Capítulo 3: Indignación.

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Nunca se había sentido tan aburrido como aquel día, todo era tan silencioso y tan blanco, era irritante.

Recordó entonces su celular, lo extrajo cuidadosamente de debajo de su almohada y lo encendió, preparándose para jugar con él, pero entró en pánico al ver las más de cincuenta llamadas de Bob, Ray, Jamia y de algunos otros empleados de su empresa, entre ellos el vicepresidente Michael Way. Fue el primero a quien llamó, le informó de su situación y lo dejó a cargo temporalmente. Lo que amaba de ese sujeto era el cómo iban de la mano su apatía con su eficacia.

Después llamó a Ray y a Bob, quienes de casualidad estaban juntos en la casa del primero, tomando cervezas y jugando videojuegos, eran como un par de adolescentes.

-Frank, ¡¿dónde has estado?!-preguntó Bob, como siempre preocupándose excesivamente por él.-te hemos buscado en todas partes desde ante ayer.

-Es cierto, estuvimos a punto de ir a la policía, pero luego Bob me dijo que compró el Destiny ¡y aquí estamos!.-agregó Ray entre risas.

-Cielos, no se hubieran preocupado tanto-intentó sonar molesto, pero eran sus idiotas favoritos, simplemente no podía enojarse con ellos.

-Olvida eso, ¿Dónde demonios de tan has metido? Jamia dijo que la dejaste plantada y nos ha preguntado por ti miles de veces, empezábamos a asustarnos.-dijo Bob tranquilamente.

-Pues... Verán...-suspiro ¿Por dónde empezaría?-Yo... Tuve un accidente en mi auto-iba a continuar cuando escuchó el ataque de tos de uno de sus amigos.

-¡¿Qué?!-gritó Bob, tuvo que alejar la bocina de sí para no quedar sordo-¡¿Bromeas?!-guardaron silencio una milésima de segundo en espera de una respuesta que nunca llegó.

-No, no lo hace-declaró Ray-¿Dónde estás enano? Iremos para allá.

-Tranquilos chicos, ya estoy fuera de peligro, podría irme ya pero el estúpido Doctor dice que debo estar bajo observación. Y la verdad no tengo idea de qué hospital es este, jamás he estado aquí pero preguntaré y les mandaré la dirección.-escuchó un largo suspiro del otro lado de la línea.

-Ok, enano pero date prisa, queremos verte... ¿Deberíamos decirle a Jamia?-preguntó.

-¡Por Dios, no! Lo último que quiero es a ella aquí.-sus cejas se fruncieron en pánico mientras sus amigos lo escuchaban atentamente, ya habían dejado de lado las bromas. -Solo vengan ustedes y traigan el Nintendo, muero de aburrimiento aquí. -Dicho esto, cortó la llamada.

No sabía a quien preguntar la dirección, así que simplemente busco su ubicación en internet y se la envió a Ray.

Gerard, milagrosamente aún cuidaba de él, pero el sujeto era extraño, vaya que lo era. Sólo lo cuidaba cuando dormía, lo sabía porque cuando había fingido estar dormido, el pelirrojo estaba ahí, quizá jugando con su móvil o leyendo algún libro, pero apenas despertaba, se ponía de pie y le daba excusas para irse.

Justo en ese momento, la puerta se abrió, dejando ver al delgado chico que traía consigo una bandeja con comida de hospital.

-Hola, Gerard.-saludo tranquilamente, haciendo que el chico saltara en su lugar y casi derramara toda la comida.

-Hola, Frank. Le traje comida.-dijo, tenía el rostro rojo, como si tuviese fiebre, pensó.

Se acercó hasta el castaño, dejando la bandeja en una mesa junto a la camilla para después poner la pequeña mesa plegable sobre Frank, pero al inclinarse para dejarla ahí, el castaño lo sujetó del brazo con una de sus manos y la otra la posó sutilmente sobre su frente.

-¿Te sientes bien?-Preguntó, mirándolo extrañado. Gerard comenzó a balbucear, esa era la segunda vez que hablaban, aún se sentía nervioso junto a él. -pareciera que tienes fiebre.

No me dejes caer. |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora