuidarlo mientras permanecía en recuperación...