Capítulo 29: Vacaciones.

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Llevaba días sin ir a trabajar con el pretexto de estar enfermo, había dejado a cargo a Jamia, quién se había ofrecido para cuidarlo pero él ni siquiera le había permitido visitarlo, argumentando que sería de más ayuda en la empresa debido a los preparativos del aniversario.

Pero no estaba enfermo, eran las tres de la tarde y recién había despertado, con el cabello sucio y el mismo pijama  que había usado toda la semana. Ni siquiera tenía hambre, simplemente despertó porque ya no podía dormir más. Se quedó recostado en su cama, intentando ignorar el dolor que sentía en su espalda, simplemente mirando al techo pensando en su próximo pretexto pues ningún resfriado duraba tanto tiempo. Pero en realidad no le importaba, él era el jefe y si quería podía regalar su maldita empresa a un vagabundo.

Cuando se cansó de sentir dolor en su espalda, tomó su vieja libreta de poemas y la botella de su mesa de noche y caminó torpemente hasta la sala, sentándose en el sofá con la esperanza de poder escribir algo, al menos una maldita carta de queja a la vida. Pero nada salía de su cabeza, simplemente bebió whisky hasta quedarse dormido nuevamente en espera de una buena idea.

—¿Dónde diablos está Frank? —Preguntó enojado. Normalmente no le importaría hacer todo el trabajo solo, pero había reservado aquel día para algo más importante.

—Ya te lo dije, está enfermo. No hay remedio, tendremos que dejarlo pasar —en verdad intentaba dar el ancho para la difícil tarea que Frank le había otorgado pero a pesar de haber trabajado en la empresa por años aún había temas que desconocía y problemas que no tenía ni idea de cómo resolver.

—Escucha, Jamia. Está es una oportunidad muy grande para la empresa, Dallon Weekes podría ser el accionista más importante que hemos tenido y si Frank no está ahí para recibirlo sería algo horrible, en especial ahora. Conoces la crisis de la empresa, esfuérzate un poco más. —No le gustaba hablarle así, pero odiaba a las personas conformistas. Aunque en realidad, no era culpa suya, no era su trabajo ser la niñera de Frank.

Cortó la llamada y luego de un gran suspiro tecleó el número de Gerard y marcó. Ese sería un buen pretexto para poder preguntarle qué le ocurría porque definitivamente tenía que ver con Frank y presentía que ambas cosas estaban relacionadas.

—¡Mikes! —Lo escuchó de inmediato. Últimamente parecía mucho más alegre, creía que era debido a Adam, su nuevo "amigo". Al menos era favorable para las preguntas que tenía que hacerle.

—Hola, Gerard. ¿Cómo estás? —Al fondo podía escuchar música, pensó que seguramente estaría limpiando.

—Estoy bien. ¿Cómo va todo por allá? ¿Visitaste el museo que te dije? —Dejó de lado la escoba y se sentó en el sofá.

—En realidad no, no he tenido tiempo. Las cosas van empeorando en la empresa y no puedo contactar a Frank. —Esperó algún comentario de Gerard pero al no escuchar más que silencio tuvo que preguntar directamente. —¿Sabes algo sobre él?

—No... Hace más de un mes que no hablamos... —Claramente no quería hablar de ello y Michael odiaba forzarlo, sin embargo era hora de hablarlo.

—¿Pasó algo entre ustedes? —Escuchó la música apagarse y luego de un suspiro continuó.

—Podría decirse que... peleamos... él y yo... ya no somos amigos, Mikes... En verdad no sé dónde está. —Su tono había cambiado completamente, de pronto se escuchaba nervioso y melancólico.

—Gerard, sé que no debo meterme pero en este caso es importante ¿Quieres hablar sobre lo que pasó?Necesito saber dónde mierda está Frank. Ya van dos semanas sin saber de él. —Mientras hablaba, empezó a escribir un cronograma, si se iba encargar de todo tenía que planearlo, al menos tenía a Bob quién aprendía rápidamente y no temía intentar cosas nuevas, incluso había influido al forjar buenos lazos con algunos accionistas y participes del evento. Además, sentía que su actitud relajada y alegre lo animaba y hacía todo menos aburrido.

No me dejes caer. |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora