Desde aquella noche en que rompieron la relación jefe/empleado, nada había vuelto a ser lo mismo. Cada que tenía oportunidad, Bob lo atacaba por la espalda y lo llenaba de besos en el cuello que lo hacían retorcerse y empujarlo pero el rubio solo reía y lo apegaba más a sí.
—¡Maldición! —gruñó al quemarse con el agua del café por culpa de Bob quien al verlo, se puso en alerta y tomó su mano.
—¿Estás bien? Ten más cuidado, cariño... —le guiñó un ojo y trás besar su frente se alejó rumbo a su habitación pues solo había ido a dar los buenos días a Michael.
—¿Qué diablos fue eso?—susurró para sí mismo mientras secaba el café de su camisa y parte de su brazo. Le molestaba un poco ser tan sensible al tacto de Bob.
Llevaba tres meses en esa extraña ... ¿relación? No sabía cómo nombrar aquello pues nunca formalizaron nada, simplemente las cosas se habían dado y por ello a veces se sentía un poco incómodo.
Pero la verdad es que, sea lo que sea ese extraño vínculo, desde que él apareció en su vida, todo parecía tener más sentido, de alguna manera hasta su trabajo era más divertido. Ya no se sentía robotizado como ocurría usualmente, nunca se había sentido infeliz haciendo su trabajo pero la mayoría del tiempo no sentía nada. Parecía que Frank lo explotaba tanto que ya nisiquera sabía quien era, incluso sentía que su vida ocurría en tercera persona, como si él fuese un apático espectador y aunque Frank, consciente de las responsabilidades que asumía, siempre le repetía que si necesitaba ayuda, así fuera únicamente para que alguien le bajara los pantalones cuando fuese al baño, tenía permiso para contratar a quién quisiera y ponerlo bajo su mando, nunca lo hizo. Prefería hacerlo todo él mismo porque en realidad no sabía qué hacer con su tiempo libre, y así, lentamente se había convertido en una especie de robot del trabajo. Pero cuándo Bob llegó, su vida dio un giro, parecía sutil, pero en realidad era como si Bob lo hiciera volver a su cuerpo cuando estaba con él y solo entonces podía sentir y hasta reír de manera natural y su humor, lejos de mejorar, más bien regresó, ahora podía malhumorarse o irritarse cuando se atrasaba en sus actividades por culpa de Bob y su aparente necesidad de mirar películas con él, y en días tranquilos recordaba lo que era estar de buen humor y cantar en la ducha y hasta preparaba el desayuno para ambos en lugar de comprarlo. Sin embargo, a veces Bob hacía eso de lanzar indirectas que él no terminaba de comprender, a pesar de su agudeza perceptiva no lograba descifrar el mensaje, como aquellas veces en que le hacía preguntas extrañas sobre la infidelidad y su opinión al respecto o cuando veían películas y aparecía una escena de romance en que los amantes se declaraban su amor y juraban fidelidad, Bob soltaba una carcajada burlona y lo miraba cómplice. Pensó que el rubio era fácil de leer y rápidamente dedujo que le era infiel. Y parecía tener sentido, pues era muy cuidadoso con su celular y cuando recibía llamadas no le bastaba con salir de la habitación, tenía que salir del departamento. Eran demasiadas pistas. Y no podía evitar sentirse agobiado, en especial porque ya no se sentía capaz de preguntarle por algo así, pues hasta el miedo y la vergüenza habían vuelto a su mente, un miedo irracional por saber la respuesta y una vergüenza inexplicable que le impedía hacer preguntas con total libertad que antes consideraba pragmáticas.
—Bob— tocó la puerta de su habitación y al ver que estaba abierta simplemente entró —nos vamos en una hora, ¿estás listo? —esa tarde se llevaría acabo la fiesta de aniversario de la empresa y él junto con Bob serían los anfitriones.
—No aún no, me voy a bañar. Me daré prisa —decía mientras se sacaba la playera y buscaba su bata de baño. —¿vienes? —se acercó y lo abrazó por la cintura, besando su cuello.
—Basta, Bob —ladeó el rostro pero no se apartó, no era tan fuerte —yo ya me bañé.
—Tú te lo pierdes. —Deslizó su mano por el vientre de Michael, rozando su entrepierna y finalmente se alejó rumbo al baño.
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No me dejes caer. |Frerard|
FanfictionFrank Iero es un empresario y escritor retirado que trás sufrir un accidente automovilístico, conoce a Gerard Way en el hospital, un jóven artista de cabellos rojos y una vida tranquila que se ofrece para cuidarlo mientras permanecía en recuperación...