Capítulo 21: Nunca más.

151 20 13
                                    

Era una mañana cálida tanto que Frank despertó debido a que se sentía sofocado. No le sorprendió que al abrir los ojos lo primero que vería sería a su mejor amigo abrazado a él y a sí mismo rodeando su cintura. Lo que lo alarmó fué que estaban tan cerca que podía sentir su cuerpo pegado al suyo, literalmente podía sentir su piel rozar contra la suya. Dió un gran salto al removerse y descubrir que no traía nada de ropa y al parecer Gerard tampoco. Cayó de la cama sorprendido y una vez en el suelo el pánico se apoderó de él, no comprendía nada hasta que lentamente un par de imágenes de lo que hicieron por la noche volvió a su memoria provocandole escalofríos.

—¿Frankie? —Gerard también despertó al escucharlo caer, tallaba sus ojos adormilados con una mano mientras con la otra palpaba el espacio vacío en la cama.

Escuchar su voz fue al catalizador qué hizo a su mente estallar; pronto los gemidos de Gerard eran tan presentes que de inmediato una serie de imágenes lo aturdieron causándole dolor de cabeza: Gerard besándolo, Gerard haciéndole un oral, Gerard acomodándose sobre él, Gerard, Gerard, Gerard... sentía que su cabeza estallaría en mil pedazos.

—Pero... ¿qué mierda? —se llevó una mano hasta sus cienes en un intento por detener aquellos recuerdos que corrían en su mente sin permiso

«¿Qué son estos recuerdos...? Yo... ¿Tuve sexo con Gerard...? ¡IMPOSIBLE!».

Torpemente se puso de pie, apoyándose en la cama con el rostro contraído y rojo debido al jaqueca que experimentaba.

—Frankie... ¿Estás bien? —preguntó dulcemente, mirándolo con preocupación.

Las sábanas cubrían únicamente sus piernas, dejando su pálido torso desnudo al descubierto.

—¿Qué–qué pasó...? —preguntaba más para sí mismo.

—¿Cómo? —una mueca extraña apareció en su rostro al verlo tan confundido, no podía sólo haberlo olvidado ¿Cierto?

—Y–yo... Tú y yo... mierda, ¡NO! —pasó su mano entre sus cabellos con frustración.

—Frankie, cálmate... —se acercó cautelosamente al borde de la cama, sosteniendo las sábanas que apenas lo cubrían —¿Estás bien...? —comenzaba asustarse.

Frank se apartó de su tacto y en cambio lo cogió fuertemente por el cuello, cortando sus palabras.

—¡Tú...¡ —su rostro estaba rojo y parecía que en cualquier momento sus ojos iban a salir de su órbita —¡Maldito imbécil! —le gritó mirándolo a los ojos completamente furioso. —¡¿Qué me has hecho?! —No quería ni mirarlo, nunca había visto a Frank tan enojado.

—Yo–yo no... —trataba de articular palabra pero la mano alrededor de su cuello se lo impedía, incluso su rostro comenzaba a tornarse rojo. Estaba tan asustado que se preguntaba si Frank tenía antecedentes criminales por homicidio, pues su mano lo estrujaba exactamente en los puntos críticos: carótidas y garganta.

—¡Creí que eras mi amigo!— gritaba, mostrando los colmillos cual bestia —pero apenas viste la oportunidad, ¡Te aprovechaste de la situación! t
—tomó aire, tratando de mantener la compostura —maldita sea... sabía que eras gay, era imposible no notarlo —el aire se había esfumado de los pulmones de Gerard, shora sólo luchaba por apartar la fuerte mano alrededor de su cuello, fallando en el intento —¡Pero no tenías por qué involucrarme a mí en tus mierdas! ¡Puto enfermo! —no paraba de gritar —No quiero saber más de tí —dijo entre dientes, acercando más el rostro de Gerard al suyo. a
Apenas terminó, lo lanzó lejos y de no ser porque éste seguía sobre la cama se habría llevado un gran golpe al caer.

Comenzó a vestirse rápidamente, antes de que sus impulsos por golpearlo pudieran con él.

—Frankie... —lo llamó débilmente, arrastrando las sílabas con la voz ronca pues apenas la recuperaba mientras luchaba por ponerse de pie sin soltar las sábanas, gateaba hasta la orilla de la cama, extendiendo una mano al castaño tratando de decirle que no se fuera —¿No–no lo recuerdas...? Lo recuerdas ¿Verdad? —intentaba sonreírle pero su labio inferior temblaba. Sus ojos se cristalizaron sin poder creer que ese Frank que lo miraba con odio y desprecio fuese el mismo que lo había besado con tanta pasión. —Dime que lo recuerdas —imploraba interrumpido por sus gemidos mientras su voz se cortaba y finalmente rompía en llanto. —Tú–tú dijiste que me amabas... —cada vez era más difícil comprender lo que decía, pero aquello Frank lo escuchó claramente y sintió su sangre hervir; estaba por abotonar su camisa pero en cambio su rostro se tornó rojo nuevamente y a zancadas se acercó amenazante hasta Gerard, quedando frente a frente, él de inmediato retrocedió un par de pasos, estaba aterrorizado.

—Escucha, no sé de dónde sacas eso... pero lo único que siento por tí —lo miró de arriba a abajo —es asco. —apretaba la mandíbula al hablar, luchando por no gritarle en la cara otra vez. Al decir aquello el rostro de Gerard se había contraído en una mueca triste, desgarradora.

Las lágrimas no cesaban mientras luchaba por acallar sus sollozos colocando rápidamente una mano sobre sus labios.

Frank volvió a su lugar cerca de la puerta y trás tomar su saco del piso continuó.

—Obtuviste lo que querías... siempre fuiste tan bueno conmigo y yo vivía preguntándome por qué eras tan bueno; creí que aún había buenas personas y tenía suerte de que tú fueras una de ellas... —estaba de espaldas completamente erguido abotonándose el saco —pero ahora entiendo que sólo querías acostarte conmigo —se giró para fulminarlo con la mirada mientras acomodaba su camisa dentro de su pantalón —pues lo conseguiste... —Gerard sólo negaba con la cabeza, incapaz de decir algo. Simplemente había bajado la mirada mientras sus mejillas se empapaban.

Sentía su pecho arder, tal sensación de dolor nunca la había experimentado, sentía que iba a morir.

—Ustedes los homosexuales son unas bestias —dejó de mirarlo para caminar a largas zancadas rumbo a la puerta pero justo antes de girar el pomo miro una última vez a Gerard, asegurándose de que aún le ponía atención.

—No quiero volver a verte nunca más. —dijo con simpleza y finalmente se fué, dejando a Gerard abrazándose a sí mismo al borde de la cama, aún temblando y conteniendo sus sollozos.

Deseaba que Frank hubiese tenido misericordia y lo hubiera asfixiado hasta morir, pues comparado con el dolor que sentía en ese momento, morir no habría significado nada.

En el fondo siempre supo que amar a Frank le haría daño pero nunca pensó que sería tanto que preferiría morir y es que ¿de qué otra forma debería sentirse cuando la persona que más ama le grita en sus narices y sin ningún remordimiento que le tiene asco y no quiere volverlo a ver? Mirándolo con aquel odio tan profundo que rompía su alma en pedazos.

Tal cesación de vacío, de pérdida, nunca la había experimentado.

Se recostó en su cama haciéndose un ovillo sin parar de llorar hasta que luego de unas horas cayó dormido y como burla de los cielos, soñaba con Frank. Con su risa infantil, con sus ojos, especial con sus ojos. Amaba y adoraba sus malditos ojos, amaba como lo miraba pero ahora sólo le quedaba el recuerdo de esos mismos orbes cargados de odio y repulsión.

***

Elegí está canción de Slayer porque eso es lo que piensa Frank de Gerard en su ataque de cólera.

No me dejes caer. |Frerard|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora